Pocos analistas esperaban el arrasador éxito de la inteligencia artificial a nivel global que estamos experimentando. Parece un tópico, pero es la realidad: la IA está por todas partes. Y es una situación que se repite en todos los sectores: economía, turismo, trabajo, política, medioambiente… y, por supuesto, en el entorno educativo. Ya lo avisaba el Informe Horizon del año pasado. Este estudio, que describe las tendencias clave y las tecnologías y prácticas emergentes que configuran el futuro de la enseñanza y el aprendizaje centrándose en la educación superior y prevé una serie de escenarios e implicaciones para ese futuro, era contundente desde su introducción: “La inteligencia artificial (IA) ha tomado el mundo por asalto con nuevas herramientas impulsadas por IA como ChatGPT que abren nuevas oportunidades en la educación superior para la creación de contenidos, la comunicación y el aprendizaje, al tiempo que plantean nuevas preocupaciones sobre los malos usos y la extralimitación de la tecnología”.
En un escenario como este hemos visto cómo se han multiplicado las herramientas que recurren a la IA para analizar datos y ayudar en las tareas administrativas o a adaptar el aprendizaje a las necesidades individuales de los estudiantes. También han proliferado cientos de chatbots que, siguiendo la estela del popular ChatGPT, facilitan la creación de todo tipo de recursos originales a partir de una descripción —no solo texto, sino también imágenes, tablas, presentaciones, vídeos…— y son capaces de responder en tiempo real a cualquier necesidad. “Hasta ahora, éramos nosotros quienes nos adaptábamos al idioma de los aparatos tecnológicos pulsando botones, haciendo acciones con el ratón o seleccionando opciones de menú. Ahora ya no es así, puedo pedirle a una IA que me cree una hoja de cálculo con gráficos de los datos que le proporciono sin necesidad de hacer nada más, porque la IA comprende lo que necesito y lo crea por mí. Me pongo en contacto con ella utilizando el sistema de comunicación humano y ella responde del mismo modo”, explica Juan José de Haro, doctor en Biología y profesor de Secundaria y Bachillerato.
Ordenadores con IA
Lo último en llegar con la etiqueta ‘IA’ son los ordenadores que vienen con esta tecnología integrada: son los conocidos como AI PC; un nombre que proviene de las iniciales en inglés de Artificial Intelligence PC (PC con inteligencia artificial). ¿Cuál es la diferencia con los que hemos utilizado hasta ahora? Han sido equipados con un núcleo específico en su procesador llamado NPU (Neural Process Unit, unidad de procesamiento neuronal) que se dedica a procesar de forma dedicada cualquier tarea relacionada con la IA. “Esto permite ejecutar en tiempo real algoritmos de IA y además incorporar aplicaciones de interacción visual, gráfica y de procesamiento de lenguaje para comunicarse de forma autónoma con el usuario. Además, usan nuevos materiales más eficientes para reducir consumos e incrementar rendimientos, de tal forma que los nuevos equipos sean más sostenibles y duraderos”, comenta Enrique Serrano, presidente de la Comisión de IA y Big DATA de AMETIC.
Además, esta unidad NPU es capaz de mejorar la eficiencia del propio dispositivo, que funciona más rápido, conoce los hábitos de uso, controla las tareas para ahorrar batería… “Y facilita el uso del ordenador. Por ejemplo, no hace falta buscar en las opciones del sistema operativo para ver por qué no aparece nuestra pantalla en el proyector o por qué el sonido no sale por los altavoces; le podremos decir lo que deseamos hablando o escribiendo y el propio sistema solucionará estos problemas de forma mucho más rápida y eficiente. Esto mismo se aplica a las tareas en general que realizamos en un sistema informático”, pone como ejemplo de Haro.
¿Microsoft o Google?
Prácticamente todos los fabricantes de ordenadores ya han anunciado sus propios modelos, que irán saliendo a la venta a lo largo de este año. Y las previsiones relacionadas con su acogida por parte de los usuarios son muy optimistas. Así, la consultora Canalys estima que en 2024 el 18% de los ordenadores personales que se comercialicen en el mundo serán AI PC —unos 48 millones de aparatos—, alcanzando un 40% —100 millones— en 2025. Y poco a poco continuarán con su crecimiento hasta representar el 80% del total del mercado de los ordenadores personales en 2028, según datos de Intel.
La duda para muchos en estos momentos puede ser: ¿Ecosistema Google o Microsoft? La realidad es que los únicos equipos que responden fielmente a la descripción de AI PC (es decir, que tengan esa unidad de procesamiento específica para IA) son los provistos con sistema operativo Windows y que, para diferenciarse de los ‘normales’, llevan la etiqueta Copilot+ PC. No es un nombre elegido al azar, ya que precisamente Copilot es el nombre de la IA generativa desarrollada por Microsoft basada en la arquitectura de ChatGPT.
Gracias a esta nueva configuración, los equipos anunciados por la propia Microsoft (sus Surface), pero también los de Asus, Acer, Dell, HP, Lenovo o Samsung son 20 veces más potentes y 100 veces más eficientes a la hora de desempeñar tareas relacionadas con la IA. En este sentido, son por ejemplo capaces de generar y editar imágenes en tiempo real, traducir audio, ayudar a acceder a un historial con todo lo que se ha visto o hecho con el ordenador desplazándose por una línea de tiempo y ofrecer ayuda en tiempo real con el asistente de IA personal Copilot. La seguridad además es clave, y se ha reforzado con distintas configuraciones y controles de privacidad personalizados.
Google, por su parte, ha elegido vitaminar sus Chromebook creando los Chromebook Plus, a los que ha añadido desde el propio sistema operativo una IA que ayuda a editar imágenes, generar fondos para las videollamadas, redactar textos… y Gemini, la IA generativa de la firma, está integrado en la pantalla de inicio para ofrecer ayuda y asistencia en cualquier tarea que se necesite.
Asus, Acer y HP son algunos de los fabricantes que ya han presentado los primeros modelos dotados de la tecnología de Google, todos equipos de gama media que, eso sí, tienen que tener unas especificaciones mínimas: procesadores Intel Core i3 de 12ª generación o posteriores o AMD Ryzen 3 serie 7000 o posteriores, 8 GB de RAM o más, 128 GB de almacenamiento SSD o más, cámaras de 1080p y pantallas IPS Full HD o mejores.
Esto es un extracto del reportaje de ‘En Portada’ publicado en el número 55 de la revista impresa. Si quieres descubrir cómo benefician los ordenadores con IA integrada a estudiantes y docentes, no olvides suscribirte en la tienda online: tienes un 20% en la suscripción anual hasta el 30 de septiembre con el código EDUCACION55.