Los adolescentes se mueven en su entorno con un lenguaje propio que les identifica, les gusta y les divierte. Acceden a contenidos afines y pueden relacionarse, comunicarse y expresarse cuándo quieren y cómo quieren. Aunque esto último no está exento de riesgos.
Adolescentes: pantallas y redes sociales
Gracias a la inmediatez de Internet y de las redes sociales, su ansia de exhibirse y exponerse para sentir la aprobación de los demás, para pertenecer al grupo y sentirse válidos, es más sencilla de cubrir. Esta característica también favorece su hiperpresencia en las redes sociales con el objetivo de obtener popularidad a golpe de clic.
Con las redes sociales pueden combatir su soledad y anestesiar el aburrimiento, sentirse acompañados, entretenerse con un videojuego... Si te pusieras en su lugar por unos instantes, ¿qué adolescente no querría hacer esto? ¿y si tú fueras adolescente en la actualidad? Para ello, propongo a las familias una serie de consejos para que, desde la empatía, se coloquen a su lado y no enfrente.
Cinco consejos para hablar con los jóvenes de pantallas y redes sociales
En primer lugar, no hay que caer en expresiones como: “¡Te pasas el día pegado al ordenador!”. Es mejor hacer un pacto sobre el número de horas y los contenidos o las redes que pueden utilizar. Incluso podéis jugar a un videojuego juntos. De la misma manera que te interesas por las compañías con las que se relaciona, es igual de importante saber con qué tipo de videojuegos disfruta y si respeta los valores que le queremos transmitir.
1. Somos el espejo donde se miran
Si alguna vez has compartido una foto de tu hijo, incluso en actitud aparentemente graciosa, en un grupo de whatsapp y sin pedirle permiso...¡hemos caído en la red! Se llama ‘sharenting’ y puede que en algún momento le avergüence o afecte a su reputación digital, ya que lo que publicas se queda eternamente en la red. Pídele permiso antes de compartir su foto y él hará lo mismo. ¡Será el comienzo de un buen aprendizaje!
2. Diferenciar la delgada línea entre lo íntimo y lo público
¿Sabías que existe el concepto opuesto a intimidad? Se conoce como ‘extimidad’ y se trata del deseo de compartir aspectos íntimos que siempre habías mantenido en secreto, pero que ahora quieres compartir para saber lo que piensan los demás.
Por ello, a los jóvenes hay que enseñarles la delgada línea entre lo íntimo y lo público: siéntate con él y chequea una red social, la tuya o la suya (si ya tiene) y explora todo lo que se ha publicado en ella. Abre vías de comunicación y pregúntale: ¿Qué cosas guardarías bajo llave si todavía estuvieras a tiempo? Muchas veces nos arrepentimos de lo que hemos colgado porque nos dejamos llevar por la emoción del momento. Prosigue con otra cuestión: ¿a qué comentarios crees que te expones por parte de los demás? Así le darás la oportunidad de aprender qué cosas puede mostrar y cuáles no.
3. Mostrar la diferencia entre un ‘contacto’ y un amigo
La felicidad no está solo en la conectividad sino en los abrazos de carne y hueso, distinguiendo entre quién es un amigo y un contacto. Su valía no depende de un dato o de un puñado de ‘likes’ ya que le hará demasiado frágil. Hay que mostrarles amor incondicional y hacerles sentir que son valiosos tal como son. ¿El objetivo? Que no busquen la aprobación externa de forma constante.
4. Enseñar lo que es la ‘ciberconvivencia’
En las redes sociales, los adolescentes están acostumbrados a que cuando alguien no les gusta o les desagrada pueden ‘desconectarle’ a golpe de clic, pero con el compañero de clase no pueden hacerlo, tienen que convivir y manejar las relaciones sociales con cierta habilidad, así como saber gestionar los conflictos. Lo que a estas edades les supone todo un reto. El mensaje que les podemos decir para expresarse a través de la red es el siguiente: “Tienes derecho a opinar y expresarte, pero acostúmbrate a hacerlo sin insultar, burlarte, humillar ni crear rumores falsos sobre otros, ya que podrías promover un linchamiento virtual”. Haz que respire profundamente para que no se deje llevar por el acaloramiento y plantéale dos preguntas:
- ¿Cómo te sentirías tú si te lo hicieran a ti?
- ¿Cómo crees que se sentirá esa persona?
Hay que recordarles que ser testigo o espectador, mirar para otro lado o dar un ‘me gusta’ a los mensajes equivocados, alimenta el ciberacoso. Que se mantenga al margen.
5. Favorecer momentos de desconexión
Mientras estudien o estén en su rato de descanso, que no permanezcan conectados. Pueden guardar el móvil en un cajón para evitar tentaciones. También, en las reuniones familiares o mientras se está comiendo, pactar no tener el móvil presente. Los adultos tampoco.
Hay que disfrutar de lo que estemos haciendo, del aquí y el ahora, mientras participamos en otras actividades interesantes. Cuando compartimos un juego de mesa, evita hacer una fotografía para publicar lo bien que lo pasáis, así se les transmite que es más importante vivir el momento que publicar lo que experimentas. Solo así te quedarán los recuerdos en la memoria como huella emocional.
Por otro lado, es importante evitar la exposición a una pantalla al menos una hora antes de acostarse, para conciliar mejor el sueño, y que los niños menores de doce años no permanezcan más de una hora diaria frente a la pantalla.
Por último, resulta esencial equilibrar las horas de los dispositivos electrónicos con actividades artísticas, deportivas, al aire libre y mejor si es en plena naturaleza. Los niños tienen que seguir jugando a juegos tradicionales. El juego es el mejor antídoto contra el estrés y la depresión infantil.
- Banderas, Alicia (Author)