El incremento de aplicaciones, redes sociales, servidores de correo y sitios web de todo tipo que requieren de contraseñas para ser utilizadas hace que los usuarios tiendan a crear claves sencillas y repetirlas en diferentes cuentas para no olvidarlas, lo cual facilita enormemente que un tercero pueda entrar. Por eso, la división de ciberseguridad de Entelgy ha elaborado una guía con aspectos a tener en cuenta a la hora de crear una contraseña segura.
Crear una clave robusta con sencillas pautas
Una contraseña segura debería tener más de ocho caracteres e incluir letras, números y signos, sin palabras comunes y que no estén relacionadas con ninguna información personal, como pareja, trabajo, aficiones, etc. Algo aconsejable sería, por ejemplo, que estén formadas por varias palabras y en diferentes idiomas, sin relación alguna entre ellas, con caracteres especiales intercalados entre cada letra.
Modificar la contraseña periódicamente
Lo mínimo recomendable es cada seis meses. O bien, si hay alguna cuenta o aplicación a la que el usuario no ha accedido desde hace tiempo, lo más precavido será cambiarla en ese mismo momento, por si alguien hubiese accedido durante ese período de inactividad.
Activar la doble autenticación
Cada vez son más las plataformas que apuestan por no solo solicitar una contraseña, sino que también es necesario introducir una clave que, o bien puede llegar a través de un SMS o de una aplicación como, por ejemplo, Google Authenticator.
Utilizar un gestor de contraseñas
Se trata de herramientas que permiten al usuario almacenar todos estos datos bajo una sola cuenta y clave. Además, muchas de estas herramientas se encargan de crear por sí mismas contraseñas complejas para los servicios en los que un usuario está registrado, cambiándolas incluso de forma periódica y liberando al usuario de esta tediosa tarea.
Emplear soluciones de biometría como complemento
Muchos dispositivos permiten utilizar tecnologías que se basan en características físicas de un individuo: huella dactilar, escáner de iris, reconocimiento facial, etc. Las principales ventajas que ofrecen estos sistemas residen, principalmente, en su práctica imposibilidad de ser utilizadas por otra persona, dado que dependen de características propias de un único individuo. Sin duda, el nivel de protección que ofrecen estas medidas puede llegar a ser altamente superior al que permite una contraseña alfanumérica. No obstante, dependiendo de la tecnología, en ocasiones pueden sufrir alguna brecha, por lo que lo ideal es combinarlo con la contraseña.