La dislexia es un trastorno del aprendizaje caracterizado por la alteración de la capacidad lectora. Alrededor de un 10% de la población la padece, lo que dificulta su rendimiento académico si no se cuentan con los recursos y adaptaciones curriculares necesarias. Pero padecer dislexia no tiene por qué limitar al alumnado, sino que mediante trabajo, apoyo y normalización es posible conseguir que aquellos que la sufren consigan superar los problemas con los que se encuentren. Por ello, hemos seleccionado una serie de técnicas de estudio para estudiantes con dislexia que pretenden servir de ayuda durante el estudio.
Comprender las ideas
A la hora de enfrentarse al temario de estudio, es recomendable llevar a cabo una primera lectura en voz alta, pudiendo utilizar conversores de texto a voz y, con lápiz y papel al lado, apuntar los conceptos clave. Una vez llevada a cabo la primera lectura de comprensión, es hora de hacer una lectura reflexiva para tratar de encontrar cuáles son los conceptos principales del texto. Si se tienen dificultades para recordar o comprender una palabra determinada, el uso de subrayadores permite recalcar el término y ayudar a memorizarlo.
Organizar las ideas
Otra manera de poner en orden las ideas extraídas de un texto es mediante el uso de esquemas y mapas mentales. Estos recursos ayudan a visualizar los conceptos de una forma más clara y gráfica, permitiendo que el cerebro los interprete y ordene. Alternar el uso de mayúsculas y minúsculas también sirve para resaltar palabras clave.
El uso de los colores
Los colores son un aliado para tratar de combatir los problemas que la dislexia acarrea a la hora de afrontar un texto. Muchas personas que la sufren recurren a subrayadores. Usar siempre el mismo color para determinados temas, por ejemplo el color amarillo para las fechas, ayuda a recordarlas; y subrayar de un color aquellos vocablos que presentan una mayor dificultad de comprensión o reconocimiento hace que se les preste más atención durante el estudio.
Utilizar grabadoras de voz
Las personas que padecen dislexia comprenden mucho mejor la información oral que la escrita. Grabarse a uno mismo recitando la lección o al profesor, con su permiso, cuando la está impartiendo es una técnica que permite entender mejor los conceptos y, además, mejora la habilidad auditiva.