Con materiales sencillos y reciclables es posible realizar experimentos que producen divertidas ilusiones ópticas. Además, son ideales para enseñar algunas nociones relacionadas con la ciencia.
¿Habéis oído hablar de las ilusiones ópticas? Se producen cuando nuestro cerebro nos engaña creando imágenes que ‘mienten’ al sistema visual y lo llevan a percibir la realidad de forma distorsionada. Los siguientes experimentos de percepción visual son ideales para que los menores puedan crear alguna ilusión óptica y comprendan, a través de la ciencia, por qué suceden.
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Consiste en un círculo compuesto por sectores pintados con los colores rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta que, al girar rápidamente, hace que se vea únicamente el color blanco. Esto demuestra que la luz blanca está formada por los siete colores del arco iris. Para hacerlo es necesario contar con papel blanco, colores, un trozo de cartón, tijeras, regla y un hilo o un lápiz.
El procedimiento es sencillo: se dibuja un círculo que se divide en seis partes y se pinta de un color cada una; se recorta y se dibuja un círculo de las mismas dimensiones en cartón; se pegan y se hace un pequeño agujero en medio por el que pasarán dos hilos o un lápiz. Lo último es hacer girar el disco para ver la ilusión óptica.
Con este experimento es posible cambiar la dirección de una flecha sin tocarla. Primero se dibuja una flecha horizontal en un papel y se llena un vaso de cristal con agua. A continuación, se sujeta el papel detrás del vaso y se mueve hacia atrás. A medida que se desplaza el papel, la flecha parece apuntar en dirección contraria. Si se realizan los mismos pasos sin el agua se comprobará que la flecha no cambia de dirección.
Esto sucede porque cuando la luz pasa de un material a otro se reflecta; en este caso la luz viaja desde el aire, atraviesa el cristal, el agua y la parte posterior del vaso hasta que vuelve por el aire y alcanza la flecha de nuevo.
Sobre un trozo de papel o cartulina se dibuja y se colorea cualquier objeto: una estrella, un perro, una casita… Además, debe perfilarse todo su contorno con un rotulador negro. Una vez terminado, se mete dentro de una bolsa de plástico hermética y se cierra. Sobre ella, se vuelve a pintar la silueta de la imagen con rotulador permanente. Después, se sumerge el dibujo en un vaso de agua. Lo que sucede es que pierde todo el color y solo se conserva el contorno.
Se trata de un efecto óptico: si se mira el dibujo desde arriba, el color desaparece, pero si se mira de frente no ocurre nada. La incidencia de la luz al atravesar el agua en vertical y llegar al plástico crea este fenómeno óptico, que se debe a la absorción de ciertas ondas de luz por el agua.
Un taumatropo es un juguete óptico que produce sensación de movimiento en las imágenes. Está compuesto por un disco de cartón con un dibujo en cada lado que se hace girar: el rápido movimiento crea la ilusión óptica de que ambas imágenes están juntas. Para hacer uno basta con recortar un cartón en forma de círculo y pintar una imagen en cada cara, por ejemplo, un pájaro y una jaula. Para finalizar, a los lados del disco se añaden dos cuerdas con las que hacer girar el artilugio.
Permite ver figuras geométricas simétricas gracias a los tres espejos que tiene en su interior y que reflejan las imágenes. Los materiales que se necesitan para hacerlo son: un rollo de papel higiénico, tijeras, pegamento, papel de aluminio, plástico transparente, cuentas o cristales de colores, un cartón de 11,5 por 7,5 centímetros y papel para decorar.
Es necesario cortar el plástico en forma de círculo de manera que quepa en el rollo de papel; luego, se pega el papel de aluminio en el cartón y se dobla en forma de triángulo para introducirlo en el rollo; a continuación, se colocan los abalorios de colores sobre el plástico y se cierra el rollo con otro plástico redondo transparente; por último, se recorta en un papel un círculo con una mirilla y se pega en el otro extremo del rollo para poder observar la ilusión que sucede cuando se mueve el caleidoscopio.
