¿Paciencia?, ¿y eso qué es? Vivimos en una sociedad que avanza rápido y los cambios son más que constantes. Hemos aprendido a sobrellevar las prisas y ser pacientes nos resulta agotador. Nuestros alumnos, por supuesto, no son una excepción. Ellos, más que nadie, son el claro ejemplo de la impaciencia: Si quieren algo, lo quieren “para ya”; y, en más de una ocasión, esto no es posible.
Juegos de paciencia
Por eso hemos de educarlos en la paciencia y la constancia. Estas cualidades tienen un importante peso durante la infancia y el futuro de los alumnos: resultan fundamentales para la adquisición de los principales aprendizajes vitales y, por supuesto, son básicas en la escuela. No hace falta decir que nos ayudan a tolerar la frustración y aceptar las dificultades con calma. Así la conquista de las propias metas, la convivencia con otras personas, y el dominio de materias y habilidades nuevas se vuelve más eficiente.
Por todos estos motivos los docentes hemos de tener en cuenta que ambos valores se pueden y se deben promover desde infantil y primaria. Eso sí, a través del juego, que es el lenguaje natural del niño. ¡Ha llegado el momento de salir al recreo!
Juego de las anillas
Coloca, clavados en la arena del recreo, una fila horizontal de palos. Pide a tus alumnos que se sitúen a un paso de distancia de ellos y traza una línea en el suelo. A continuación, diles que traten de encestar una anilla en el palo que tengan delante.
Conforme introduzcan esta anilla en el palo, darán un paso hacia atrás. De este modo, la dificultad del juego se irá incrementando y los jugadores tendrán que armarse de paciencia para no desistir en el intento de encajar las anillas. Mientras se realiza la actividad, enseña algunos ejercicios de respiración para contener los nervios. Resultarán útiles para este juego, pero también para otras situaciones de la convivencia escolar. Recuerda a tus estudiantes que respiren lentamente, sintiendo cómo el aire entra cálido por sus pulmones, y pídeles que lo expulsen con calma, ¡con mucha calma!
- Material: Anillas y palos.
La carrera más delicada
Pide a tus alumnos que se sitúen en una línea de salida que trazarás sobre el suelo. Seguidamente, marca también enfrente una línea de meta. Da a cada niño y niña una cuchara y un huevo (o pelota de pingpong).
Situados en la salida, lucharán por llegar a la meta transportando el huevo o pelota de pingpong en equilibrio sobre la cuchara. Deberán hacerlo con una única mano; salvo si son muy pequeños, que podrán ayudarse de las dos.
Las prisas no son buenas consejeras y pueden jugarles malas pasadas, así que recuérdales que lo importante es llegar con el huevo intacto. De esta manera, será importante llenarse de tranquilidad y calma.
- Material: Anillas y palos.
Desafío naval en parejas
Llena un cubo grande con agua y coloca los barcos de papel que previamente han construido tus alumnos. Diles que armen un ejército con piedras pequeñitas (1 o 2 cm, aproximadamente) que encuentren por el recreo. A continuación, tendrán que escoger a un compañero y situarse a un metro de distancia del recipiente.
Seguidamente, una de las personas de cada pareja se tapará los ojos con un pañuelo y, siguiendo las instrucciones de su compañero, tendrá que derribar los barquitos que descansan sobre el agua del cubo.
Ambos compañeros tendrán que mantener la calma y trabajar en equipo para alcanzar el objetivo del juego, que es hundir juntos el máximo de barcos de papel.
- Material: Cubo, agua, piedras pequeñas, barquitos de papel, pañuelos.
Estos tres juegos muestran a nuestros alumnos que, en ocasiones, las metas no se alcanzan a la primera. De ahí que necesitemos esforzarnos un poquito más, mantener la calma y ser tenaces en nuestras acciones. Así, cuando cultivamos los valores de la paciencia y la constancia desde la infancia, regalamos a nuestros estudiantes alas para crecer felices.
Rocío López Valdepeñas es maestra especialista en innovación educativa y emprendimiento.
Me gustaron las actividades.