La tristeza, la alegría, la ira, la frustración, el amor, el miedo… Cualquiera de estas emociones están muy presentes en el día a día de las personas, incluso de los niños. Por ello, es muy importante que desde edades tempranas aprendan a identificarlas con el fin de poder gestionarlas mejor. Una actividad muy sencilla de realizar en el aula y que permite trabajarlas es crear una rueda de emociones: una herramienta visual que ayuda a identificarlas, comprenderlas y expresarlas y que suele representarse como un círculo dividido en secciones con diferentes emociones, desde las más básicas hasta otras más complejas o matizadas.

Cómo crear una rueda de emociones

El aula de Primaria es el lugar idóneo para trabajar con la rueda de emociones, ya que es en esta etapa educativa en la que el alumnado comienza a ser más consciente de que siente ‘cosas’, a las que es importante ponerles nombre. Por ello, puede llevarse a cabo una actividad que consista en elaborar de manera colaborativa una rueda de emociones que permita hablar de ellas en clase.

 crear una rueda de emociones
Imagen procedente de la web de IPSIA Psicología

En primer lugar, es importante que el docente explique a sus estudiantes qué son las emociones y por qué es importante reconocerlas. Una vez identificadas, es el momento de escoger entre 5 y 10 emociones básicas, como pueden ser alegría, tristeza, enfado, miedo, confusión y amor: serán las bases de la rueda de emociones y, a medida que el grupo evolucione, pueden ir introduciéndose otras más complejas y que estén relacionadas con las anteriores: frustración, orgullo, vergüenza…  El siguiente paso es dibujar un gran círculo dividido en secciones (como una pizza) y escribir en cada una de ellas el nombre de una emoción, un color que la represente y un dibujo (carita o emoji).

Una vez lista la rueda de emociones, solo queda analizarla con el alumnado, de tal manera que sean capaces de relacionar una situación de la vida real que les produzca determinada emoción. Además, puede colocarse en un rincón del aula y aprovecharse para crear allí un rincón de la emoción, en el que cada mañana antes de comenzar la jornada los menores expresen qué sienten en ese momento.