Matemáticas es una de las materias curriculares más importantes que existen, pero al mismo tiempo es también una de las más temidas. De hecho, desde los años 70 existe una denominación para la sensación negativa que produce en muchos estudiantes de todo el mundo: la ansiedad matemática.
Su relevancia es tal que incluso tiene su propio baremo para ser medida, la Escala de Ansiedad Matemática de Fennema y Sherman que la Universidad de Granada utilizó en 2009 para analizar a 885 estudiantes. Los resultados fueron bastante llamativos al desvelar que 6 de cada 10 personas la sufrían.
Pero, ¿por qué? Una de las posibles razones puede ser que detrás de esta sensación está la utilización de técnicas de aprendizaje poco eficaces y que están fundamentadas en la memorización. Aunque, por suerte, actualmente contamos con metodologías más modernas y motivantes que basan sus principios en la comprensión conceptual y en la reflexión.
Memorización: un aprendizaje a corto plazo
Detrás de la complejidad de las Matemáticas está su condición de ciencia abstracta. Su aprendizaje requiere de la asimilación de conceptos intrincados que se sustentan en una realidad que a primera vista no se ve o percibe. Y, dado que el cerebro humano no desarrolla su capacidad para el pensamiento abstracto hasta prácticamente la adolescencia, es fundamental elegir una metodología adecuada para que el alumno adquiera una base conceptual que no comprometa su aprendizaje matemático en los años posteriores.
El problema es que, inicialmente, las primeras técnicas de aprendizaje matemático optaban en bastantes casos por la memorización para dotar al alumnado de sus capacidades básicas. Por ejemplo, lo habitual era aprender las tablas de multiplicar para recitarlas de carrerilla, sin importar en muchas ocasiones si se entendía o no el propio concepto de la multiplicación. De hecho, se tendía a premiar a aquellos que eran más rápidos haciendo los cálculos matemáticos, sin importar el procedimiento que utilizaban para llegar hasta la solución.
El fin era que los estudiantes automatizaran sus mecanismos a base de repeticiones y memorización. Pero este enfoque permitía que estos salieran del paso para afrontar cuestiones y problemas matemáticos sencillos. Por lo que, a medio y largo plazo, acababa convirtiéndose en un serio ‘hándicap’ que les dificultaba el entendimiento de los procesos más complejos e incluso les generaba rechazo hacia la propia asignatura.
Gamificación: una alternativa a memorizar
Ante esta situación, y en oposición a este enfoque metodológico, han surgido nuevas técnicas que dejan la memorización en un segundo plano y apuestan por potenciar la comprensión conceptual y la reflexión. Para ello, trabajan desde lo concreto hacia lo abstracto, para que los más pequeños vean y entiendan lo que están haciendo. De esta forma, pueden asimilar más fácilmente los conceptos y comprender los procesos de razonamiento que hay tras las matemáticas.
En este sentido, una de las opciones más atractivas tanto para el profesorado como para los propios alumnos es la gamificación del aprendizaje. El juego se convierte en el vehículo ideal para que los niños indaguen por sí mismos, bajo el paraguas del educador, en los procesos lógicos que hay tras su aproximación al conocimiento matemático. Con lo cual, a la hora de afrontar los problemas no solo aprenden a dar las respuestas, sino que también entienden que existen diferentes caminos para llegar a las mismas y que pueden cooperar entre ellos y con el profesor para avanzar en ese camino.
Un recurso educativo para trabajar las figuras geométricas
Nuestro recurso ‘Contar, comparar y operar. Figuras geométricas’ responde a esta necesidad docente que busca motivar y entretener a los alumnos a partes iguales. Es bien conocida la importancia del conocimiento de las figuras geométricas y de la manipulación numérica para el entendimiento de la realidad y el desarrollo de la capacidad de conceptualización. Por ello, esta unidad trata de reforzar los dos aspectos en la enseñanza elemental mediante la realización de operaciones simples, la identificación de regularidades y la reflexión.
Con su apoyo, el profesor puede guiar a sus alumnos para que conozcan e identifiquen las posiciones (izquierda o derecha), adquieran nuevas capacidades para la creación de estrategias de comparación, evaluación y designación de cantidades; puedan usar criterios para asociar números o sepan cómo establecer relaciones entre las diferentes figuras geométricas.
Por ejemplo, los estudiantes aprenderán a operar (sumar y restar) con los números sin quedarse en la simple memorización. Los verán representados y manipularán, de forma que podrán compararlos fácilmente y entenderán mucho mejor su valor abstracto. Así, a la hora de trabajar con ellos, podrán reflexionar más fácilmente sobre los procesos subyacentes y ganarán en autonomía para solucionar los problemas matemáticos.
E igualmente, también adquirirán competencias para afrontar problemas geométricos. Nuestro recurso los animará a repasar sus conocimientos, a cuestionarlos y modificarlos, para llegar a nuevas conclusiones sobre figuras que no se encuentran en el espacio físico. Un proceso en el que aprenderán a desarrollar sus propios espacios conceptualizados, a partir de ejercicios de identificación, clasificación y manipulación de las propias figuras.
Disfrutar las Matemáticas es posible
‘Contar, comparar y operar. Figuras geométricas’ llega donde la simple memorización no lo hace. De la mano del educador, permite que los niños no solo sean capaces de solucionar los problemas matemáticos que se les plantean, sino que también disfruten resolviéndolos. Y, sobre todo, les permite congraciarse con la propia materia, porque les da las herramientas necesarias para que desde muy pequeños entiendan sus procesos lógicos fundamentales.