Los docentes también son los héroes de esta crisis

Javier Palazón, director de EDUCACIÓN 3.0., reflexiona sobre la importancia de la escuela y de los docentes en una sociedad transformada y marcada en la actualidad por la pandemia.

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Profesor Con Mascarilla En Clase

Vivimos tiempos extraños. Quién nos iba a decir hace justo un año, cuando nos las prometiamos muy felices con el comienzo de una nueva década (hay quien hablaba de la vuelta de los “felices años veinte”), que la llegada de un virus nos iba a confinar en nuestros hogares, ciudades y pueblos durante meses, que nos iba a obligar a llevar siempre mascarilla al salir de casa, que produciría una crisis económica sin precedentes y, lo que es peor, que se cobraría la vida de millones de personas en todo el mundo.

Docente

Vivimos tiempos extraños. Quién iba a pensar que todos los planes de digitalización y de incorporación de las TIC en las aulas de los que llevamos años hablando y que avanzaban a paso de tortuga, iban a recibir un impulso sin igual en un tiempo récord. Docentes que nunca habían utilizado el correo electrónico o una webcam para comunicarse con su alumnado, de la noche a la mañana tuvieron que ponerse a ello; centros que tenían en el olvido las plataformas educativas, empezaron a utilizarlas como la mejor opción posible en un momento en el que la educación online y, posteriormente la híbrida o semi presencial, se postulaba como la tabla salvavidas para continuar con el proceso de enseñanza-aprendizaje. Y quién nos iba a decir que la clase magistral, todavía protagonista en muchas aulas, ha tenido que dar paso obligada por las circunstancias a las metodologías activas que permiten al alumno ser el protagonista de su propio aprendizaje. 

Vivimos tiempos extraños. Después de todo lo vivido y lo que aún nos falta hasta que no haya una inmunidad total o una pastilla que doblegue a este virus, nos hemos dado más cuenta que nunca de la importancia capital de la escuela en nuestra sociedad. Pero de la escuela con mayúsculas, aquella donde se adquieren conocimientos necesarios para la vida y donde se aprende a vivir en sociedad. Y no esa otra escuela que para algunos parece que es solo un lugar donde aparcar a los hijos mientras que los padres trabajan. Y, por encima de todo, esta pandemia ha servido para dignificar más que nunca la figura del docente, de los miles de maestras y maestros que se están dejando la piel para que todo siga funcionando a pesar de las circunstancias, las condiciones y las enormes dificultades. Yo lo tengo claro: son, junto con los sanitarios, los héroes sin capa de esta crisis.

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