El liderazgo de una institución educativa requiere de una serie de competencias que han de estar al servicio de los agentes que forman parte de ella. Así, podríamos destacar un liderazgo instruccional que fomente varios aspectos: el desarrollo profesional del docente, la gestión y creación de momentos para el intercambio horizontal e implementar una cultura tanto de evaluación como de autoevaluación a nivel de centro. Todo ello daría paso a un proceso que comenzaría con la recogida de evidencias, su análisis y la toma de decisiones al respecto.
En este sentido, una institución u organización educativa puede enriquecer su proyecto de centro desde un liderazgo orientado hacia la transformación, es decir, representando un equilibrio de conocimiento técnico-pedagógico con el que sea posible ir diseñando hojas de ruta que tengan en común metas o hitos propuestos basados en el carisma o ideario del centro.
El liderazgo y los proyectos de centro
Tener un proyecto en mente consiste en reunir los elementos necesarios para caminar hacia la transformación. Dicho proyecto debería contar con aspectos esenciales basados en la evidencia educativa como promover espacios y tiempos para la colaboración docente, fijar con claridad la misión, objetivos y expectativas o evaluar el diseño instruccional de los docentes mediante la planificación, coordinación y la evaluación de la práctica docente, tal y como se señala en este estudio.
Tomando estos elementos como referencia, el liderazgo de los equipos directivos en los colegios podría reflejar en su recorrido una reflexión y análisis de los procesos de evaluación llevados a cabo en los procesos de enseñanza-aprendizaje por parte de su profesorado. Desde los ejemplos y las buenas prácticas, se pueden considerar como fuente de datos y de análisis para acometer una formación y capacitación en este tema. Más allá del conocimiento del contenido, la institución educativa ha de acometer un proceso que se centre en la redefinición de cómo y dónde se aprende hoy en día. Para tal fin, el nuevo currículo nos ofrece una variedad de ejes transversales que son guía o inspiración para la integración de saberes y competencias a través de propuestas metodológicas activas y una evaluación más global y como oportunidad hacia la mejora.
El liderazgo consciente
El liderazgo educativo debería dar respuesta a una actitud abierta, motivadora, inspiradora, competente en la creación de equipos y que sea propicia al cambio. Estos factores estarían enmarcados en varios elementos inherentes a la persona que lo desarrollaría, es decir, un liderazgo consciente (Navalpotro, 2020) que a través de varias destrezas permite tener una visión global y macro del proyecto educativo.
Para ello, actuará en consecuencia dentro de las necesidades y aspectos de mejora que el centro educativo necesita para dar respuesta a las competencias que el alumnado debe adquirir. Y no es tarea fácil. Diseñar el modelo, ejecutarlo y desarrollarlo necesita de un proyecto y profesionales en las áreas clave de intervención del colegio. Un líder educativo ha de tener la visión y claridad de los objetivos propuestos y estar acompañado de un equipo en el que delegar dichas metas conjuntamente desde el carisma, la asertividad y la acción.
En definitiva, el liderazgo directivo como motor de transformación y de innovación en un centro educativo contiene la inspiración, visión y habilidad de influenciar a su equipo para fortalecer y llevar a cabo un proyecto común para toda la comunidad educativa.