Los bibliófilos solemos tener un estante suelto en nuestra biblioteca, un lugar destinado a reunir obras de una temática difícil de encasillar porque se salen de lo habitual. Hay quien reúne títulos relacionados con las expediciones polares, otros coleccionan ediciones de ‘Cien años de soledad’ en todos los idiomas posibles... En mi caso, ese estante suelto contiene obras sobre la lentitud, el silencio y el placer de caminar. Son temas que a más de una visita le han parecido bastante raros, pero para mí son vitales en mi crecimiento como lector y persona.
En una sociedad en la que prima más que nunca la vorágine, la velocidad, la multitarea y el ruido constante de informaciones y sonidos, estos títulos me recuerdan permanentemente que es necesario reducir el ritmo en nuestra vida diaria. Me ayudan a tener presente la importancia de hacer las cosas con tranquilidad, meditación y sosiego, lo que por lo general se traduce en hacerlas con calidad y cariño.
Ahora que comienza el nuevo curso escolar creo que es el momento idóneo para que los centros educativos se conviertan en la semilla de una sociedad más sosegada, el lugar en el que los futuros ciudadanos aprendan de primera mano la importancia de realizar las tareas con el tiempo necesario, con la calma y la reflexión que también serán esenciales para su vida adulta. Y para ello es imprescindible abogar por una educación que reúna todas estas características, como tan bien describió Joan Domènech en su libro ‘Elogio de la educación lenta’ (Editorial Graó).
Por supuesto, no soy ajeno a que la realidad es bien diferente y de que esto queda muy bonito escrito aquí después de regresar de unas semanas de vacaciones. Estoy seguro de que los docentes son los primeros a los que les encantaría empezar el nuevo curso sin prisas y estrés. Sé que no es tarea sencilla, que los recursos no abundan, que la falta de personal es la norma y que en demasiadas ocasiones el trabajo diario en los centros se asemeja tristemente al de ese malabarista que tiene que mantener todos los platos girando sobre un palito sin que ninguno se pare y caiga. Pero, a pesar de las dificultades en el camino, al menos ¿no vale la pena intentarlo?
Este editorial se publicó en el Nº 35 de la Revista EDUCACIÓN 3.0 impresa, correspondiente a otoño 2019. Para poder leerla es preciso suscribirse: podéis hacerlo como centro o como particular llamando por teléfono (91 547 00 95) o a través de la página web. Además, ahora y hasta el 16 de septiembre tienes ¡un 20% de descuento!
Trabajar con calma y dándonos tiempo es justamente una de las características de los creativos. El apresuramiento es un enemigo que casi siempre nos lleva al error. No somos lentos, simplemente así somos y eso nos asegura el éxito.
Educación es mi arias