En medio de una guerra tecnológica industrial a nivel mundial liderada por los magnates tecnólogos norteamericanos y chinos, en nuestro país se mantiene un debate abierto y perseverante sobre cómo afrontamos la incorporación de la tecnología en las aulas. Según un informe de la UNESCO (2023), el 40% de las escuelas a nivel mundial ya utilizan herramientas de inteligencia artificial (IA), mientras que solo el 12% dispone de normativas claras para su uso. Por tanto, la pregunta que plantea este escenario es clave: ¿la IA abrirá puertas a una educación más inclusiva o amplificará las desigualdades existentes?

Para intentar responder a esta gran pregunta, debe tenerse presente que este artículo se escribe el mismo mes de la salida a bolsa de la startup china de IA, DeepSeek. Aunque nace en julio de 2023, su modelo de razonamiento se da a conocer a principios de este año y ha revolucionado la industria de la IA por ser más eficiente y económico. La dimensión de lo que está sucediendo no solo es histórica en el ámbito económico sino también en el ámbito tecnológico con afectación multisectorial. Entre todo este ruido, se echan de menos debates éticos, siendo la educación uno de los pilares más afectados por este momento inédito, sin precedentes en todo el mundo. 

Y es que la irrupción, el pasado 17 de febrero, del nuevo modelo de IA llamado Grok3 del magnate Elon Musk (propietario de X, Tesla, SpaceX y Neuralink), acaba de hacer explotar el cerebro a muchos docentes porque ya es capaz de hacer razonamiento matemático, ciencia y programación, generando texto e imágenes a la vez. Algunos profesores sueñan con usarla para enriquecer la experiencia educativa ofreciendo recursos más dinámicos como debates, juegos de rol o simulaciones que fomenten la participación activa de los alumnos. Sin embargo, el sueño se desvanece cuando no tienen las herramientas para aprender a usarlo, sufren falta de competencia digital, cuando ven que el sector muestra resistencia al cambio, cuando temen saltarse la ley de protección de datos personales de los estudiantes o cuando desconfían del impacto positivo de la tecnología en el aprendizaje. 

La presión de reciclaje tecnológico que sufre el profesorado crece de forma exponencial porque cuando todavía están en formación de lo que representa la IA en la educación y tratan de escribir el primer prompt por el Chat GPT, las novedades de herramientas de inteligencia artificial no paran de salir y lo viven como ‘un alud estresante’. Lo asegura el profesor Fernando Trujillo, asesor científico-tecnológico de Conecta 13, porque lo que aparece en el mercado "supera las funciones de lo que todavía no han acabado de aprender", por eso, es necesario "alfabetización del futuro y desarrollar habilidades para imaginarlo y actuar de manera creativa" en el sector educativo. Para evitar el estrés, los profesionales de la educación reclaman formación y una directriz clara de cómo y cuándo es necesario incorporar herramientas de inteligencia artificial en el flujo de trabajo del sistema educativo. En este sentido, es evidente que el futuro de la educación preocupa y ocupa a muchas de las agendas de los principales actores de este ámbito. Para Carme Artigas, investigadora senior del Belfer Center de Harvard Kennedy School, es lógico que preocupe porque “cuando una sociedad responde a grandes preguntas evoluciona, pero cuando se formula de nuevas, revoluciona” y ahora estamos ante una revolución sin precedentes que quiere “reimaginar la educación fomentando una relación más creativa, ética y estratégica.

El aula del futuro y el EdTech Congress Barcelona 2025

En el marco del EdTech Congress Barcelona 2025 ha quedado claro que hay que explorar las tendencias y los desafíos que marcarán el rumbo de los acontecimientos. Para la secretaria de Políticas Educativas del Departamento de Empresa y Trabajo de la Generalitat de Catalunya, María Galindo, las tecnologías "están revolucionando la educación, personalizando el aprendizaje, mejorando las habilidades y competencias y democratizando el conocimiento". Por su parte, según el secretario de Estado de Educación del Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes del Gobierno de España, Abelardo de la Rosa, es importante “poner el valor en el proceso del aprendizaje” mientras que la consejera de Educación y Formación Profesional de la Generalitat de Catalunya, Esther Niubó, alerta de que "la tecnología no es neutra y hay que reflexionar sobre su uso pedagógico" y hacer que "la tecnología esté al servicio del aprendizaje pero preservando la salud y el bienestar del alumnado". 

En este sentido, la temática de este año del EdTech Congress Barcelona ha girado en torno al futuro de la educación y la importancia de la capacitación docente para el uso eficaz de la tecnología en el aula. Como periodista especializada en IA y docente universitaria, considero que, tal y como expliqué en la última ponencia organizada por Mujeres Líderes en Educación (MLE) en el Palau Macaya de Barcelona (29/01/25), el aula del futuro es un espacio con ordenadores con inteligencia artificial generativa (IAG) adaptada a cada estudiante con una estrategia de aprendizaje personalizada según las aptitudes del estudiante y espacios de creatividad con herramientas comunes para potenciar el valor del proceso del aprendizaje. Coincido con la idea de María del Mar Sánchez Vera, docente y miembro del Grupo de Investigación de Tecnología Educativa (GITE), "el debate no está en si usar pantallas o no, sino en cómo se utilizan" porque "la solución no está en negar la tecnología", sino en "mirar el potencial de la tecnología" dentro de una estrategia didáctica ya que digitalizar no significa virtualizar las clases o los apuntes, significa "repensar una propuesta pedagógica".

El rol de la IA  

En España, EL PAÍS (2023) revela que el 67% de los profesores teme que la IA erosione su rol pedagógico, según datos del Educa Barómetro. A nivel europeo, el ‘Marco de competencias de IA para profesores’, publicado por la UNESCO el 2024, describe 15 competencias distribuidas en la mentalidad centrada en el ser humano, la ética de la IA, fundamentos y aplicaciones, pedagogía de la IA e inteligencia artificial para el aprendizaje profesional. Entre los ejemplos prácticos de uso se encuentran asistentes virtuales, análisis de datos de los estudiantes e identificar patrones, simulaciones y realidad aumentada para crear entornos de aprendizaje inmersivos, y evaluación automatizada para corregir exámenes y dar feedback. Mientras las instituciones europeas todavía están legislando el uso de la IA en contextos de ámbito educativo, en Cataluña, el Departamento de Educación dispone de una web específica y una guía con pautas y recomendaciones para el uso de la inteligencia artificial donde se anima a los docentes a utilizar ChatGPT para crear actividades para los alumnos.

Pese a los avances en las directrices por parte de las administraciones europea, española y catalana, todavía pesan los riesgos asociados al uso de la IA en las escuelas: sesgos y discriminación, el riesgo de la privacidad de los estudiantes, la dependencia excesiva inhibiendo el desarrollo del pensamiento crítico y la vulnerabilidad de la seguridad por posibles ciberataques. Para autores como el experto en educación y tecnología de la Universidad de Colombia, Paulo Blikstein: "La tecnología es un espejo: si queremos una IA justa, primero debemos serlo nosotros". En la misma línea de pensamiento se expresa José Luis Díez, tecnólogo de educación para HP, quien considera que "si somos capaces de superar el reto de que la tecnología es una herramienta y no una solución, tenemos un buen futuro" pero si nos dejamos llevar por las herramientas tenemos un mal futuro". Según Díez, en el mundo hay 145.000 modelos de IA y el 60% están desarrollados en Estados Unidos, el 40% en China y sólo tenemos uno en Europa. Urge que aparquemos los miedos hacia la tecnología. 

Por otro lado, el psicólogo Jordi Bernabéu, que trabaja en el Programa de Atención Integral en Casos de Salud Mental de Elevada Complejidad en la Fundación Althaia y profesor de la Universidad de Vic, dice que "la salud mental es compleja y los problemas que aparecen con las tecnologías no responden a una sola causa". Para Bernabéu “el papel de la digitalidad en la vida de los chicos y chicas pide una discusión mucho más cuidadosa, más científica y algo más tranquila, que no lo simplifique todo en 'móvil sí' o 'móvil no'. Pone el énfasis en que "el objetivo es que los adolescentes no construyan refugios virtuales ajenos para desconectar de lo que les hace sufrir".

IA en la educación

Una oportunidad para el aula 

En este sentido, la socióloga Hungría Panadero, directora de la Fundación Ferrer i Guardia, considera que "es muy necesario promover estilos de aprendizaje que incidan en un uso crítico de la tecnología desde una perspectiva de derechos, integrando la participación activa de adolescentes y jóvenes" y asegura que "es muy necesario trabajar por un marco compartido, por un amplio consenso que centre el debate sobre la educación y la tecnología más allá de las pantallas. 

Para Panadero, la tecnología educativa es una oportunidad para “abordar estos miedos. Es importante tener en cuenta la necesidad de fomentar una cultura escolar inclusiva con la tecnología” porque “recurrir a prohibiciones o desarrollar soluciones genéricas que no atiendan a la diversidad, además de vulnerar derechos, no mejorará ni la seguridad ni las desigualdades”. El tema de la prohibición o la regulación es para Bernabéu abrir un debate porque “regular también significa poner sobre la mesa que quizás debamos definir que hay diferentes usos” como el de un canal de YouTube educativo o un canal de instagram que muestra arte.

Participación activa de los estudiantes 

En el congreso Edtech, organizado por Edutech Cluster, una de las conclusiones a la que se ha llegado es que es necesario promover la participación activa de los estudiantes. Justamente, los jóvenes presentes en los dos días de jornadas, provenientes de 13 escuelas distintas de secundaria, Formación Profesional y universidades han elaborado un manifiesto del que han surgido ideas relevantes: 

  • Creemos que el respeto y el correcto uso de las tecnologías deberían ser un pilar fundamental de nuestra sociedad. 
  • La conciencia y la educación sobre el uso responsable de las tecnologías pueden ayudar a mitigar sus efectos negativos. 
  • La educación en tecnologías que reclamamos va más allá de los aspectos instrumentales. 
  • Queremos que se nos enseñe a tener criterio propio para no dejarnos influenciar por las opiniones de las redes sociales o las críticas de otras personas. 
  • Consideramos que la prohibición genera necesidad y mayor curiosidad y no es una buena medida. 

Y así hasta llegar a 14 puntos de un manifiesto elaborado por quienes hoy son los propietarios del futuro de esta sociedad. Ellos tienen claro que "el bienestar digital es el equilibrio saludable entre el uso de la tecnología y el bienestar físico, mental y social de las personas". Por tanto, incluyen “la gestión consciente del tiempo que se pasa ante pantallas, la calidad de las interacciones online y la prevención de efectos negativos como el estrés, la adicción o el aislamiento social que pueden surgir del uso excesivo o inadecuado de las tecnologías digitales”.

La importancia del pensamiento crítico

Entre las ideas más reiteradas a lo largo del congreso, existe la necesidad de desarrollar el pensamiento crítico y la creatividad para generar ideas innovadoras, promover la conciencia ética, la colaboración y la participación de la comunidad educativa. Aunque la IA puede democratizar el acceso al conocimiento, el riesgo de brecha digital es palpable. En África subsahariana, el 60% de las escuelas no tienen conexión a Internet (datos de la Unión Africana, 2023). Por eso, la coordinadora de la ONG Educación sin Fronteras, Sara García, recuerda que "la tecnología debe ser un derecho, no un privilegio", También es necesario vigilar los sesgos de género de la IA, y garantizar el acceso equitativo y la inclusión. En este aspecto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD) reclama estándares globales para evitar sesgos en algoritmos tal y como se comprobó en un caso paradigmático, en 2022, cuando la plataforma AdmitAI* discriminó por razón de género en becas universitarias, según una investigación de Nature. 

Si bien es cierto que existen realidades como la de Corea del Sur que ha digitalizado el 90% de las aulas y que, según un estudio de la Universidad Nacional de Seúl (2023), este modelo implica fatiga digital y ansiedad en adolescentes, también es cierto que existen sistemas que utilizan algoritmos predictivos para ajustar contenidos según el ritmo del estudiante y esto muestra mejoras del 20% en matemáticas en escuelas de EE.UU. Herramientas como Turnitin corrigen redacciones en segundos, liberando a los docentes de cargas administrativas, pero, como critica el MIT Technology Review (2023), estos sistemas fallan al evaluar pensamiento crítico o creatividad. Aplicaciones como Nutria.ai transmiten en directo las clases para alumnos con discapacidad auditiva. Sin embargo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2023) advierte que sólo el 18% de las escuelas rurales en Latinoamérica tienen acceso a estas tecnologías. 
Una vez más, es obvio que la IA reproduce las evidencias y las injusticias que ya existen en la sociedad y que el debate entre apocalípticos e integradores en contra de la tecnología sólo hace que tiranizar las posiciones y, por tanto, no es nada enriquecedor. Convertir a la IA en el origen de todos los males va en contra de un progreso deseable. Urge una convivencia entre la evolución y la revolución que supone la ola de la IA en el aula para surfear la ola en lugar de que nos pase por encima. La IA no nos sustituirá como docentes pero aquel maestro que la domine mejor que otro, tendrá más herramientas educativas al alcance y una ventaja comparativa respecto al resto. Por tanto, es obvio que está cambiando nuestro rol de docente. Por eso, hablando del tema con mi abuela centenaria (102 años y vive sola) seguiré entrando en el aula con el objetivo de ser aquel profesor que me hubiera gustado tener… porque como dice el filósofo Josep Maria Esquirol, "la educación verdadera es, ante todo, un acto humano".