¿Cómo gestionar las conductas problemáticas, desafiantes, rebeldes y difíciles que se dan en niños y adolescentes desde un enfoque relevante, eficaz y centrado en la persona? En estos momentos de confinamiento nos pueden resultar útiles algunas herramientas para gestionar esos problemas de conducta. Pasamos más tiempo en familia, sentimos incertidumbre, inseguridad, asumimos otros roles y nuestros hijos tienen también otras exigencias y expectativas… Un conjunto de factores que pueden añadir estrés y tensión al día a día, además de dificultar nuestra forma de gestionar problemas de conducta con nuestros hijos.
Para solventarlas de la mejor manera posible, os presento algunas ideas sobre cómo podemos pensar y actuar ante este tipo de conductas y situaciones. Mi modelo de trabajo se basa en el enfoque del Contacto de Baja Afectividad (Bo Hejlskov, Andy McDonnell: The Low Arousal approach).
El enfoque bajo afectivo consta de herramientas que tienen como propósito promover la autonomía, la confianza y la colaboración, no el control o la obediencia ciega. Se trata de comprender al niño y respetar sus derechos. Así, parte de la responsabilidad del adulto, como experto y capacitado, para influir en las situaciones difíciles. Para ello vamos a repasar tres cajas de herramientas: manejo, evaluación y cambio.
Caja de herramientas del manejo
Para manejar conductas problemáticas puntuales lo primero que debemos hacer es justamente eso, manejar. Si queremos cambiar la conducta de nuestros hijos tendremos que utilizar recursos que se encuentran en la caja de herramientas del cambio (pedagogía) y utilizarla cuando el niño no esté en escalada afectiva (fase cotidiana o de calma). La caja de herramientas del manejo consta de estrategias para promover que la persona o niño en cuestión pueda autocontrolarse, tranquilizarse y colaborar. Por ello en situaciones de escalada afectiva uno debería de:
-Contagiar calma: principalmente estando uno mismo tranquilo, sentándose en el suelo, no sujetando al niño con músculos tensos, hablando poco y con un tono tranquilo, distanciándonos o no siendo dominantes (lenguaje corporal y verbal).
-Adaptar las exigencias y apoyar: generalmente las conductas ‘problema’ se producen por un choque entre las exigencias de la situación y las capacidades del niño. No olvides adaptar y reforzar cualquier conducta positiva o intento del pequeño. A menudo una gran fuente de problemas puede aparecer por atribuir capacidades y habilidades que el niño no tiene en ese momento. Porque no todos los días son iguales… ni tampoco las personas.
-Desviar: los padres desvían todo el tiempo a sus hijos. Desviar es muy efectivo y se puede hacer de diferentes maneras: señalando algo, ofreciendo algo o con humor, por ejemplo, señalando algo que le resulte divertido al niño, de esta forma cambiamos sus percepciones. Podemos volver a la exigencia más tarde con otros afectos. También podemos desviar cambiando al adulto: el que entra contagia calma y no está incluido en el conflicto. En caso de estar solos como tutores es importante elegir las batallas que queremos librar.
-Permite el espacio para las propias conductas estratégicas del niño: la mayoría de las conductas estratégicas (como rehusar a hacer algo o insultar) son conductas encaminadas a recobrar el control, no son peligrosas y no debemos verlas bajo nuestros filtros morales y, por lo tanto, no responder de forma desmesurada. Sé moderado. Piensa que lo hace lo mejor que puede.
-En caso de caos y de estallidos emocionales: no hables y colócate a una cierta distancia para facilitar que el niño se tranquilice. Lo más importante en estos casos es esperar a que el niño o adolescente se recupere. Esto puede llevar un tiempo, por lo tanto, paciencia, no te precipites, ni coloques más exigencias hasta estar seguro de que el niño se haya recuperado.
Caja de herramientas de la Evaluación y del Cambio
La caja de herramientas de la Evaluación consta de recursos para evaluar y analizar por qué la conducta se produce. Aquí es importante no olvidarse de lo más importante: los factores de bienestar (salutogénicos o de salud) y los factores de estrés básicos (cotidianos). Si bien es vital saber qué pasa antes, durante y después de un conflicto (factores situacionales), más importante es saber qué es lo que pasa en el día a día (actividades significativas, confianza con el entorno, relaciones, sueño, alimentación, descanso, estructura, necesidades, dificultades...)
La caja de herramientas del Cambio contiene elementos asociados al tratamiento y a la pedagogía. Respecto a las últimas, un referente relevante es el método ‘TEACCH’ o enseñanza estructurada. Son herramientas que tienen tres propósitos fundamentales: fomentar la comprensibilidad, la manejabilidad y la significatividad. Es más probable que los niños asuman su responsabilidad y hagan lo que esperamos de ellos, si tenemos buenos argumentos, y si las tareas son comprensibles, manejables y significativas.
La calma: nuestro gran aliviado en estos tiempos
Los propios adolescentes nos cuentan en una reciente encuesta realizada durante el confinamiento por el coronavirus que cuando las cosas se tuercen quieren que se les deje en paz (distancia), tranquilizarse y recuperarse. Nosotros como adultos también necesitamos tranquilizarnos y recuperarnos, entre otras cosas para contagiar calma, por lo que lo mejor para garantizarnos una buena intervención es que nosotros mismos estemos tranquilos y en calma.