Uno de los momentos más emotivos vividos en estos casi dos cursos en el IES Cartima ocurrió el curso pasado con una familia que había venido desde otro municipio para tratar de conseguir una plaza en nuestro centro.
A pesar de que su intento fue infructuoso, quizás porque lo esperaban, no transmitieron decepción alguna; a cambio nos dejaron un mandato ilusionante antes de despedirse: ‘sois una esperanza para muchas familias, tenéis que seguir haciendo posible esta escuela’, dijeron justo antes de decir adiós con un gesto sincero en el rostro.
Sois una esperanza para muchas familias, tenéis que seguir haciendo posible esta escuela
Nunca antes había sentido tan intensamente el peso de la responsabilidad; nunca pensé que, en un oficio en el que rara vez recogemos los frutos de nuestro esfuerzo a corto plazo, al trabajo de un pequeño grupo de docentes se le pudiera atribuir tal trascendencia. De hecho un mecanismo de defensa natural te lleva a pensar que esta es la perspectiva de unas pocas personas solamente, y que en una fase tan incipiente del desarrollo de nuestro proyecto educativo en el que queda tanto por hacer debemos poner en cuarentena estas valoraciones.
Nunca antes había sentido tan intensamente el peso de la responsabilidad; nunca pensé que al trabajo de un pequeño grupo de docentes se le pudiera atribuir tal trascendencia
Pero a medida que pasa el tiempo estas palabras siguen resonando con fuerza en mi memoria porque son muy nítidas las evidencias de que el número de familias que demanda una escuela diferente es cada vez mayor.
Recibimos casos de centros públicos, concertados, y privados de muy distinta procedencia; y a menudo se trata de alumnado con buenos resultados académicos cuya curiosidad por aprender va decayendo inexorablemente a causa de una profunda desmotivación.
La demanda de escuelas con metodologías innovadoras crece sin cesar
Y es sorprendente la cantidad de familias dispuestas a cambiar realmente de domicilio y de municipio para conseguir una plaza en un centro público concreto; recientemente hemos leído cómo este fenómeno empieza a alcanzar grandes proporciones en ciudades como Barcelona, en la que la demanda de escuelas con metodologías innovadoras crece sin cesar mientras se reducen las solicitudes en centros con estilos tradicionales.
Son cada vez más quienes nos transmiten que la Educación no puede seguir así; en diferentes contextos, personas de muy distintos ámbitos, que se dedican a actividades muy dispares coinciden en que algo hay que hacer en y con la escuela. En los veintisiete años que llevo sin interrupción como docente, nunca antes había percibido semejante grado de coincidencia.
De hecho siempre he estado convencido de que en España los partidos políticos se han podido permitir tantos cambios legislativos en el sistema educativo, provocando tanto daño al mismo, porque en el fondo a nuestros conciudadanos nunca les ha preocupado demasiado semejante despropósito. Tampoco otros, la verdad.
Pero el gran número de personas que esperan de la escuela algo más que buenas notas ha acentuado la convicción de que hay un cambio de percepción al respecto y que a ésta se le empieza a pedir un nivel de calidad equiparable al que tradicionalmente se le ha demandado al sistema sanitario, a la justicia, al empleo…
Creo que preparar al alumnado para los retos que les va a plantear el siglo XXI se va a convertir en una exigencia social generalizada, en línea con otras que vienen emergiendo en España en el último lustro.
Se está empezando a pedir a la escuela un nivel de calidad equiparable al que tradicionalmente se le ha demandado al sistema sanitario, a la justicia, al empleo…
Hay una idea de Godin que recogió Dolors Reig en su intervención en el primer EABE, en 2009, cuyo eco resuena periódicamente; guarda relación con la necesidad de actualización de la escuela y dice: Si piensas que la caída del negocio de la prensa es dramática, espera y verás lo que pasa con la educación. Ya no es sólo una cuestión de ética profesional ante el fracaso escolar.
Para cuando la ola sea visible el tsunami será inevitable; la playa de la comodidad se está volviendo peligrosa.
El IES Cartima obtuvo el Premio Escuelas para la Sociedad Digital 2015 de Fundación Telefónica.
José María Ruiz Palomo es director del IES Cartima, Cártama, Málaga.
Muchas veces, el factor social pesa en las relaciones escolares y aunque es diferente en su país y en el mio, es plausible el intento de comunicarse.