Los docentes se forman continuamente en diversas técnicas, adquieren nuevos conocimientos y se especializan en algunas alteraciones o dificultades que pudieran tener sus estudiantes. Pero cuando hablamos de adopción, poseen muy pocos conocimientos sobre este proceso: la mayoría es desconocedora de la importancia de ciertos aspectos muy relevantes en los niños adoptados y que inciden directamente en el desarrollo emocional, social, afectivo y cognitivo de los alumnos.
Un trabajo conjunto
Cuando un niño adoptado llega por primera vez a la escuela, es importante que haya una gran colaboración entre familia y docentes para poder buscar el mejor modo de atender a sus características personales. Probablemente sea su primer acercamiento a las relaciones sociales, su primera separación durante horas de sus padres y su primer espacio desconocido. Este contexto escolar es un nuevo cambio, otro más en muy pocos meses.
Suele ocurrir que muestren agitación, inquietud e inseguridad por el temor de no saber si sus padres volverán a por ellos. Por muy pequeños que sean, la vivencia del abandono es un hecho traumático. Lo que necesitan en esos momentos es un ambiente de tranquilidad que les permita sentirse seguros, donde puedan orientarse y organizarse poco a poco.
Se aconseja, por tanto, que los profesores o al menos los tutores:
- Estén informados de la historia y situación familiar. No se trata de entrar en detalles si no de procurar la información relevante necesaria para comprender y ayudar adecuadamente.
- Conozcan sus vinculaciones previas, respetando su vida privada. Si hubo o no establecimiento del vínculo de apego anterior con algún cuidador o adulto.
- Sepan el tiempo de convivencia con su familia adoptiva y cómo fue el acoplamiento y la adaptación a la familia.
- Estén al tanto de su desarrollo físico, emocional, cognitivo y del lenguaje. Su edad cronológica a veces no es del todo exacta y aun siéndolo, puede haber grandes diferencias en algunos aspectos con relación a los niños de su misma edad.
El apego, esencial
Como cualquier información recibida, debe ser tratada con sumo respeto y privacidad haciendo sentir a la familia y al menor acogidos y queridos. Otro aspecto para tener en cuenta es el vínculo de apego: la falta de seguridad afectiva tan precoz en los niños adoptados provoca inseguridad, falta de atención, dificultad para aceptar normas y límites, así como mantener vínculos seguros y estables. Las carencias afectivas, aunque las adopciones sean en niños muy pequeños, son igualmente traumáticas.
Los docentes podemos ayudar mucho cuando sabemos de las implicaciones que esto tiene en su desarrollo escolar. Hacer que se sienta seguro, querido, deseado producirá un cambio de actitud en él y será capaz de enfrentarse a nuevos desafíos escolares, a retos propuestos y a explorar lo que le rodea, solo así podrá aprender.
La escuela debe integrar los distintos modelos familiares para evitar que el estudiante pueda sentirse excluido. En muchas ocasiones se hace de manera automática y no se cae en la cuenta. Algunos ejemplos pueden servir de ayuda:
Ejemplo 1: Cuando nombramos el ‘color carne’.
¿A qué nos referimos exactamente? Si nos fijamos en nuestro alumnado y sus diferentes razas, no estamos incluyendo a todos. El niño que no tiene un color rosado de piel puede pensar que:
- Debiera tener ese color.
- Es menos válido por no tener ‘color carne’ en su piel.
- Si no se pinta de ese color, no será reconocido, incluido…
Este cambio es sencillo y puede evitarse. Además es recomendable tener en el aula cajas de colores con diversos tonos de piel. Hay muchas marcas que los ofrecen.
Ejemplo 2: Árbol genealógico.
Muchas familias, y no solo las que se forman a través de la adopción, no poseen los mismos genes que sus padres. De nuevo, sin quererlo, nos estamos dejando ‘fuera’ a un grupo de alumnos. Este cambio también es sencillo, podemos renombrarlo como ‘árbol familiar’.
Ejemplo 3. Progenitores.
En la línea del anterior ejemplo, se escucha en muchas ocasiones hablar de ‘los progenitores del niño’. Sobre todo, en ámbitos de formación preuniversitaria o universitaria. Salvo que nos refiramos a genética en el contexto, sería más correcto nombrar ‘madres y padres’.
Ejemplo 4: Pronunciar correctamente el nombre de los estudiantes adoptados.
No hay nada más importante para sentirnos valiosos que el que nos llamen por nuestro nombre. Afecta a la autoestima, bienestar y seguridad. Hace que nos sintamos únicos, apreciados y valorado. El que los docentes pronuncien correctamente el nombre de los niños provocará que también lo hagan sus compañeros.
Son muchas herramientas las que podemos tener al alcance de nuestra mano y la mayoría muy sencillas, pero es cierto que hay que informarse para poder actuar o modificar algunas de nuestras acciones. Los cuentos son siempre grandes aliados. Los niños se sienten reflejados en ellos, se identifican, pueden servir para establecer un punto de unión, una conversación sobre algún tema… En el caso de la adopción, también lo son. No hay demasiados cuentos que aborden el tema de la adopción, pero los que hay, son maravillosos. María Crespí Rupérez es autora del cuento ilustrado infantil sobre adopción ‘Cuéntame otra vez cuánto me esperasteis’.
- Crespí Rupérez, María (Author)