Desde que nacemos, los seres humanos estamos en un constante proceso de cambio y aprendizaje. Pero es en la primera etapa de la vida, al empezar a socializar en la escuela, cuando comenzamos a construir nuestra propia personalidad, tal como viene indicando la Organización Panamericana de la Salud (Paho) desde el año 2011, a través de su Manual de Vigilancia para el Desarrollo Infantil.
Mediante este documento, la Paho también destaca la importancia de la influencia de las actividades lúdicas a fin de impulsar la resiliencia de cada niño, es decir, su capacidad de afrontar adversidades de forma positiva. Y, en este sentido, el teatro es una de esas actividades beneficiosas. De hecho, esta reconocida organización sugiere que los niños deben convivir en entornos donde puedan desarrollar todo su potencial, ya sea con juegos, humor o ambientes orientados a elevar su autoestima e incrementar su creatividad, una tarea capaz de conseguirse poniendo en práctica las instrucciones descritas en un simple ejemplo de guión teatral corto.
Tomando esto en cuenta, podemos comprender con más claridad las ideas dadas por Teresa Blanch, Antonio Moras y Anna Gasol en su libro ‘100 juegos de teatro en la Educación Infantil’. Dichos autores explican que en la etapa de tres a cinco años de edad cuando los infantes empiezan a asistir al aula, inician un proceso de relaciones totalmente nuevo, tratando con otros niños e incluso adultos fuera de su núcleo familiar, lo cual se puede reforzar y acelerar mediante la expresión teatral en clases.
Ver en AmazonFreud, Brecht o Walter Benjamin: grandes influencias del teatro infantil
No fue hasta la llegada del siglo XX cuando la idea de promover el teatro en las escuelas cobró valor. Anteriormente la dramatización estaba limitada, en su mayoría, a la escenificación por parte de personas adultas. Pero los aportes de distintos autores en pleno auge del teatro pedagógico durante la era pasada, como los del afamado neurólogo Sigmund Freud, con su teoría del psicoanálisis, ‘Personajes psicopáticos en el escenario’ o ‘El creador literario y el fantaseo’, pasaron a convertirse en un marco de referencia para analizar la manera en la que se debía realizar la puesta en escena.
Por supuesto, también influyeron otros autores como Bertolt Brecht o el poeta William Blake, entre otros reconocidos exponentes que también se dedicaron a realizar obras para un público infantil. Aunque si a alguien se le debe uno de los más grandes avances del teatro pedagógico infantil, es al filósofo berlinés, Walter Benjamin, quien le abrió el telón a la educación de las artes escénicas a los niños durante el siglo XX, bajo la idea de guiarlos mientras se sumergen en su propia imaginación interpretando diversos personajes o cumpliendo distintos roles, en lugar de, simplemente, adiestrarlos.
Gracias a todos ellos, hoy tenemos una visión más clara de la verdadera importancia del teatro para niños, pues sabemos que les ayuda a expresarse mejor mediante gestos y palabras, interpretar distintos roles o recrear situaciones de la vida real o simplemente fantásticas.
Los beneficios del teatro en edades tempranas
Según Blanch, Moras y Gasol, con la práctica de las artes escénicas los pequeños pueden aprender a escuchar a los demás, pero también a sí mismos, lo cual, junto a otros factores como los que destacamos a continuación:
- Desarrolla la creatividad de los niños. La educación teatral en la escuela fomenta la capacidad de los niños para imaginar, desarrollando así su creatividad mediante la realización de actividades lúdicas, y despertando distintas sensaciones que antes desconocían.
- Ayuda a aumentar su autoestima
- Incrementa su capacidad para expresarse. El mundo de la dramaturgia, como parte de la formación infantil en las aulas de clases, contribuye a que los propios niños conozcan nuevos mecanismos para expresar sus ideas y sentimientos ya sea por medio de las palabras o de los gestos.
- Los motiva a socializar. Otro de los beneficios del teatro infantil es que les permite a los niños compartir con otros infantes de su edad y entablar relaciones de afecto, amistades y solidaridad, haciéndoles perder el miedo de socializar.
- Les enseña a trabajar en equipo. Blanch Moras y Gasol sostienen que al participar ‘en la aventura del grupo’, los menores pueden reforzar sus cualidades para trabajar en equipo, infundiendo en ellos respeto por el esfuerzo de los demás.
- Inculca disciplina. Participar en una obra teatral requiere constancia, dedicación y atención. Por lo tanto, en el proceso los niños aprenden a ser mucho más disciplinados.
- Les ayuda a conocer su entorno. Interpretar distintos personajes de la vida cotidiana, animales, objetos u otros, obliga a los pequeños a observar el entorno en el que viven y conocerlo mejor.
- Los impulsa a asumir riesgos y afrontar distintas situaciones. Una vez que se involucren en las artes escénicas, se abra el telón y se acostumbren a desenvolverse frente a muchas personas, los niños estarán dispuestos a asumir cualquier riesgo o afrontar situaciones en la vida real.
- Transmite valores. Si hay algo que abunda en las piezas teatrales infantiles, son los valores. Además, con cada obra los niños, además de divertirse, aprenden una moraleja, lo cual los ayuda a diferenciar entre el bien y el mal, aquello que es correcto o incorrecto.
- Mejora su concentración y desarrolla el hábito de la lectura. Aprender un diálogo aumenta la concentración, pero al verlo desde una perspectiva de entretenimiento, a modo de juego, los niños centrarán su interés y, sin darse cuenta, estarán alimentando el hábito de la lectura.
Excelente punto de vista y exposición sobre las artes escénicas en el proceso educativo. Sería importante saber un poco más de como aplicarlas, por otro lado tiene usted un grupo donde pudiéramos compartir experiencias. Saludos.