Desgraciadamente, ya no sorprenden a nadie los mensajes de odio que vemos a diario en las redes sociales. Para una persona que ha defendido toda su vida el diálogo, el pensamiento crítico y la importancia de la empatía para ponerse en el lugar del otro y entender mejor los motivos de su posicionamiento, es difícil acostumbrarse a los mensajes negativos y faltos de respeto que abundan en estas plataformas. Parece que, en ellas, impera la ley del ‘todo vale’. Sin ir más allá, este tipo de opiniones son comunes en los temas relacionados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). “Basura progre” o “panfleto globalista” son solo algunos de los calificativos que suelen aparecer al hablar de ellos, procedentes habitualmente de los mismos que niegan el cambio climático, critican el lenguaje inclusivo o siguen creyendo que ‘la letra, con sangre entra’.
Los ODS no van a cambiar de la noche a la mañana el mundo en el que vivimos, pero ¿qué otra opción hay? El movimiento se demuestra andando. Y por algo hay que empezar
Javier Palazón
Es obvio que los ODS no son la panacea ni van a cambiar de la noche a la mañana el mundo en el que vivimos; un mundo caracterizado por una desigualdad extrema, la pobreza de una parte importante de la población o un cambio climático que amenaza con destruirlo tal y como lo conocemos, entre otros muchos males. Pero estar de acuerdo con ellos tampoco impide ser críticos con los organismos internacionales y todos los intereses que hay detrás de ellos, ni tampoco con las políticas de los países más contaminantes y poderosos, los primeros que se niegan a ser más ambiciosos cada vez que hay una cumbre mundial del clima. Ni mucho menos, criticar la actitud de las grandes multinacionales, más interesadas en sus cuentas de resultados que en las consecuencias de sus acciones.
Vivimos en un mundo globalizado plagado de guerras absurdas, injusticias, desigualdades y tensiones de todo tipo. ¿Qué hacemos ante todo ello? ¿Nos quedamos de brazos cruzados sin intentar al menos aportar nuestro granito de arena? ¿No intentamos concienciar desde los centros educativos a los ciudadanos del presente y del futuro sobre el mundo en el que vivimos? ¿Desarrollar en ellos un pensamiento crítico que les permita ser ciudadanos más responsables? De lo contrario, ¿qué opción hay? El movimiento se demuestra andando. Y por algo hay que empezar.
Este editorial se publicó en el Nº 49 de la Revista EDUCACIÓN 3.0, correspondiente a febrero de 2023. Puedes comprar el último número de la revista en nuestra tienda online. En ella hay reportajes y artículos sobre chatGPT, programación en las aulas, soft skills, un especial sobre plataformas educativas ¡y mucho más!