Cuando iba al colegio, sólo me juntaba con compañeras ‘excluidas’ de la única pandilla que había en la clase, que lideraba una niña con mucha seguridad en sí misma y nula empatía.
Me acostumbré a sus desprecios y aprendí a simular que no me importaban, aunque por la noche lloraba en la oscuridad de mi habitación por no ‘merecer’ ser parte de esa élite. Con los años, seguí luchando por superar mi timidez, por incrementar mi autoestima, por ganar en iniciativa y no permitir que nadie me convenciera de que ‘no valía’.
No creo que sea la única que haya vivido esta lucha; sin duda, una lucha que te lleva toda una vida superar… Y en la mayoría de los casos, se produce en solitario y empieza a dar sus frutos en la madurez cuando, después de muchas experiencias dolorosas y esfuerzos valientes, descubres que vales la pena, que eres fantástica y, por fin, te ‘enamoras’ de ti misma, paso clave para disfrutar del ‘aquí y ahora’ y tomar las riendas de tu vida.
¿Y si los docentes fueran emocionalmente competentes para afrontar conflictos, guiar talentos y sostener estados emocionales dolorosos?
Educación emocional, imprescindible en el aula
Pero, ¿y si nos empezaran a enseñar esto en la escuela? ¿Y si los centros incluyeran un espacio para la conciencia, expresión y regulación de emociones? ¿Y si los docentes
fueran emocionalmente competentes para sostener estados emocionales dolorosos,
apoyar comportamientos saludables, guiar talentos, afrontar conflictos, colaborar
con las familias en el necesario crecimiento personal del alumnado…? Ay, si esto fuera
posible… ¿Qué pasaría?
Puedo anticipar la respuesta. Y no es una utopía. Ya se está viviendo en multitud de
centros educativos en los que la educación emocional forma parte del plan de centro de
forma transversal. Algunos incluso se han atrevido a darle el protagonismo que merece
en forma de asignatura obligatoria. Ya llegamos tarde, es cierto. Pero nunca es tarde para
ayudar a evitar que los niños se sientan perdidos y poco valorados en la escuela. Nunca es
tarde para contribuir a que crezcan empoderados y escuchados. En el reportaje de portada
del número 31 de la revista EDUCACIÓN 3.0 abrimos un espacio a ‘Educar en emociones’
y abordamos las claves para desarrollar un programa de educación emocional en tu aula.
Preparados, listos… ¡ya!
En este vídeo podéis ver algunos de los contenidos publicados en el nº 31 de la revista impresa, correspondiente a verano 2018. La revista en papel tiene 100 páginas.
¡Tan necesaria! Pero veo a gran parte del profesorado estancado y poco receptivo con este tema. Es un poco frustrante.
Sensibilizar al ser humano es un trabajo de día a día. Comenzar por el maestro es el reto actual.
Yo no diría empezar por los docentes, yo diría empezar por casa, porque el docente no es el educa el docente enseña, la tarea de educar es de los padres de la familia. El trabajo de sensibilizar empieza en casa. para luego en la escuela se complete.
El profesorado no está estancado. Todo lo contrario. Pero veo que el problema está en que se está cargando de infinidad de tareas que no puede abordar con total éxito. Si nos paramos a hacer balance de todos los temas que se tratan o han de tenerse en cuenta: coeducación, medio ambiente , emociones, bullying, atención a la diversidad, proyectos, trabajo cooperativo, tecnologías, excursiones, primeros auxilios , gamificación y muchas mas. Sin olvidar los contenidos propios del currículum y las tareas burocráticas.Todos y todas queremos tratarlos y se hace bastante. Pero hay que reconocer que no se puede dejar todos estos temas en manos de la escuela y del profesorado. Es muy complicado llevarlos todos a la práctica y con éxito garantizado. Hay que sensibilizar a más sectores de la sociedad e implicar a más colectivos dentro de la escuela.
En realidad debería haber políticas de estado que exijan a las familias una verdadera educación integral. Estoy de acuerdo que la educación empieza en casa y en el colegio complementamos. Los padres son los primeros educadores; sin embargo lamentablemente la realidad evidencia un abandono impresionante. Los padres trabajan "TANTO" y por ello no prestan atención a las distintas necesidades de sus hijos. La educación emocional empieza por casa.