Un dictador en las aulas. Por Carlos Marchena

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Carlos Marchena González, director de la División Educativa de Grupo Anaya, reflexiona en este artículo sobre el papel de los libros de texto en las aulas. ¿Estáis de acuerdo con él?
Los diseños curriculares que regulan los distintos tramos educativos de nuestro sistema de enseñanza vienen determinados por un marco legal, siendo el último nivel el correspondiente al profesorado. En este sentido, el mundo de la edición educativa no constituye ningún poder oculto aliado con intereses económicos particulares sino que está a disposición de toda la sociedad.
Cualquier profesional que frecuente centros educativos puede comprobar que los docentes se afanan en buscar respuestas a las múltiples singularidades que los discentes evidencian. No se conforman únicamente con las propuestas concretas y genéricas que el libro proporciona.
El profesorado nunca ha sido cautivo del libro, ni de cualquier otro material que haya podido tener de apoyo. Siempre ha sido un referente para su labor.

La ‘galaxia digital’

Por ello, resulta oportuno profundizar en las mejoras y las posibilidades que los textos escolares deben aportar a un sistema educativo que persigue la excelencia y, en consonancia con los cambios sociales que se vienen produciendo de forma acelerada en las últimas décadas: la ‘galaxia digital’ y la creciente diversidad que caracteriza a las sociedades actuales.
Estos términos del binomio descrito adquieren especial plasmación, bajo la expresión que se va imponiendo de centros de ‘no texto’, donde no se utiliza papel para el aprendizaje. Esta circunstancia se incrementa en los niveles iniciales del sistema educativo, para luego ir poco a poco reduciéndose. Igualmente, suele estar focalizada hacia las áreas/materias no troncales/instrumentales del diseño curricular.

Los movimientos ‘no texto’

El libro de texto no parece haber escapado al ‘populismo’, en minúsculas y en su vertiente más peyorativa, reinante en la sociedad.
A pesar de que presenta múltiples plasmaciones, las apariencias de modernidad de estos movimientos ocultan serias limitaciones curriculares. El aparataje tecnológico no deja de ser un complemento estético que no va más allá de facilitar procedimientos más atractivos, en comparación con la visión plana que supone el libro de texto, facilitando la motivación del alumnado en un proceso pasivo de transmisión de conocimiento.
No obstante, es necesario reconocer que efectivamente se elaboran unos recursos didácticos totalmente innovadores.
La gestión de los contenidos válidos para alcanzar el oportuno nivel competencial por parte del alumnado ya debe estar superado, lo que ya no es tan mecánico y simple es seleccionar esa información, estructurarla, analizarla y aplicarla en aquellas situaciones en que resulte pertinente.
En estos planteamientos renovados también está presente el mundo editorial; corroborando dichas experiencias y suministrando el apoyo necesario.
Tales experiencias vienen a representar un magnífico yacimiento de ideas, propuestas, materiales, planteamientos, recursos… que, contrastada su validez, se incorporan al formato texto, ya sea papel o digital. De esta forma, se optimizan y actualizan estas innovaciones en la línea de conseguir una escuela de calidad.

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1 comentario
  • La realidad , en bastantes ocasiones, es que la presión de los contenidos (sociedad , centros ,etc..) , la no lectura y trabajo previo del currículum , lleva a una "dejadez" sobre el soporte de contenidos ,que es el libro, del que es difícil salir para muchos docentes. No debería ser un dictador , pero lo acaba siendo.

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