¿Cómo se llega al corazón del alumno? Es una pregunta que me ha acompañado durante todos mis años de docencia. Quizás por el hecho de trabajar en una escuela de Educación Especial donde o conectas con el alumnado, o no se abre la puerta al aprendizaje. Digo que no se ‘abre’ porque soy consciente de que solo abriéndose el alumno muestra interés por lo que el docente le ofrece. Llegar a su corazón siendo capaz de posicionarse delante de él con lo que yo llamo el trébol de la suerte del profesorado: cada pétalo de este muestra un recurso indispensable en el aula para el acompañamiento emocional de los estudiantes.
Trabajar la mirada, la escucha, la comunicación y el vínculo
El primer recurso del que voy a hablar es la mirada. Cuando tengo un alumno delante, me pregunto: ¿dónde está mi foco de atención?, ¿en qué me fijo: en sus fortalezas o en lo que no sabe hacer?, ¿veo aquello que lo hace único e irrepetible? Cuando en mis formaciones hablo de la mirada del profesorado explico la teoría del andamiaje de Vigotsky: solo desde los conocimientos previos podemos seguir cimentando el aprendizaje. Por ello, es vital saber el punto de partida de los estudiantes, observar sus fortalezas, en qué son competentes y desde ahí hacer la propuesta educativa.
El segundo recurso es la escucha. En este punto, es importante cuestionarse ¿desde dónde escucho al alumno?, ¿desde la mente?, ¿desde la emoción?, o ¿desde el cuerpo? Te invito a hacer una escucha activa y plena teniendo en cuenta no solo el discurso oral del alumnado, sino también como habla su cuerpo y como se expresa su emoción. Escuchar sin la necesidad de estar elaborando la respuesta que le vas a dar al estudiante para no perder parte de la información que está expresando. Simplemente ábrete a recibir el mensaje que todo su corporalidad te está trasmitiendo. Déjate sorprender al captar nuevos mensajes que no verbaliza y a la vez su cuerpo y emoción gritan.
La comunicación es el tercer pétalo de este trébol. ¿Cómo me comunico con el alumno?, ¿cómo le hago accesible la información que estoy compartiendo en el aula?, ¿qué canales ofrezco al alumno para que se exprese? Uno de los ejes del Diseño Universal del Aprendizaje es cómo en el aula se ofrecen diferentes canales de reconocimiento de la información. También se ofrecen múltiples oportunidades de expresión. Por ello, la comunicación va más allá de lo que se dice y se ve. Se incluyen las nuevas tecnologías cómo vehículo comunicativo tanto en lenguaje expresivo como receptivo.
El último pétalo habla del vínculo. Para mí, el vínculo es un ingrediente mágico para que se dé el aprendizaje. Si el profesorado crea un vínculo amoroso, el resto se dará por añadido.
Creando vínculos a través de la Pedagogía del Bienestar
Para generar dicho vínculo me gusta hablar de la Pedagogía del Bienestar: aquella que entra en el aula ofreciendo espacios específicos para trabajar las competencias existenciales de inteligencia emocional en cuatro ámbitos:
- Conciencia de uno mismo
- Autogestión
- Conciencia social
- Gestión de las relaciones sociales.
Para desarrollar estas competencias es necesario dedicar tiempo diario a su aprendizaje. Para ello, propongo diferentes actividades para que el alumnado las adquiera y luego las ponga en práctica en aquellos momentos de su día a día que las necesita. Momentos en los que necesita gestionar sus emociones, tenga retos en las relaciones sociales…
DUABE: una nueva manera de trabajar la salud mental
Así, partiendo del Diseño Universal del Aprendizaje: DUA, he diseñado el concepto DUABE: Diseño Universal de Aprendizaje y Bienestar Emocional. El DUABE parte de las creencias, los sueños y los deseos que tienen estudiantes, familias y profesionales generando un marco centrado en la salud mental de todos ellos. Ofrece una actitud preventiva y generadora de bienestar partiendo de los cinco parámetros de los que habla el apoyo conductual positivo:
- Estructurar el entorno para favorecer el aprendizaje
- Mejorar la calidad de vida de los alumnos
- Enseñar habilidades nuevas para el desarrollo de las competencias existenciales y desarrollo de la inteligencia emocional
- Actuar sobre las consecuencias de las conductas del alumnado
- Reforzar la conducta positiva
El DUABE se nutre de diferentes técnicas como la Programación Neurolingüística (PNL), el mindfulness, la kinesiología educativa, la respiración, el coaching educativo, técnicas gestálticas y el apoyo conductual positivo. En este marco el docente pone en práctica las cuatro herramientas del trébol de la suerte que he comentado.
Por último, el DUABE pone en marcha actividades para cubrir las necesidades emocionales tanto de los docentes como de los estudiantes. Dichas necesidades son: la necesidad de pertenencia al grupo, de reconocimiento, de sentirse seguro, la necesidad de drama, entendida como ese espacio donde poder vaciar la mochila emocional, la de diversión, de transcendencia, de desarrollo y la de amor. No tener cubiertas estas necesidades es como estar sediento o hambriento y no tener qué beber ni qué comer.
Personalmente apuesto por la ampliación del currículum en dos áreas. Por una parte, la inteligencia emocional de la que nos habla el psicólogo estadounidense Daniel Goleman y, por otra parte, las competencias existenciales a las que tanto apuntaba Claudio Naranjo, psiquiatra chileno.
Desde mi punto de vista la escuela capacita y cimenta aquellas competencias que serán necesarias para el resto de nuestra vida; pues bien, si queremos que nuestros alumnos sean empáticos, resilientes, alegres, sanos, creativos, resolutivos… ¿Cómo vamos a hacerlo real? ¿Qué actividades vamos a diseñar? ¿Cuánto tiempo vamos a dedicar a entrenar dichas habilidades tan necesarias para la vida? ¿Cuál es el compromiso del sistema educativo con el bienestar y la salud mental de los alumnos?
Raquel Martínez Pulido es la autora del libro ‘¿Cómo se llega al corazón del alumno?’, con el que aprender con mayor profundidad sobre el tema del que versa este artículo.
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