¡De vuelta! Como cada año por estas fechas, estamos enfrascados en la previsión de las clases. Nos toca situar sobre papel aquellas ideas surgidas en pleno periodo estival. Pero este curso tiene varias dificultades añadidas. Así pues, ¿cómo plantear las clases para que, a partir de ahora, la calidad educativa se vea afectada lo mínimo posible?
Abordar el aprendizaje en el curso de la pandemia
Para empezar, antes de implantar cualquier cambio pedagógico, vale la pena preguntarnos qué esperamos conseguir de nuestros estudiantes. Sin duda, que se expresen, que se socialicen, que exploren tanto los propios límites como los del entorno y que se descubran como los más creativos.
Pero, ¿cómo hacerlo y qué papel jugamos los docentes en todo este embrollo? Planteándoles retos emocionantes que los interpelen y que se basen en sus intereses. Escuchar a los alumnos, pues, será ineludible pero también hacer cuanto sea posible para acercar su mundo al aula.
- Fomentar la reflexión y el pensamiento crítico. Ante cualquier reto de aprendizaje siempre deberemos plantearnos si les va a servir en este sentido. ¿Usaremos Instagram sólo para atraer su atención o nos servirá también para que lo perciban de un modo distinto? Cualquier herramienta del entorno puede convertirse en herramienta educativa.
- Romper las barreras disciplinares. Otra cuestión importante al lanzar propuestas al alumnado es si integran los conocimientos de una disciplina y los de otras. Romper las barreras disciplinares sirve para demostrarles que el aprendizaje está en cualquier parte y que es la suma de todo.
- Confeccionar retos abiertos. Que no tengan un único modo de resolución. Es mejor dejarnos sorprender para dar la bienvenida a la creatividad y desterrar de una vez por todas el famoso ‘se lo han copiado de internet’.
- Trabajo en equipo. Este año hay que apostar más que nunca por los trabajos en equipo. Así, cuando uno o más estudiantes tengan que estar en cuarentena, no se desmarcarán del ritmo de trabajo porque seguirán siendo parte de un gran engranaje. Si es preciso, podrán interactuar a través de la pantalla con los compañeros y con nosotros. Pasará a ser algo natural.
- Propuestas de aprendizaje válidas para dentro y fuera del aula. Habrá que asegurarse de que cualquier propuesta de aprendizaje que formulemos funcione en el aula y en una hipotética situación de confinamiento. Los estudiantes podrán trabajar de manera activa tanto si asisten al centro como si están en sus casas.
¿Y si se vuelve a la educación online?
En caso de que las clases vuelvan a ser telemáticas, podremos pedirle al alumnado que estén en videollamadas reducidas. Será como si nos paseáramos por el aula mientras trabajan en grupos. Las plataformas de videotelefonía permiten crear varios enlaces de acceso; uno para cada equipo de trabajo. De este modo, podremos entrar y salir tantas veces como sea necesario y comprobar cómo evolucionan los procesos de aprendizaje.
Por otro lado, los estudiantes no permanecerán en silencio detrás de la pantalla, sino que hablarán, debatirán y, lo más importante, interactuarán entre sí. Lo necesitan y no podemos negárselo.
Hay youtubers y canales temáticos que pueden ofrecernos vídeos teóricos de gran calidad. Podemos aprovecharlos y centrar, por tanto, nuestra función en la organización, el asesoramiento y, sobre todo, en el acompañamiento emocional. Si ya de por sí las clases magistrales están en horas bajas, este año deberíamos reducirlas a la mínima expresión.
Planificar los dos primeros meses
¿Va a ser difícil? Sí. ¿Tenemos que tenerlo todo planificado y cerrado desde un principio? Ni por asomo; por ahora más vale ocuparse de los dos primeros meses. Ya habrá tiempo de lo demás. ¿Podremos llegar a lo de siempre? No, pero no pasa nada. Este curso es distinto y alejarse de la frustración va a ser una cuestión de supervivencia.
Se abre un camino incierto, pero no imposible. Es un buen momento para recuperar propuestas pasadas que podrían haber crecido un poco más si no fuera por las prisas y el ritmo acelerado del curso. Disfrutemos de la calma sosegada y del aprendizaje lento. Sumemos fuerzas también con nuestros colegas de claustro.
Cuando lleguen los alumnos el primer día, también tendremos que escuchar lo que tengan que decir. ¿Qué les apetece hacer? ¿Qué les interesa? ¿Y si elaboramos proyectos a partir de sus aspiraciones y de los contenidos que queremos que aprendan?
Va a ser un curso complicadísimo, sí, pero es más necesario que nunca.