Los tiempos de recreo y los patios escolares nacen como momentos de descanso de las actividades lectivas, de juego, de desarrollo intrapersonal e interpersonal. En un corto espacio de tiempo, los docentes venimos observando las necesidades emocionales y sociales que presentan los menores debido al cambio social que ha sufrido nuestro día a día a través de la digitalización y la globalización. Todo esto se ha visto amplificado por la pandemia y los períodos de confinamiento que han parado las actividades sociales de todos los individuos. Esta situación ha puesto en valor los programas de educación emocional del alumnado con el compromiso de desarrollar esta competencia desde edades tempranas.
Esta es una de las razones por las que la mejora de la convivencia debe ser un pilar para paliar parte del daño educativo y la brecha social generada. Son muchos los centros que desde hace años han empezado a construir estructuras de centro basadas en la participación de todos los agentes educativos. Ejemplo de ello son los programas de Ayuda y Mediación entre iguales, las Prácticas Restaurativas o el Modelo Dialógico, que han otorgado una participación activa y relevante al alumnado, mejorando así la manera de resolver pacíficamente los conflictos generados en las aulas y los recreos, y creando espacios seguros para todos y en los que mejora la calidad del centro.
Espacios de actividad física
Los tiempos de recreos son momentos en los que se debe fomentar la actividad física. En la actualidad un elevado porcentaje de niños y adolescentes realizan muy poca actividad con consecuencias para la salud mental y física de los menores. Por este motivo, una parte del patio debemos dedicarla a la promoción de la actividad física y los hábitos de vida saludable.
Habitualmente la actividad física condiciona las actividades que se realizan en los patios y es constante ver la supremacía de los deportes con balón (como el fútbol o el baloncesto), acaparando buena parte del espacio y reduciendo otras actividades del recreo a espacios más pequeños o residuales. A la vez, esta distribución hace que sigan existiendo diferencias entre los juegos de ‘niños’ y los juegos de ‘niñas’, provocando en ocasiones conflictos durante los recreos por razón de género.
Espacios de igualdad
Desde la realidad anterior es fundamental incluir la perspectiva de la coeducación, partiendo de la igualdad entre hombres y mujeres y la no discriminación por cuestiones de género. Crear zonas de juegos y experiencias en las que los espacios estén distribuidos en actividades que promuevan la coeducación es necesario para combatir estos estereotipos, que siguen afectando en el ámbito educativo y pueden observarse, entre otras cuestiones, en las vocaciones STEAM de niñas y adolescentes.
Espacios de medioambiente
Tradicionalmente los patios de recreo de los centros educativos se han construido como lugares en los que las pistas deportivas de hormigón ocupan prácticamente todo el espacio, quedando sin consonancia con el medioambiente, sobre todo en las grandes ciudades. El respeto al medioambiente y aprender de la naturaleza se estudia, en muchas ocasiones, solo desde las imágenes que aparecen en los libros o en las pantallas digitales. En este sentido se han empezado a implementar algunas actuaciones como los huertos escolares o huertos verticales. Desde la perspectiva del cuidado y del respeto al medioambiente, los patios deben convertirse en espacios impregnados de naturaleza y deben hacer al alumnado partícipe y responsable de este cuidado.
Espacios de inclusión
Pero sin lugar a dudas la perspectiva que no puede faltar en nuestros centros escolares es la del respeto a las diferencias y la inclusión plena y real de todo el alumnado. El patio es un lugar que puede ser muy agradable para la mayor parte del alumnado pero también se puede convertir en un tiempo atroz para los alumnos que tienen otras necesidades, capacidades o falta de habilidades para relacionarse con los iguales. Los espacios de recreo deben convertirse en los primeros lugares en los que la inclusión sea una realidad puesto que debemos atender a la diversidad de las aulas desde todos los rincones del centro.
Con todas estas perspectivas queda latente la necesidad de repensar todos los espacios de las escuelas: no sólo las aulas, sino también los pasillos y los patios de los centros escolares. Cabe destacar la importancia que esto supone para un centro, y no solo pensar, sino llevarlo a cabo debe ser una tarea compartida por toda la comunidad educativa, en la que todos los agentes implicados puedan trabajar de manera activa teniendo en cuenta las perspectivas anteriormente indicadas y también las particularidades de cada centro en concreto.