¿Qué está ocurriendo en nuestra sociedad cuando hablamos de redes sociales? Su creciente uso ha hecho que surjan preocupaciones éticas y de privacidad con respecto a la gestión de los datos y cómo estas mismas redes entrenan algoritmos para organizar el contenido que muestra a sus usuarios.
Anteriormente se podía medir si un producto funcionaba mejor o tenía mayor impacto después de haberlo publicitado y analizado, pero ahora el escenario ha cambiado y las empresas están midiendo si las personas cambian sus comportamientos mientras navegan, visualizan e interactúan, y donde los ‘feeds’ de cada usuario se ajustan constantemente para obtener la información deseada. En resumen, nuestro comportamiento se está convirtiendo en un producto.
Toda esta forma de alimentar a estos algoritmos para que nos conozcan y recomienden cada vez de forma más efectiva se logra principalmente a través de los dispositivos personales conectados. Recopilan datos sobre las comunicaciones, los intereses, los movimientos, el contacto con los demás, las reacciones emocionales ante las circunstancias, las expresiones faciales, las compras, los signos vitales de cada persona: una variedad de datos ilimitada y en constante crecimiento.
Mayor consumo de tiempo
Los feeds personalizados se optimizan para ‘atraer’ a cada usuario, a menudo con señales emocionalmente potentes, lo que puede llevar con más frecuencia en edades más tempranas a una cierta adicción. El objetivo es hacer que cada vez se pase más tiempo en el sistema, de esta forma la cantidad de datos será mayor y la optimización de los algoritmos será exponencial.
Las redes sociales impactan en los menores de manera diferente según sus fortalezas y vulnerabilidades. Para algunos, su uso tiende a ser relativamente neutral o quizás incluso beneficioso. Sin embargo, para muchos otros, los efectos positivos y negativos pueden amplificarse. Por eso estos algoritmos de inteligencia artificial pueden manipular con mayor facilidad la conducta. Efectos como las conocidas ‘jaulas de oro’ provocan que los adolescentes vayan cerrando su círculo de visualización e interacción sobre temas muy concretos, perdiendo la información de otros contenidos y la percepción más amplia de lo que están visualizando.
"Comprender la forma en la que funcionan estos algoritmos brinda a los jóvenes herramientas para enfrentarse a ellos"
Actualmente existen algoritmos que en apenas 120 minutos de interacción son capaces de conocer los puntos de interés y de mayor atención de un usuario con una fiabilidad por encima del 84%. Atendiendo a este dato se podría afirmar que un adolescente que acceda por primera vez a una red social estará viendo un contenido sesgado por los algoritmos al segundo día de uso.
Alfabetización digital: clave para luchar contra los algoritmos
La actuación de los centros educativos es de suma importancia en este nuevo escenario ya que los menores que han recibido educación sobre alfabetización digital en sus aulas entienden el ecosistema de la información de una manera que no solo genera resiliencia, sino que les permite analizar y evaluar todo el contenido de los medios, ya sea una imagen de las redes sociales o una noticia creada para ser creíble.
Comprender la forma en que viaja la información, la forma en que funcionan estos algoritmos, las técnicas persuasivas de los anuncios o la cultura de los influencers les brinda las suficientes herramientas para poder enfrentarse a esta nueva situación.
La preocupación de las familias y centros educativos sobre el uso de las redes sociales son presagio de lo que nos espera en un futuro relativamente cercano. Los valores, los sistemas políticos, las interacciones sociales y la economía están cambiando con la llegada de la inteligencia artificial, los algoritmos, el metaverso, la realidad virtual y el crecimiento exponencial de la computación. A medida que estos efectos vayan creciendo y se vuelvan más complejos es más necesario un programa de educación digital dentro de nuestra comunidad educativa.