En su famoso ensayo ‘Algo va mal’ (Taurus, 2010), el desaparecido historiador y pensador Tony Judt apuntaba que había llegado el momento de detenernos y decidir en qué mundo queremos vivir, desafiando a oponernos a los males de nuestra sociedad y afrontar nuestra responsabilidad sobre el mundo en que vivimos. El capitalismo salvaje de los mercados, el desprecio por lo público, la adoración del crecimiento ilimitado, las diferencias cada vez mayores entre pobres y ricos… Nada quedaba fuera del análisis de Judt, que también criticaba duramente el estilo egoísta de la vida contemporánea.
- Judt, Tony (Author)
Han pasado más de diez años desde su publicación y las palabras de Judt siguen estando muy presentes en mis pensamientos. Desde hace tiempo la idea de que ‘algo va mal’ me acompaña prácticamente a diario, unida a una creciente impotencia. No puedo dejar de pensar que ‘algo va mal’ cuando muere cualquier mujer en manos de la violencia machista de un hombre. Hace unos días en Totana (Murcia) un joven de 19 años asesinaba a una chica de 17 años porque había decidido poner fin a la relación que mantenían. ¿Qué lleva a un adolescente a quitar la vida de su ex novia por este motivo? Yo no puedo ni podré nunca entenderlo, por muchos males de amores y calabazas que sufriera, como muchos, durante mi adolescencia. Tampoco logro entender cómo un hijo puede llegar a terminar con la vida de sus padres y su hermano después de una discusión familiar, como sucedió recientemente en Elche (Alicante). Por muchas razones psicológicas o sociales que le den un mínimo de sentido, soy incapaz de entenderlo ni de que al final quede como un suceso más de la conocida como la España ‘negra’.
‘Algo va mal’ cuando el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte entre los jóvenes de 14 a 29 años o cuando la salud mental es tratada con cierto cachondeo por una parte de la bancada política: la depresión es un tema gravísimo que afecta a miles de personas, y de jóvenes en particular, motivada en gran medida por la falta de socialización que ha causado la pandemia, el negro futuro panorama laboral, los trabajos precarios… Muchos de ellos, además, no pueden contar con la ayuda de psicólogos y especialistas que les ayuden porque no tienen recursos económicos para poder pagarlos.
¿Hay solución? ¿Tenemos que asumir como sociedad que todo esto ha pasado, pasa y seguirá pasando? ¿Aceptar sin más que no se puede hacer frente a esta situación?
Javier Palazón
Y podría seguir enumerando ejemplos de que ‘algo va mal’ en un auténtico ejercicio de masoquismo: la muerte apaleado de un joven a manos de un grupo de descerebrados al grito de “maricón”, la violación en manada de mujeres en distintos lugares, los abusos sexuales a menores… Mejor lo dejo porque la lista sería tristemente larguísima. ¿Hay solución? ¿Tenemos que asumir como sociedad que todo esto ha pasado, pasa y seguirá pasando? ¿Aceptar sin más que no se puede hacer frente a esta situación? Francamente, hay muchos días que empiezo a dudar de que tengamos remedio como sociedad, ya que muchas veces aceptamos todo lo que sucede con una normalidad y resignación preocupante y triste. Como si la realidad fuera una aplicación del teléfono móvil que basta con cerrar o hacer scroll cuando nos cansamos de ella o algo nos desagrada. O como si estuviésemos tan anestesiados que ya nada nos afecta a pesar de la gravedad de lo sucedido.
Me niego a creer que no podamos hacer nada. Si hay una solución y una respuesta, esa es, sin duda, la educación. El trabajo diario de miles de docentes en sus aulas y en colaboración con las familias.
Javier Palazón
Me niego a creer que no podamos hacer nada. Si hay una solución y una respuesta, esa es, sin duda, la educación. El trabajo diario de miles de docentes en sus aulas y en colaboración con las familias, dando el lugar que se merece a la educación en valores (empatía, respeto, resiliencia…) y emociones (alfabetización emocional, regulación…), cultivando el pensamiento crítico, fomentando la lectura… Leo la entrevista que nos ha concedido Montserrat Grañeras, asesora del Gabinete del Secretario de Estado de Educación y responsable de la Unidad de Igualdad del MEFP, y sus palabras me contagian de optimismo y vislumbro una luz de esperanza: “La mejor medicina es la educación”.