Llamadme iluso si queréis, pero ahora más que nunca creo que algo está cambiando en la educación en nuestro país. Puede que mi visión se encuentre algo distorsionada o incompleta porque no he visitado ni una mínima parte de la totalidad de los colegios españoles, pero sí creo que puedo tener una amplia visión por las numerosas experiencias que llegan a diario a nuestra redacción, por las conversaciones con docentes en todo tipo eventos educativos y congresos a los que he tenido la suerte de asistir o por los propios informes y estudios que se han presentado recientemente.
Llamadme iluso, pero tengo la sensación de que nunca como hasta ahora había visto tal variedad de experiencias innovadoras en la aulas en la que las metodologías activas son parte importantísima en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Nunca había visto tal boom de eventos sobre innovación y educación a los que asisten miles de docentes para formarse o inspirarse al escuchar a cualquiera de la larga lista de expertos en materia educativa que podemos encontrar en la actualidad. Con mayor o menor acierto, estemos de acuerdo o no con su mensaje, lo cierto es que sirven de referencia a miles de profesionales.
Nunca como hasta ahora había visto tal variedad de experiencias innovadoras en las aulas protagoni-zadas por metodologías activas
¿Vaso medio lleno o medio vacío?
Pero a pesar de todo, soy optimista. Veo más que nunca una corriente imparable de docentes, equipos directivos, representantes de administraciones públicas, padres, madres y, muy especialmente, alumnos y alumnas que tienen claro que otra educación es posible, que son conscientes de que los centros educativos no pueden ser iguales que los de hace cincuenta años, que perciben que las nuevas metodologías activas han llegado para quedarse y ayudar en el proceso de enseñanza-aprendizaje y que tienen claro que las tan vilipendiadas nuevas tecnologías (que de nuevas tienen poco) ya no son un fin en sí mismo sino herramientas imprescindibles de innovación para formar a los ciudadanos y ciudadanas del mañana.
¿Creéis que sigo siendo un iluso? En tal caso, acepto las críticas estoicamente. Pero, de verdad, ¿creéis que el vaso está medio lleno o medio vacío? No tengo la menor duda de que hay muchísimo por hacer y que mejorar en todos los sentidos, especialmente desde el ámbito de la administración pública que debería invertir más y proporcionar más recursos para que no se produzca un definitivo distanciamiento entre la educación pública y la concertada-privada.
Este editorial se publicó en el Nº 30 de la Revista EDUCACIÓN 3.0 impresa, correspondiente a primavera 2018. Para poder leerla es preciso suscribirse: podéis hacerlo como centro o como particular llamando por teléfono (91 547 00 95) o a través de la página web. Además, ahora y hasta el 24 de febrero, aprovéchate del 20% de descuento en la suscripción.