En España hay 16,8 millones de videojugadores. Por edades, y según datos proporcionados por la Asociación Española de Videojuegos (AEVI), los más jóvenes son los que más juegan. Así, lo hace el 80% de los niños entre 6 y 10 años, una cifra similar los que tienen entre 11 y 14 (78%), y el número empieza a disminuir en la franja entre 15 y 24 años (66%).
Con independencia del el debate sobre si es adecuado o no que los niños jueguen con videojuegos, la cuestión se centra para muchos expertos en cuánto tiempo. La Academia Americana de Pediatría considera que de 3 a 12 años lo adecuado sería de una a dos horas al día y preferiblemente durante los fines de semana.
“Depende de la edad y del tiempo libre del niño/adolescente, podemos hablar de entre una y tres horas diarias de uso”, sostiene el neuropsicólogo Daniel Rama y vicepresidente de Asociación Española de Psicología del Niño y Adolescente (APSNAE).
“Con esto no quiero decir que el límite sea de tres horas, si no que esta es la referencia que hay que establecer como tope. Si juegan dos horas, mejor que tres”. Y hace una recomendación a los padres: “Lo mejor es acordar con ellos el tiempo máximo de uso, aunque sean videojuegos educativos, y ponerles un límite”.
Para qué juegan
Aunque el tiempo no debería ser el único criterio en el momento de establecer las reglas. “También es importante conocer ‘para qué’ juegan: no es lo mismo que sea para divertirse o integrarse socialmente, con los posibles beneficios que esto conlleva, que para abstraerse de la realidad o como único regulador emocional, donde pueden aparecen los riesgos”.
Lo que no hay que perder de vista es que el uso de videojuegos no es preocupante en sí mismo. Es una forma de entretenimiento y una herramienta de aprendizaje como lo puede ser un libro. “Jugar de una manera adecuada es útil y activa el desarrollo de capacidades cognitivas, como la memoria, atención sostenida, capacidad de concentración, socialización (especialmente interesante en niños introvertidos), toma de decisiones o creatividad”, enumera el neuropsicólogo. “Incluso mejora la comprensión lectora en algunos casos de dislexia”.
Tanto el tiempo como el tipo de contenidos han de ir en consonancia con el estilo educativo elegido por los padres, además de con la edad del niño. “Estudios recientes han concluido que, aunque el videojuego incluya contenido violento, si se juega un tiempo limitado de no más de media hora, no está demostrado que exista una relación causa-efecto con malos comportamientos”, afirma Daniel Rama.
Poner límites para evitar riesgos
Los videojuegos son una forma más de entretenimiento, e igual de beneficioso o perjudicial que dedicarle más tiempo del adecuado a ver la televisión, por ejemplo. Lo que sí es importante es que no sea la única fuente de ocio, si no una opción más, y que haya variedad, tanto en el tipo de juego como en los contenidos. En esto es esencial que se atiendan las recomendaciones de uso por edades especificadas con el código PEGI.
La otra cara, la de los riesgos, tampoco debe ser pasada por alto, pero sin demonizarlos. Una sobreexposición o un mal consumo de los videojuegos puede ser perjudicial. “Puede provocar disfunciones en la alimentación o en el descanso, por olvidarse de comer o perder horas de sueño por jugar, junto a problemas físicos posturales y dolores de espalda. Desde el punto de vista psicológico, puede derivar en malestar, agresividad, trastornos disociativos (desconexión con la realidad), confusión entre realidad y fantasía, alienación social y nomofobia (miedo a estar desconectado de la red)”, advierte el vicepresidente de APSNAE.
Para prevenir este tipo de situaciones, lo mejor es gestionar de manera adecuada el uso tanto de los videojuegos desarrollados con un fin educativo como de los destinados al ocio. Es recomendable que se les inculquen hábitos como no dar información a desconocidos o elegir los títulos en familia, incluso algunos que puedan compartir padres e hijos. Este test de Empantallados.com puede ser de gran ayuda.
Rama también recomienda establecer entre todos el tiempo de uso y las consecuencias si no se cumple con lo acordado. Y ofrece un consejo más: “No apagar la videoconsola ni amenazarles con hacerlo, ellos mismos han de responsabilizarse de cumplir los límites”.