El uso de tecnologías inmersivas como la realidad virtual, la realidad aumentada y la realidad mixta dentro del aula es cada vez más frecuente. Según el Informe del Observatorio de Innovación Educativa del Instituto Tecnológico de Monterrey, estas tecnologías experimentarán un crecimiento exponencial en los próximos tres años dentro del mundo de la educación. El mismo informe amplía la información añadiendo que por sí solas no incluyen ninguna ventaja en el aprendizaje y que, para que éste surja, “los recursos tecnológicos deben ser parte de una actividad cuyo diseño es responsabilidad del docente”.
La principal característica de estas tecnologías es que crean un espacio virtual (independiente del mundo real o combinando elementos de éste) en el que es posible vivir una experiencia única en primera persona. Aunque tienen algunos puntos clave similares, entre ellas existen algunas diferencias esenciales que es necesario conocer para decantarse por una u otra a la hora de diseñar alguna actividad o proyecto.
Un escenario con dos espacios
La realidad aumentada completa el espacio real con elementos imaginarios. Con este tipo de tecnología se busca enriquecer el entorno mediante la adición de imágenes, audios, textos u objetos interactivos. Y todo esto se puede consultar a través de la pantalla de un móvil, un ordenador con webcam o una tableta, pues es necesario contar con una cámara que “vea” la realidad en la que se superpone la información deseada. También se puede acceder a la realidad aumentada a través de códigos QR, es decir, imágenes en blanco y negro que, al ser reconocidas por la cámara, despliegan el contenido asociado a la misma.
Con ayuda de la realidad aumentada se puede explorar cualquier asignatura y en cualquier nivel educativo. “Enriquece la realidad y la contextualiza con información multimedia, y esto permite elaborar actividades didácticas prácticas gracias a su interactividad, a la vez que fomenta el learning by doing, la resolución de problemas y el carácter multifacético de las actividades del aprendizaje”, comenta Javier Sánchez Bolado, profesor en el ESADE Language Learning. Este tipo de metodología no es solo apta para las clases de ciencias o tecnología: se trata de una herramienta que permitirá ver más allá también en Matemáticas, Historia e incluso Lengua. Por supuesto, hay diversas aplicaciones de realidad aumentada ya diseñadas y listas para usar, pero crear contenido propio y adaptado al grupo con el que se trabaja también es posible.
Otra dimensión
Existe una tecnología inmersiva que va un paso más allá de la realidad aumentada: la realidad virtual. Con ella el usuario puede sumergirse en un mundo digital con el que puede interactuar. Este método permite vivir una experiencia estimulante con ayuda de unas gafas virtuales que aíslan al participante de su entorno para enfocar su atención en el mundo virtual. Además, estas gafas no tienen que suponer una inversión costosa, ya que se pueden crear con una plantilla de cartón y un smartphone.
¿Qué beneficios se pueden obtener? Juan Luis Moreno, profesor en la escuela The Valley Digital Business School, nos recuerda que “gracias a la realidad virtual, los estudiantes pueden retener hasta un 90% de lo que perciben, un porcentaje muy superior a lo que obtendrían con la simple visualización o mediante la memorización de un texto escrito. ¿El motivo? La memoria es selectiva y más receptiva ante estímulos que llaman la atención”. De hecho, en España diversas escuelas han incorporado esta tecnología para trabajar aptitudes como la oratoria en público o viajar por el mundo sin moverse de clase. Una de las experiencias que se han realizado ha sido la llevada a cabo por Bernardo Jareño, docente en el Colegio Alberto Sols de Alicante. Consiguió que los estudiantes de 3º de Primaria visitasen diferentes puntos clave de su ciudad sin salir de clase.
Dos mundos combinados
Además de las dos anteriores, existe una tercera tecnología inmersiva fruto de la mezcla de la realidad virtual y la realidad aumentada: la realidad mixta. Gracias a ella es posible crear un mundo donde interactúan elementos del mundo real con otros virtuales. Es muy útil en el proceso de enseñanza-aprendizaje ya que hace visible lo invisible: “Permite introducir en el aula elementos que, de otro modo, los estudiantes no podrían conocer en primera persona como, por ejemplo, trabajar con un corazón a tamaño real o visualizar las diferentes partes de una célula”, explica Ewout Warringa, profesor holandés pionero en el uso de esta tecnología en educación.