Los claroscuros de la LOMLOE: qué opinan los docentes tras el primer trimestre con la nueva ley
Confusión de términos, escasa formación del profesorado y altas dosis de burocracia son algunas de las principales quejas que achacan los docentes a la rápida implantación de la nueva ley educativa.

Es la tercera vez que los progres intentar imponer a los profesores y a la sociedad entera sus ensoñaciones pedagógicas. En mi instituto, casi nadie les hace caso y cadí todos seguimos haciendo lo de siempre y lo que funciona en este sistema educativo industrial: método tradicional con alguna pequeña innovación. Y nos va de maravilla. A ver cuándo reconocen estos señores la libertad metodológica y renunciar a imponernos sus más que discutibles, y no tan modernos, métodos.
La nueva ley de educación y la implantación de sus dudosas nuevas metodologias y sistemas de evaluación lejos de conseguir lo que pretende está sumergiendo a los docentes en un mar de dudas, una incertidumbre absoluta, con una formación escasa y no de calidad.
Empezar una casa por el tejado es inseguridad, imponer sin convencer no llevará al éxito sino al caos. Cambios continuos durante el curso, currículums no definidos cuando el curso ya ha empezado, legislaciones pendientes y burocracia que ahoga, sumergen al docente en un mar de incertidumbre y desconfianza. Caemos de nuevo en la imposición de leyes y sistemas diseñados desde los despachos de pedagogos, sin consultar a los docentes, buscando mejorar las cifras del abandono educativo. Tristemente: ¡No vamos bien!! Si la implantación de la ESO fue el mayor error del siglo XX en España, ahora ya queda el hundimiento definitivo de la educación pública.
SOS, ¡la educación está al borde del colapso!
Quisiera saber a qué docentes le han preguntado. Seguramente a los “compis” de los que han aprobado esta ley.
Cuando hagan una encuesta general al profesorado las respuestas serán muy distintas. Ya estamos hartos de bailar a lo que disponga el partido de turno que esté en el gobierno, creando leyes educativas que no gusta prácticamente a ningún profesor y sobre todo que se han desarrollado sin tener en cuenta al profesorado, y sin tener la más mínima idea de cómo es la realidad de los centros educativos. Una cosa es lo que ocurre en las aulas y otra muy distinta lo que se cree que ocurre desde la comodidad de un despacho en la Moncloa.