Un tutorial breve para aprender una funcionalidad de Excel, un hilo de Twitter que explica el significado de una obra literaria, fichas de aprendizaje o, por qué no, un vídeo de no más de dos minutos de duración que muestra una receta de cocina. Estos son algunos de los ejemplos de lo que se conoce como microlearning o microaprendizaje, un técnica para adquirir de conocimientos que se suministra en pequeñas dosis o unidades autosuficientes llamadas microcontenidos. Como explica Ingrid Mosquera, profesora adjunta en el departamento de Didáctica de Lengua Inglesa de la Universidad Internacional de La Rioja: “Hablamos de módulos de aprendizaje que tienen muchas presentaciones y características diversas que son consumidos en un corto espacio de tiempo”.
Otro rasgo distintivo es que en el microleaning es habitual utilizar las nuevas tecnologías y recursos audiovisuales que pueden aplicarse de manera individual o conjunta. También es posible recurrir a un minijuego, una adivinanza o un dibujo. “La idea clave, a nivel metodológico, se basa en atender al desarrollo de competencias muy concretas fragmentando la información, secuenciando los contenidos y proponiendo actividades según los objetivos planteados”, señala Miguel Ángel Muras, de Snackson. De la misma forma, se favorecen las dinámicas de refuerzo o repetición basadas en un aprendizaje adaptativo: este es el caso de las aplicaciones para aprender idiomas donde los conocimientos se refuerzan sesión a sesión.
Propuestas para el aula
A priori, la versatilidad ofrecida por este aprendizaje facilita su introducción en clase a cualquier edad y en cualquier materia como ayuda y complemento a la formación del estudiante. La clave se encuentra en trabajar aquellas competencias que es necesario desarrollar. Así lo cree Muras, quien reitera que la práctica siempre resulta necesaria como también lo es “reforzar contenidos para recordar, introducir conceptos nuevos o aclarar dudas concretas”.
En otro orden de cosas, y en cuanto al tipo de ejercicios que pueden plantearse, además de los materiales señalados, existen otras posibilidades como cuestionarios o juegos que pueden prepararse con herramientas digitales gratuitas como las que sugiere Mosquera en este enlace. Sin embargo, la profesora adjunta de la Universidad Internacional de la Rioja da un paso más y lanza: “Más interesante resulta que sean los propios alumnos quienes desarrollen su microaprendizaje a través de creaciones propias. Es muy sencillo, motivador e interesante”. En su caso, y a través de su canal de YouTube como punto de referencia, sus estudiantes crean sus propios microcontenidos que luego comparten con los compañeros.
Ahora bien, los docentes interesados deben -eso sí- evitar delegar en esta técnica de manera exclusiva la dinámica del aula porque como estrategia para el estudio (siempre empleándola en el contexto correcto y la forma adecuada) merecerá la pena. Muras lo explica de la siguiente manera: “El microlearning no es modularizar contenidos. Implica concentrar y estructurar la información lo mejor posible para que se trabaje focalizando en lo esencial, de forma visual y directa, añadiendo el componente motivador de los retos a superar”.
Aprendizaje formal y no formal
¿Qué beneficios proporciona a los estudiantes? La asimilación de los contenidos se ve mejorada desde el momento en el que el alumno aprovecha estas pequeñas píldoras de información sobre un tema concreto y de manera estructurada. Asimismo, el microlearning facilita el repaso de conceptos e ideas porque permite plantear ejercicios y contenidos complementarios y de refuerzo con los que atender a la diversidad. “Se ofrece, por otro lado, acceso a una educación ubicua e instantánea gracias a las nuevas tecnologías e Internet, lo que supone desarrollar la competencia digital”, añade Mosquera.
Este tipo de aprendizaje va en aumento, con la ventaja añadida de que los adultos también lo practican como parte de su educación no formal desde el instante en que utilizan (por ejemplo) vídeos para aprender y adquirir nuevos conocimientos sobre un tema; o en el caso de aquellas aplicaciones que requieren sólo de unos minutos diarios de entrenamiento como sucede con las apps de idiomas. En cuanto a los estudiantes, “son cada vez más los niños que buscan formas de aprender en tiempo real según sus intereses”, concluye Muras.
Ejemplo de microlearning facilitado por Ingrid Mosquera: