¿Qué es el control parental?. El escritor y conferenciante norteamericano Marc Prensky acuñó en 2001 el término nativos digitales para referirse a las generaciones que desde edades muy tempranas viven rodeadas de tecnología e interactúan con ella: ordenadores de sobremesa, portátiles, smartphones, consolas de videojuegos, tabletas…
Los nativos digitales han incorporado estos dispositivos en su día a día con una asombrosa naturalidad y lo habitual es que estén ‘conectados’ al entorno que les rodea. Un estudio de la firma S2 Grupo apunta que un 16% de ellos accede a su primer teléfono móvil antes de haber cumplido los 10 años y que un 22% utiliza las redes sociales. ¿Cómo valorar este contacto tan temprano con las TIC? En palabras de Marta Bermejo, psicóloga y directora técnica del centro de psicología Psicomaster: “Es una situación peligrosa, ya que no disponen del grado de madurez necesario para hacer un buen uso de ellos”.
Fomentar una mayor conciencia
La cuestión surge, por tanto, a la hora de garantizarles una navegación segura, tanto en casa como en el centro escolar. Es aquí donde aparecen los programas de control parental, herramientas que facilitan el control de acceso y contenidos a la Red por parte de los menores. “Es importante que los padres se conciencien sobre su utilización por los riesgos que conlleva: ciberacoso, peligro de adicción, baja tolerancia a la frustración, búsqueda de sensaciones y de identidad propia…”, asegura Óscar González de Escuela de Padres con Talento.
El último informe ‘Cyber Security Insigts’ de Norton no sólo muestra algunas de las preocupaciones de las familias españolas sobre las actividades de sus hijos en Internet, también arroja datos preocupantes: mientras que un 68% de los padres no limita el acceso de sus hijos a determinadas páginas web, un 57% deja que naveguen sin supervisión alguna. “Gastamos una gran cantidad de dinero en programas antivirus para mantener nuestro ordenador limpio, pero nos cuesta ver la utilidad y la necesidad de invertir en una buena herramienta que nos ayude en la supervisión de lo que nuestros menores hacen en la Red”, sentencia Bermejo. En este sentido, la función de los progenitores no sería la de espiarl, sino supervisar. “La clave la tenemos más allá de las herramientas: confianza y comunicación. Hay que educar desde los primeros años y más allá de las nuevas tecnologías”, añade.
Redes sociales y móviles
Dos de las principales preocupaciones que se manifiestan al hablar de menores e Internet están relacionadas con las redes sociales y el uso de los teléfonos móviles. En el primero de los casos porque en España la edad mínima legal para que un joven tenga su perfil en redes sociales (casos de Facebook e Instagram) es de 14 años, y en el segundo porque son varias las investigaciones que afirman que empiezan a utilizar su primer terminal entre los 9 y los 12 años. “Como la función de estos programas es la de proteger, deberían emplearse hasta que el niño adquiera un nivel de responsabilidad y madurez que permita retirar cierto control”, sostiene González.
Por su parte, Bermejo se lamenta que “iniciamos a los hijos en el uso del móvil a edades muy tempranas creandoles esa necesidad”. Así, y en muchas ocasiones, el único control que ejercen las familias es el del gasto y desconocen el verdadero uso que hacen de él .
Funcionalidades del control parental
A la hora de utilizar un programa de control parental no basta con instalarlo en el dispositivo en cuestión (ordenadores, móviles o tabletas) y olvidarse de él; hay que dedicarle tiempo si queremos que sea efectivo. En líneas generales, este tipo de soluciones incluyen funcionalidades de filtrado de páginas web inapropiadas para su edad en función de temáticas o tipos de contenidos; establecimiento de unos horarios para conectarse; o tiempo máximo que pueden permanecer conectados.
Algunas de ellas incluso disponen de control de aplicaciones (por ejemplo redes sociales o programas de mensajería), geolocalización, bloqueo de llamadas, función de supervisión de búsquedas o servicios de notificaciones y monitorización para consultar cuál ha sido la actividad de estudiante durante el tiempo que ha permanecido conectado. “El control parental ayuda a poner un límite importante, pero no tiene que ser el único. Debe haber otros como el diálogo familiar, potenciar aficiones y actividades sociales….”, sugiere González.
Los riesgos de la navegación libre
El establecimiento de estos límites es importante porque. en caso contrario, los riesgos a los que se enfrentan los escolares serían aún mayores como, por ejemplo, cambios que podrían afectar a su manera de ser, horarios de sueño, tendencia al aislamiento, un descenso notable en el rendimiento académico… “Siempre destaco que necesitan que les guiemos y acompañemos por las calles y parques de Internet, en ese mundo virtual que tiene tantos o más peligros que el real: sexting, grooming o ciberbullying. Son problemas que debemos abordar desde la supervisión, acompañamiento y orientación por nuestra parte”, concluye Bermejo.
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