El pensamiento computacional suele definirse como la habilidad para resolver problemas y comunicar ideas aprovechando la potencia de los ordenadores u otros dispositivos con capacidad de cómputo. Una descripción que, en primera instancia y por su propia naturaleza, está directamente relacionada con el entorno informático. Sus beneficios, sin embargo, se extienden a otros ámbitos, incluido el educativo.
El pensamiento computacional en el aula
Aunque su aplicación es incipiente, sí existen iniciativas en este sentido y desde finales del año pasado está disponible el documento ‘Programación, robótica y pensamiento computacional en el aula. Situación en España y propuesta normativa’.
El informe, coordinado por el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF), y en cuyo desarrollo han participado tanto representantes educativos de todas las comunidades autónomas como algunas universidades y empresas, es una hoja de ruta sobre cómo incorporar la enseñanza-aprendizaje de estas habilidades a la práctica docente. “El pensamiento computacional puede introducirse transversalmente junto con el desarrollo de cualquiera de las materias o a través de alguna asignatura específica sobre programación o robótica”, nos explica Carlos J. Medina, director del INTEF. Su aplicación difiere, eso sí, dependiendo de la etapa educativa.
Aunque en los primeros cursos de infantil recomienda hacerlo de manera paulatina “debido a los niveles de madurez cognitiva de los niños de estas edades, las denominadas actividades desenchufadas (unplugged), es decir, sin ordenador, junto con el uso de sencillos robots educativos constituyen la puerta de entrada para el desarrollo de esta habilidad”, apunta Medina.
Una vez pasada esta etapa de aprendizaje inicial, y ya en Primaria y el primer ciclo de Secundaria, “posiblemente sea más adecuado dar un enfoque transversal y pasar a trabajar con una asignatura específica en los cursos superiores (segundo ciclo de secundaria y bachillerato)”, añade.
Competencias para el desarrollo cognitivo y profesional
La mejora de la concentración, así como el desarrollo de habilidades de secuenciación, son algunas de las capacidades que adquiere el alumnado con la incorporación del pensamiento computacional al currículo escolar desde Infantil. Al menos este es el resultado de algunas de las investigaciones que recoge el documento del INTEF.
Unos objetivos entre los que también se incluye el conocimiento sobre la forma en la que los programas representan información, la compresión y verbalización de los resultados, junto a la capacidad de identificar y corregir errores. Su complejidad va aumentando según se va avanzando en las distintas etapas educativas. “El pensamiento computacional comprende elementos como lógica, algoritmos, abstracción, generalización, automatización o evaluación”, describe el director del INTEF. “Implica enfoques como la ‘descomposición’ de problemas en subproblemas más sencillos, que permiten crear soluciones sencillas, normalmente a través de programación informática, reutilizando soluciones y probando y depurando de forma iterativa”.
Junto a estos conocimientos, también se trabajan habilidades, como el trabajo en equipo, la capacidad de comunicar ideas y la resolución de problemas. Lo que, en palabras de Carlos J. Medina, “se considera que el pensamiento computacional es una de las habilidades clave para la vida de la sociedad en el siglo XXI. Y esto es así para los estudiantes sin importar su futura actividad profesional”.