La noticia saltó a los medios de comunicación hace unos días y, con ella, rápidamente se generó un importante debate en las redes sociales. Una información publicada en el periódico francés Le Monde afirmaba que Suecia abandonaba su Plan de Digitalización para dar marcha atrás al uso de las pantallas en las aulas y regresar a los libros de texto; decisión que se conocía tras publicarse los resultados del Informe PIRLS 2021, que evalúa la comprensión lectora de los estudiantes de 4º de Primaria y que, en el caso sueco, refleja un claro retroceso.
Pero realmente no han tomado esta decisión. Y así lo hizo saber Héctor Ruiz Martín, director de la International Science Teaching Foundation, tras indagar en la prensa del país escandinavo: la intención de Lotta Edholm, ministra de Educación de Suecia, no es abandonar el Plan de Digitalización aprobado el año pasado, sino que ha pedido que diferentes expertos lo estudien y analicen para que, en función de las conclusiones que extraigan, se apliquen los cambios que consideren oportunos. Además, se ha sabido que los estudiantes suecos repetirán las pruebas: no las realizarán en formato digital como ya ocurriera en PIRLS 2021 (era la primera vez que todas se hacían en este formato), sino en papel.
Aunque la postura de Edholm es crítica respecto al uso de las pantallas, ha reconocido que “la digitalización puede ser fantásticamente buena para los estudiantes, pero hay que usarla con sensatez”. Por otro lado, y como la intención del gobierno sueco es que haya más libros en las aulas, invertirá para ello durante este año 60 millones de euros para la compra de material didáctico y otros 44 millones para fortalecer el desarrollo del lenguaje, la lectura y la escritura de su alumnado.
Posiciones en contra
Con independencia de la interpretación que se ha hecho de esta noticia, el mensaje de que Suecia tenía intención de desterrar el uso de las pantallas en el aula ha derivado en un importante debate en el que diversos expertos se han pronunciado, tanto en medios de comunicación generalistas como en sus perfiles de redes sociales. Así, por ejemplo, Catherine L'Ecuyer, doctora en Educación y Psicología, ha sido muy crítica con el uso de dispositivos con fines educativos. Así lo ha expresado en una carta abierta en el diario La Razón dirigida a los directivos de los colegios donde se utilizan tablets. Ante todo, llama a la precaución porque “hoy por hoy, no hay un conjunto de evidencias suficientes que avalen este uso”. Además, se muestra contraria al argumento de aquellos que defienden que porque a los estudiantes les gusten las tablets los resultados que obtienen al usar estos dispositivos en el aula son mejores. “Esos mejores resultados nunca llegan porque la motivación que miden esos estudios no es el interés por aprender, sino una fascinación pasiva ante los estímulos frecuentes e intermitentes. La mente aún inmadura del niño se vuelve pasiva y dependiente ante la pantalla cuyos algoritmos llevan las riendas”, ha justificado.
Por su parte, la abogada y periodista Estela Martín ha recordado, a través de su perfil en LinkedIn, que todo depende del uso que se realice de la tecnología. “La comprensión lectora es fundamental y se potencia y desarrolla realmente leyendo y escribiendo. Las pantallas no pueden sustituir a la lectoescritura porque lo que se acaba provocando es una generación con una comprensión lectora cada vez más pobre”, ha sentenciado. En su opinión, la cuestión no gira en torno a la idea de desterrar del todo las pantallas ni tampoco al hecho de querer hacer el aprendizaje más ‘cómodo’ a los estudiantes, “cuando la realidad es que no existe tal aprendizaje real y sí un retroceso en competencias de lectura y escritura”.
LinkedIn ha sido también el espacio a través del cual María Soledad Santana, doctora en Derecho, se ha mostrado a favor de la decisión tomada en Suecia. “Existe un deterioro de la enseñanza de los estudiantes a raíz de tantas máquinas que hasta colocan los acentos, subrayan las faltas de ortografía y el ordenador las corrige. El ordenador es un buen instrumento, pero el alumnado sólo puede aprender equivocándose, corrigiendo y leyendo en papel” ha comentado.
No demonizar las pantallas
La psicóloga Carmen Esteban ha apelado al sentido común a través de su cuenta en Instagram. “No se trata de demonizar a las pantallas porque, especialmente en edades más mayores, pueden tener un componente motivacional que hace que el alumno se interese más. Son un método complementario para ver una película de un tema que estamos dando en clase, un documental educativo, canciones, aprender a buscar información oficial en páginas de Internet, saber realizar presentaciones en un ordenador o manejar otras aplicaciones…” ha recordado.
Mientras, Susana Martín, Innovation and Digital Transformation Manager en Macmillan Education Iberia, ha subrayado la necesidad de generar un debate en torno a este tema en el que coexisten diversos aspectos. Así lo ha manifestado a través de su perfil en LinkedIn: “La tecnología y el papel pueden (y deben) convivir, para aprovechar lo mejor de ambos mundos. No reduzcamos el debate a digital si o no, o libro de texto si o no”. Además, lamenta la idea de echar por tierra los planes de digitalización y de reducir la tecnología educativa al uso de pantallas. “¿Quizás porque pensamos que en el aula se van a usar igual que en casa?. A un niño de 3 o 4 años le damos una tablet o un móvil como chupete electrónico y le dejamos navegar solo por YouTube, de vídeo en vídeo, sin control. Pero luego la falta de atención que tienen nuestros hijos es culpa de que en el cole se haya sustituido el libro de texto por uno digital…”, comentó.
Discurso simplista
Pero, ¿hasta qué punto se puede culpar a las pantallas del descenso de la capacidad lectora de los estudiantes? Es la reflexión que plantea Héctor Gardó, doctor en Ciencias de la Educación y director de Equidad Digital en la Fundación Bofill, en este artículo publicado en el diario digital Nius. “Deberíamos preguntarnos qué estamos haciendo para fomentar la lectura entre la infancia y la juventud, especialmente en los entornos vulnerables, donde la familia no hace esa función de apoyo, donde si no lees en el cole no lees en ningún lado. Es muy fácil culpar a las pantallas. Es un discurso muy simplista, pero por el hecho de tener menos no se va a resolver el tema de la lectura” ha declarado. Asimismo, el experto apela a la autocrítica y pone el foco de atención en las bibliotecas escolares. Como ha apuntado: “Es ridículo culpar a las pantallas de los bajos niveles lectores cuando, por ejemplo, en Cataluña sólo el 58% de los centros públicos disponen de una biblioteca escolar, mientras que en el 2015 eran el 79%".
Artículos que reflejan el debate de plena actualidad entre digitalización en las aulas con el uso de dispositivos digitales en la educación y las posturas contrarias, más basadas en técnicas y estrategias de aprendizaje tradicionales. Como suele suceder en multitud de temas, la posición intermedia parece la más adecuada en mi opinión. La convivencia de ambas posibilidades que se complementen y ayuden para conseguir los fines de la educación.
Yo creo que los niños pequeños no necesitan la utiliación a diario de las pantallas., y además éstas deben ser monitorizadas por el profesor. No sólo es la adición que crean, es que además interrfierren negativamente en la visión que está en pleno desarrollo en la infancia. Tampoco se trata de cargarle con toda la culpa de los problemas cognitivos de los niños actualmente: falta de atención, problemas de lectura física y sobre todo de lectura comprensiva, impulsividad, etc. En adolescentes es otra cuestión, pero en los niños estamos viendo cada año más problemas de atención e incapacidad para reflexionar, ya que buscan la respuesta rápida , inmediata.
Quizás no sea el único culpable la nueva tecnología, pero sí creo que contribuye por sí sola.