Nerviosismo, ansiedad, inseguridad, enfado o dependencia. Estas son algunas de las sensaciones y trastornos derivados de no tener acceso al teléfono móvil durante una semana. Es lo que experimentaron cerca de un centenar de jóvenes voluntarios de entre 15 y 24 años que han participado recientemente en una investigación liderada por la Universidad de Málaga (UMA) y en la que también han colaborado la Universidad Complutense de Madrid y la Miguel Hernández de Elche, además de varias europeas. El estudio, pionero en Europa y que finalizará a finales de 2023, tiene como principal objetivo descubrir cuál es el uso informativo de las redes sociales en este grupo de edad.
El experimento, realizado entre mayo y julio de 2022, tuvo una duración de tres semanas. En la primera, los jóvenes hicieron un uso normal de sus teléfonos móviles, en la segunda estuvieron sin ellos y en la tercera ya los podían tener y hacer un uso habitual de los mismos. En la primera semana se comprobó que pasan una media de cinco horas diarias frente a la pantalla y, de ellas, cuatro las dedican a las redes sociales y servicios de mensajería, principalmente WhatsApp, Instagram y TikTok, siendo este último el principal canal informativo de los jóvenes.
“No puedo soportarlo”
Los estudiantes de 3º y 4º de Secundaria del Colegio Platero de Málaga han sido algunos de los participantes en este estudio. Olga Martínez, docente del centro y una de las coordinadoras de la monitorización del experimento, señala que durante esa segunda semana pasaron días de angustia, nerviosismo, inseguridad, dependencia y hasta enfado. “Incluso llegaban a comentar que no podían soportar ver a otras personas en el transporte público o en la calle con sus móviles”.
A nivel general, los adolescentes que participaron en el estudio mostraron en esos días síntomas de ansiedad por “la necesidad de tener el móvil cerca”, unos síntomas que algunos llegaron a comparar con los se sufren cuando se intenta dejar de fumar. En el caso concreto del alumnado del Platero, fueron especialmente complicados los primeros días: “En casa los comienzos fueron muy difíciles. Les sobraba tiempo, no sabían qué hacer y echaban de menos el uso del móvil constantemente”, destaca la docente.
Recuperar el gusto por otras aficiones
No obstante, pasados los tres primeros días, Martínez comenzó a notar los efectos positivos, incluso en la convivencia entre los propios estudiantes. En este sentido, destaca una mejora en las relaciones familiares y sociales o la recuperación de otras aficiones, como la lectura, el deporte o, simplemente, pasar más tiempo con sus mascotas. “Me contaban que charlaban más con sus familiares, no discutían como antes por el uso que hacían del móvil, y pasaban más tiempo con ellos. También algunas de las chicas, que eran lectoras natas en Primaria, confesaron llevar 4 o 5 años sin leer, justo cuando llegó el primer móvil a sus vidas y… ¡habían vuelto a hacerlo!”.
También subraya que, a nivel académico, tanto esa semana en la que estuvieron sin móvil como las posteriores les iba mejor, ya que el tiempo les cundía más y tenían menos distracciones. “Ahora la mayoría de los participantes ha decidido dejar el móvil en otro sitio en los momentos de trabajo y estudio”.
Conocer más sobre cómo se informan los jóvenes
Un aspecto destacado de la investigación ha sido monitorizar y conocer cómo se informan los jóvenes y qué tipo de información reciben a través de redes sociales, servicios de mensajería o las notificaciones enviadas por los medios de comunicación. Algunos comentaron que “gracias al móvil las noticias llegan a ti y tú no tienes que buscarlas” o que la compra de un periódico “no sirve de nada” ya que en “la web está la última hora”. No obstante, durante la semana que pasaron sin su dispositivo se vieron obligados a buscar más y leer noticias fuera de las redes sociales, lo que, en su opinión, les llevó a estar en general más informados.
En este sentido, una de las lecturas que se han realizado en el Colegio Platero tras el experimento son las fuentes a las que acuden para informarse. “Fuentes de información superficiales y poco fiables, principalmente las redes sociales (TikTok) o de información que reciben de manera involuntaria en sus móviles y ahí se quedan, sin seguir profundizando en la información recibida ni contrastar con la de los profesionales”, señala Martínez.
Después del experimento
Pero, ¿qué pasó cuando finalizó el experimento? Los jóvenes volvieron a niveles muy similares de consumo, como antes del estudio. No obstante, admitieron la dependencia que muestran ante el dispositivo móvil y que toda su vida está ligada a este.
La mayoría del alumnado del Colegio Platero está manteniendo actualmente muchas de las actividades que comenzaron (o retomaron) durante la semana sin móvil: leer, pasar tiempo con la familia, realizar deporte… “Resulta esencial advertirles, orientarles y darles mucha información sobre lo que conlleva tener y usar un móvil antes de entregar un dispositivo a los jóvenes”, concluye.