“Escribe un reportaje para una revista especializada en educación sobre el uso de la Inteligencia Artificial Generativa en las aulas”. Y así fue como, en cuestión de segundos, ChatGPT se puso a escribir. “La Inteligencia Artificial Generativa se ha convertido en una herramienta clave en la educación. Su capacidad para crear datos nuevos a partir de un conjunto de datos existente ha revolucionado la forma en que se enseña y se aprende. En este reportaje, exploraremos cómo está siendo utilizada en la educación y cómo está transformando el futuro de la enseñanza”. Así comenzaba su propuesta de artículo; un texto escrito con corrección, razonablemente bien estructurado y en el que repasaba temas como qué es esta tecnología, cuáles son sus beneficios para estudiantes y docentes y sus principales retos. Faltaban, eso sí, opiniones de expertos o información reciente: la base de datos de esta primera versión del programa diseñado por la firma OpenAI se actualizó por última vez en 2021, así que no sabe nada de lo que ha pasado desde entonces.
La peculiaridad de una Inteligencia Artificial Generativa como ChatGPT es que no se limita a dar una respuesta automatizada a una pregunta, como hacían hasta ahora los chatbots: emplea un sistema de aprendizaje capaz de interpretar qué se le pide y crear contenido único y nuevo de todo tipo (texto, imágenes, sonidos, vídeos…) para responder a esa petición. Así, puede utilizarse para crear diálogos automatizados, generar contenido automático o mejorar la comprensión del lenguaje natural, entre otras funcionalidades. Su repercusión ha sido tal que, solo dos meses después de su lanzamiento (en noviembre de 2022), ChatGPT había alcanzado 100 millones de usuarios únicos mensuales en todo el mundo. Para poner en contexto la magnitud de estas cifras basta con decir que es la plataforma que más rápido ha crecido en la historia de Internet. La siguiente en la lista es la ya desaparecida Google+, que tardó 14 meses en lograr ese hito.
Uso o prohibición
Con esa rápida popularidad no es de extrañar que, en cuestión de días, los estudiantes vieran su potencial y comenzaran a utilizarla. Y las primeras noticias alertando de los usos que le estaban dando hicieron saltar todas las alarmas. “La utilizan para que les haga los trabajos”. “Se puede copiar en los exámenes a distancia”. “Los programas antiplagio no detectan que el texto ha sido escrito por una Inteligencia Artificial”. Tal fue la alerta que en menos de un mes ciudades como Nueva York o San Francisco en Estados Unidos y países como Australia directamente prohibieron su uso en el entorno educativo.
En nuestro país el debate también estuvo servido y todavía continúa. Frente a sus detractores, que esgrimen los argumentos antes mencionados, un buen número de docentes (en su mayoría innovadores y habituados a sacar el máximo partido de las TIC en las aulas) reivindican su utilidad para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Frente a las aplicaciones y plataformas que ya utilizaban algún tipo de IA, presenta algunas diferencias: “La IA de la que hablamos ahora y la que ha adquirido protagonismo se usa durante el proceso de enseñanza y esto es en parte la gran novedad. Pasa de ser controlada por el profesor a ser una herramienta nueva y controlada por el estudiante”, explica Miguel Rodríguez Artacho, profesor titular de la UNED y coordinador del Máster en Tecnologías Educativas (ETSI Informática, UNED).
Por eso, la formación docente es esencial para que, a partir de ahí, puedan trasladar sus conocimientos a los estudiantes. “Es importante que el docente hable de este tema en clase y que se presente como una fuente más de información y un recurso con el que podemos trabajar y nos ayudará, pero que no suplirá nunca a otros procesos cognitivos necesarios en educación”, explica Víctor Arufe, docente en la Facultad de Educación de la Universidad de A Coruña. De esta manera, y analizando y contrastando la información, se fomentará la reflexión y potenciará el pensamiento crítico. “Es un buen ejemplo para que el alumnado comprenda que ellos pueden estar por encima del chat y que pueden utilizarlo como un facilitador de aprendizaje, pero nunca como algo único o sustituto de un libro, Internet, artículo científico o conversación con otros compañeros o profesionales”, completa.
Esto es un extracto del reportaje de En Portada publicado en el número 50 de la revista impresa. Si quieres leerlo al completo y conocer así las amplias aplicaciones educativas de la Inteligencia Artificial Generativa, las experiencias docentes que ya la emplean como recurso y la opinión de diversos expertos en la materia, puedes suscribirte en nuestra tienda online. ¡Hazlo con el código EDUCACION50 y obtendrás un 20% de descuento hasta el 7 de junio en nuestra tienda online!
la inteligencia artificial puede favorecer pero nos desviamos de los temas de perjuicio porque como nos ayuda a resolver cosas que nos pueden dar pereza ellos nos lo resuelven y lo único que tenemos que hacer es apretar el botón de una pantalla