No hace falta ser muy mayor para haber vivido las clásicas clases magistrales en las que el docente era el único protagonista: en ellas, lo normal era que los estudiantes escucharan sentados y atentos la lección correspondiente, sin apenas interactuar más allá de resolver las dudas que les pudieran surgir.
Sin embargo, en los últimos años las metodologías activas y el uso de distintas tecnologías han ido ganando terreno en las aulas y han transformado este escenario de forma sustancial. Es algo que se ve en las aulas, pero también en los eventos sobre educación que se celebran por todo el mundo: situar al estudiante en el centro de su propio aprendizaje, el aprendizaje basado en la práctica o la capacidad para personalizarlo en función de cada estudiante son siempre puntos comunes.
Las metodologías activas más destacadas
La mayoría de las metodologías activas se basan en situaciones de la vida real y el trabajo se hace en equipo. Y en todas, el alumnado es siempre el protagonista de su aprendizaje. Pero, ¿cuáles son las más destacadas? ¿Qué habilidades permiten desarrollar en los alumnos?
Aprendizaje basado en proyectos (ABP)
Su principal impulsor fue el educador William H. Kilpatrick, quien desarrolló el concepto en su artículo ‘El método de los proyectos’. Con él, los estudiantes trabajan en proyectos concretos que requieren investigación, resolución de problemas y creatividad Y, entre sus beneficios destacan cuestiones como el fomento de la colaboración y el pensamiento crítico, o la posibilidad de que los estudiantes apliquen sus conocimientos en situaciones reales, facilitando una comprensión profunda y significativa de los contenidos.
Aprendizaje cooperativo (AC)
En esta metodología activa, que fue acuñada a finales del siglo XVIII por los expertos Joseph Lancaster y Andrew Bell, se trabaja en equipos en los que cada estudiante tiene un rol y responsabilidad específica dentro de un objetivo común. De esta manera, pueden desarrollar habilidades sociales como la empatía, a la vez que fomentan la capacidad de trabajar en equipo y promueven el respeto por diferentes puntos de vista.
Aprendizaje invertido o ‘flipped classroom’
Surge en Estados Unidos en 2007, cuando dos profesores, Jonathan Bergman y Aarom Sams, empezaron a grabar explicaciones en vídeo para alumnos que, por distintas causas, no podían asistir a clase. Con él, los estudiantes estudian los contenidos en casa mediante vídeos o lecturas, mientras que en clase se centran en la resolución de problemas y la práctica. Así, posibilita personalizar el aprendizaje, ya que cada estudiante estudia a su ritmo y mejora el aprovechamiento del tiempo en el aula para resolver dudas y aplicar conocimientos
Aprendizaje-Servicio (ApS)
Esta metodología combina el aprendizaje con el compromiso social. Así, los estudiantes aprenden a la vez que desarrollan acciones comunitarias, en cualquier lugar donde exista una necesidad. Nace en Estados Unidos en el año 1903 en la Universidad de Cincinnati como un movimiento de educación cooperativa, donde se integra trabajo, servicio y aprendizaje de manera conectada.
Tecnologías clave para el aprendizaje activo
Junto con las metodologías activas, la tecnología ha pasado también a ocupar un lugar clave en la educación como herramienta: gracias a ella, es posible personalizar el aprendizaje, motivar al alumnado, fomentar sus competencias digitales o mejorar la colaboración y el trabajo en equipo. Entre las tecnologías más utilizadas en las aulas en la actualidad destacan:
Inteligencia Artificial (IA)
Es, sin duda, la gran tendencia en la actualidad debido a sus múltiples posibilidades, que incluyen analizar datos de aprendizaje, ofrecer recomendaciones personalizadas para cada estudiante, identificar áreas de mejora o, incluso, la creación de todo tipo de contenidos o itinerarios personalizados que ayudan a optimizar el proceso de aprendizaje.
Realidad virtual (RV)
Esta tecnología permite explorar entornos inmersivos o superponer información visual al mundo real, haciendo que el aprendizaje sea interactivo y atractivo. Con ella, se facilita el aprendizaje experiencial en temas complejos, como la historia o la anatomía, mejorando la comprensión y la retención de conceptos.
Plataformas educativas
Se trata de sistemas digitales diseñados para facilitar el aprendizaje, la comunicación, la enseñanza y la gestión educativa. Estas plataformas integran herramientas y recursos en un solo espacio virtual, accesible desde cualquier lugar y pueden ser utilizadas por estudiantes, docentes y administradores o, incluso, las propias familias.
Herramientas colaborativas en línea
Plataformas como Google Workspace for Education, Microsoft Teams y otras herramientas colaborativas facilitan el trabajo en grupo a distancia. De esta manera, se potencia el aprendizaje colaborativo sin importar la ubicación de los estudiantes, se desarrollan habilidades digitales y se fomenta el trabajo en equipo de manera flexible.
Formación a distancia
Gracias a distintas tecnologías la formación a distancia tiene cada vez más presencia en el sistema educativo, permitiendo estudiar casi cualquier contenido desde donde y cuando se quiera. Con ella, el aprendizaje se personaliza y se adapta a las necesidades y ritmos de cada estudiante.