Las dianas de autoevaluación, las rúbricas o los exámenes colaborativos son herramientas de evaluación utilizadas en clase como alternativa a las pruebas o exámenes tradicionales. Con ellas, además de evaluar el aprendizaje de los contenidos por parte de los estudiantes, se tiene en cuenta otros aspectos como la autoevaluación y la capacidad del alumnado para reflexionar sobre aquello que asimila con mayor facilidad o que, por el contrario, necesita reforzar.
A continuación vamos a analizar otro sistema de evaluación alternativo: el dosier o portfolio de aprendizaje. El pedagogo y docente de la Universidad de Barcelona, Francesc Martínez-Olmo, y Noelia Alcaraz, docente del departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga (ambos con sendas publicaciones de proyectos relacionados con la evaluación alternativa) nos cuentan qué son, cómo usarlos en el aula y qué deben contener.
¿Qué es un dosier de aprendizaje?
Francesc Martínez-Olmo, coautor del proyecto ‘La evaluación alternativa de los aprendizajes’ lo define de la siguiente manera: “Un dosier, carpeta o portfolio de aprendizaje es una colección de materiales seleccionados con la intención de explicar el aprendizaje realizado, reflexionar sobre este material y evaluarlo”. Es decir, un método para que los estudiantes, tras la recopilación de sus proyectos y trabajos, analicen y evalúen su propio progreso.
En la misma línea se pronuncia la docente de la Universidad de Málaga Noelia Alcaraz: “No se trata de exigir al estudiante que haga una selección de su mejor o mejores producciones para mostrárselas al docente. Se trata de andamiar el proceso para que cada estudiante pueda tomar conciencia del modo en que ha transcurrido su aprendizaje: qué aprende, cómo aprende, con qué o con quién”. Además, se establece como un canal de comunicación eficaz entre el estudiante y el docente: “A través del portfolio debemos obtener información útil y relevante para reconducir nuestra intervención en los procesos y contextos de enseñanza”, indica.
Pero, ¿por qué son considerados instrumentos de evaluación alternativa? Fundamentalmente, por la implicación del alumnado, tal y como señala Martínez Olmo: “Implica al alumnado en su propio proceso de aprendizaje, de forma reflexiva, y revalora todo el trabajo real del alumnado (desde el principio hasta el final del aprendizaje)”. O como añade Alcaraz, es la forma que tiene el estudiante para adquirir un papel esencial en la formación y evaluación de los contenidos: “Se trata de asumir el tan aclamado papel protagonista del alumnado; mientras que el profesorado, de acuerdo a una perspectiva vigostkiana (por la que los niños desarrollan su aprendizaje a través de las interacciones sociales) asume el papel de guía”.
¿Cómo se aplican en el aula y qué deben contener?
Para Martínez es fundamental que los estudiantes conozcan al inicio del curso que la evaluación de una asignatura o tema va a estar regida por este sistema (ya sea en formato físico o digital). “En el portfolio de aprendizaje se debe incluir una portada e índice, un comentario inicial sobre qué se espera o desea aprender, unos objetivos de aprendizaje ligados a las responsabilidades y compromisos que adquiere el estudiante, ejemplos de materiales, recursos o actividades realizadas a lo largo de todo el proceso de aprendizaje, además de comentarios de autoevaluación o reflexión sobre estos ejemplos seleccionados”.
Al final del documento, y como recomienda este pedagogo, es recomendable que los dosieres de aprendizaje se cierren con un apartado sobre objetivos futuros respecto a lo aprendido. “Así como agradecimientos a las personas o instituciones que hayan podido ayudar en este aprendizaje”.
Por su parte, Noelia Alcaraz destaca que los materiales que se incluyan en el dosier (diarios, borradores, esquemas, fichas de seguimiento, cuestionarios de autoevaluación, rúbricas…) también deben ayudar a los estudiantes a preguntarse las siguientes cuestiones (a nivel individual y en grupo) relacionadas con su progreso académico, la clave necesaria para que éstos aprendan de sus propios aciertos y errores:
-¿Qué he trabajado?
-¿Lo he hecho en solitario o en compañía?
-¿Esto me ha ayudado o me ha dificultado?
Diferenciando si ha sido en grupo:
- ¿Cómo hemos distribuido el trabajo?
- ¿Ha sido un reparto de tareas o hemos trabajado codo con codo?
- ¿Qué rol ha tenido cada miembro?
- ¿Qué pasos hemos seguido?
- ¿Qué aportaciones individuales ha habido?
- ¿Cómo hemos sacado conclusiones?
- ¿Qué he aportado al grupo? ¿Qué me han aportado los demás?
Y poniendo especial atención al futuro del propio alumnado:
- ¿Qué creo haber aprendido?
- ¿Qué errores he cometido? ¿De cuáles he aprendido?
- ¿Sobre qué quiero seguir aprendiendo? ¿Qué creo que muestra mi portfolios?
Alcaraz, para concluir, entiende este instrumento de evaluación no como un medio físico (o digital) en el que los estudiantes presentan sus trabajos y el docente los evalúa, sino que va más allá: “El portfolio debe ser una manera de entender la práctica educativa, una forma de vida en el aula, un sistema complejo que trate de abarcar todos los elementos influyentes en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Y todo ello, con la finalidad de arrojar luz”.
Una cuestión a la que también se adscribe el experto Francesc Martínez-Olmo: “Lo importante es no intentar innovar solo cambiando los instrumentos utilizados sino también la filosofía que hay en el fondo de esta propuesta de evaluación alternativa”.