¿Aprender de forma autónoma es posible? Con estos contratos, los estudiantes lo están logrando

Los acuerdos entre alumno y profesor fomentan el aprendizaje autónomo y la resolución de problemas. Se pueden realizar en cualquier nivel educativo e, incluso, implicando a toda la clase.

Contratos De Aprendizaje

¿Te imaginas llegar a un acuerdo con tu alumnado sobre las tareas y los trabajos que tienen que realizar durante el curso o los contenidos que van a estudiar de un tema concreto? Es lo que promueven los contratos de aprendizaje, unos documentos utilizados para ayudar y guiar al estudiante en su proceso formativo fomentando habilidades como la autonomía o la responsabilidad y, sobre todo, apostando por desarrollar la competencia de aprender a aprender. 

Con creciente popularidad en las aulas universitarias, también pueden aplicarse a otros niveles educativos como Primaria, Secundaria, Bachillerato o Formación Profesional. Y es que esta herramienta, que se puede realizar tanto con un alumno de manera individual como en grupo o con toda la clase, permite además desarrollar habilidades como la capacidad de tomar la iniciativa a la hora de trabajar o una mejora en las habilidades de planificación y organización. Del mismo modo, ayuda a aprender a manejar diferentes fuentes de información y seleccionarlas adecuadamente, desarrollando así la resolución de problemas. 

Además, es ideal incluso para tareas concretas del curso, como un trabajo sobre el temario que se está estudiando; o a modo de una asignatura completa, de tal manera que queden bien especificadas las tareas del alumnado y también las del docente (horas de clase, tutorías, estudio autónomo…).

Un acuerdo democrático y negociado 

Contratos De Aprendizaje

¿Cómo ponerlo en marcha? Desde el Servicio de Innovación Educativa de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) aconsejan como punto de partida encontrar una necesidad de aprendizaje importante para el alumno que le motive en el camino del aprendizaje y que pueda enmarcarse dentro de un programa, temario o unas competencias determinadas. Una vez escogida, llega el momento  del debate y la discusión entre estudiante y profesor con el fin de identificar qué se quiere aprender, lo que se podría aprender y lo que se debería aprender. Para que la dinámica de negociación sea más fluida, los expertos recomiendan que los estudiantes realicen un borrador previo para después presentar al docente. 

Durante este proceso también hay que tener en cuenta otros aspectos, como identificar los recursos y estrategias (si se van a utilizar libros o manuales de consulta, información de Internet, entrevistas a expertos…); o determinar los resultados del aprendizaje, es decir, si tendrán que realizar un trabajo escrito, una reflexión, una memoria, una presentación… Y, por último, establecer los criterios de evaluación: si se apuesta por la autoevaluación, la utilización de rúbricas o exámenes, así como cuándo será la fecha final para acabar el contrato. Una vez definidas todas estas cuestiones, es el momento de revisar el acuerdo y firmarlo con compromiso de cumplimiento.

Eso sí, si el profesorado no apuesta por despertar el interés del alumnado y fomentar su motivación y compromiso para con esta tarea, pueden surgir dificultades a la hora de cumplir todas las cláusulas fijadas en el contrato.

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