Alrededor de un 60% de los centros educativos no cuenta con medidas para prevenir el ruido que invade las aulas y que puede causar agotamiento y estrés en los docentes, además de dificultar los procesos de atención y aprendizaje de los alumnos. Esta es una de las conclusiones de un estudio llevado a cabo por la Fundación Mapfre en colaboración con la Universidad Autónoma de Barcelona.
El nivel recomendable de decibelios en un aula es de 35, según la Organización Mundial de la Salud. De acuerdo con este criterio, la mayor parte de los centros educativos de ciudades como Madrid o Barcelona no sólo no cumplen con este límite, sino que además lo superan con creces: la media del ruido procedente del exterior durante las horas lectivas se sitúa entre 53 y 76 dB.
¿Cómo influye el ruido?
De este modo, los docentes se ven expuestos a situaciones de estrés muy alto, agotamiento físico e incluso patologías de la voz, debido a que están obligados a elevar el tono cuando el ruido tanto exterior como interior dificulta el desarrollo normal de las clases. Respecto a este último aspecto, una investigación publicada en 2004 en el ‘Journal of Speech, Language and Hearing Research’ señala que un 50% de los docentes sufren daños permanentes en sus cuerdas vocales.
El alumnado, por otro lado, no sólo pierde gran parte de su capacidad cognitiva, sino que sufre de falta de concentración, problemas de sueño y dolores de cabeza.
Además, los niños y jóvenes ven incrementado drásticamente su nivel de irritabilidad y agresividad. En un estudio sobre los efectos del ruido en el aprendizaje de niños en entornos cercanos a aeropuertos o autopistas conocido como ‘RANCH Project’, realizado a niños de 9 y 10 años de Holanda, España y Reino Unido, se llegó a la conclusión de que existe una asociación entre los problemas de comprensión lectora y un ambiente muy ruidoso.
Medidas para reducirlo
Muchos centros en España ya han tomado cartas en el asunto, adoptando medidas como la implementación de monitores que miden el nivel de ruido en zonas conflictivas como el comedor, la instalación de techos, paredes y suelos con materiales que absorben el sonido.
También es bastante frecuente el uso de pelotas de goma en las patas de las sillas para limitar el ruido generado por el movimiento del mobiliario.