El estudio ‘Protect your digital life this summer and school year’’ de McAfee, compañía especializada en seguridad informática, asegura que durante las vacaciones los niños juegan una media de dos horas diarias, lo que se traduce en unas 15 horas semanales. En esta época, los adultos también relajan sus exigencias y suelen ser más condescendientes. Sin embargo, esta permisividad no debería ser sinónimo de falta de supervisión y de un acceso poco seguro, sobre todo cuando se trata de videojuegos y contenidos online.
Información y comunicación
Como ocurre con casi cualquier tema, la información es la clave para un uso adecuado. Aunque cada vez menos, a los videojuegos les siguen persiguiendo determinados estigmas. Desde Empantallados.com, plataforma para dar a conocer los beneficios de las nuevas tecnologías a padres y madres, se encargan de desmontarlos y ofrecen algunas pautas para mejorar la comunicación sobre este asunto en casa.
Para empezar, no hay que perder de vista que quien pone los horarios y las reglas es el adulto. Eso sí, también hay que asumir que “hay videojuegos que requieren cierto empeño y pocos minutos no bastan para triunfar (un simulador deportivo, un juego de construcción de civilizaciones, etc.). Hay que intentar no cortarlo en el momento de más disfrute, ya que sería casi tan injusto como parar una película o un partido diez minutos antes del final”, apuntan desde esta plataforma. Esto ahorrará más de un conflicto.
En cuanto al tipo de contenidos, desde Empatallados.com señalan que es fundamental que los progenitores estén informados de aspectos como las clasificaciones por edades de los videojuegos (la PEGI europea, por ejemplo, indica a partir de qué edad es apto cada título), se preocupen del género al que suelen jugar (si es educativo, arcade, estrategia, etc.) y busquen referencias sobre los títulos. Además, es importante asegurarse de que no entran en contacto de manera habitual con desconocidos.
Por último, también advierten de la importancia de que los menores no se pongan delante de una pantalla solos. Una buena opción es proponerles que disfruten del videojuego en una pantalla grande y no en un teléfono móvil o tableta. De esta forma, es más fácil supervisarles y, llegado el caso, compartir el juego en familia.
Utilización de los controles parentales
Según el mismo informe de McAfee, el 89% de los padres son conscientes de los peligros a los que están expuestos sus hijos, pero todavía hay una parte que los desconoce o que no sabe cómo controlar el uso que hacen de los videojuegos y contenidos online.
Hay dos palabras clave que cualquier adulto ha de tener en cuenta cuando permite el acceso de un menor a un dispositivo con conexión a internet: “control parental”. Es la alternativa más segura para cerciorarse de que el uso está acorde con su edad y con los criterios establecidos por el adulto. Sobre este último recae la responsabilidad de configurarlo de la manera adecuada.
Actualmente existen herramientas que facilitan mucho esta gestión. Ejemplo de ello son las posibilidades que ofrece Netflix o HBO para restringir o limitar el acceso a sus plataformas. Además de crear perfiles por edades, también es posible establecer la petición de una clave de acceso (PIN) para determinados contenidos.
En el caso de los videojuegos, junto a la clasificación por edades, las consolas también permiten administrar el acceso. Así, en la Xbox One, por ejemplo, es posible seleccionar un uso familiar. Entre otras configuraciones, figura la administración del tiempo que un niño pasa con la consola, quién puede interactuar con ellas y, cómo no, filtros de contenido por edad.
Por otro lado, cualquier teléfono móvil con sistema operativo Android o iOS facilita acciones como su bloqueo con un patrón, contraseña o huella dactilar, además de restringir las compras en tiendas de aplicaciones, como Google Play. Las herramientas existen, ahora solo falta aplicarlas para garantizar que los más pequeños usan los dispositivos de la mejor forma posible, también durante las vacaciones.