A la hora de evaluar al alumnado existen diferentes técnicas e instrumentos que se pueden utilizar: desde la evaluación sumativa a través de los exámenes tradicionales, el uso de herramientas de autoevaluación como los diarios de aprendizaje, las rúbricas o los portfolios hasta otras en las que el alumnado se involucra en la evaluación de sus propios compañeros, como es el caso de la coevaluación. Esta última puede definirse, según el experto en sociología educativa Jorge Alberto Guerrero en el blog ‘Docentes al día’, como “un proceso de valoración realizado entre pares basado en criterios predefinidos, en el cual se evalúan el desempeño y la calidad de los trabajos, así como el nivel de logro en relación a los objetivos de aprendizaje, de igual manera se da y recibe retroalimentación”.
En la coevaluación pueden participar tanto estudiantes como docentes, siempre y cuando se hayan establecido una serie de criterios de evaluación de forma previa, que todos deben conocer y que pueden recogerse, por ejemplo, en una rúbrica, como destacan en el blog de Psicología y Mente. Además, también subrayan que es importante que antes de llevarla a cabo, se haya trabajado con el alumnado tanto el sentido como el objetivo de esta coevaluación, así como se les haya aportado estrategias para dar un buen ‘feedback’ a sus compañeros, y ser consciente de que esta técnica no sirve para una evaluación sumativa (una calificación oficial), sino que su finalidad es ayudar al aprendizaje, un punto esencial en la evaluación formativa.
Cuando se trabaja en el aula, todos los estudiantes juegan dos roles: por un lado, el de ser evaluados con su propio trabajo y, por el otro, el de ser evaluadores. En el primero de ellos deberán demostrar que han adquirido los conocimientos expuestos en clase y que se recogen dentro de una rúbrica de evaluación y, en el segundo caso, tendrán que hacer uso de sus capacidades como correctores, siendo siempre objetivos e imparciales.
Mayor capacidad de abstracción, de análisis y de comunicación
Y es que gracias a la coevaluación, el alumnado va adquiriendo diferentes competencias multidisciplinares y destrezas. Con ella consiguen desarrollar sus capacidades de abstracción, aprenden a tener argumentos propios con los que explicar el porqué de la evaluación que están llevando a cabo y también aumenta su capacidad crítica y analítica, según indican en el ‘Catálogo de rúbricas para la evaluación del aprendizaje’ del Centro Universitario de Desarrollo Intelectual en México. “La coevaluación es una técnica muy útil para promover expectativas sanas de aprendizaje entre los compañeros, pues así también consiguen tener más claro cuáles son los objetivos de los docentes respecto a determinados temas y de qué manera pueden alcanzarlos”, afirman en el catálogo. Y, en este punto, otro de sus beneficios es que con ella se proporciona al alumnado una retroalimentación tanto de las partes del temario que mejor trabajan como aquellas que necesitan reforzar.
Otro de los beneficios de convertir a los estudiantes en evaluadores es que tienen menos barreras a la hora de manifestar sus dudas, según explican Mariana Morales y Juan Fernández en su libro ‘La evaluación formativa’. “En general, un alumno expresa más seguridad cuando le pregunta a un compañero porque, si pregunta varias veces al profesor, puede encontrar una mala respuesta o, peor aún, con que el resto de la clase piense mal de quien pregunta’, explican estos docentes.
Ver en Amazon¿Cómo llevarla a cabo?
Una vez conocidas las características y los beneficios que se extraen de esta técnica de evaluación, es importante conocer cómo ponerla en práctica. Los trabajos en equipo, por ejemplo, son situaciones ideales para apostar por la coevaluación, pues todos los participantes son conscientes de qué rol y qué tareas han desempeñado cada uno.
Por ello, los docentes pueden incluir rúbricas con criterios predefinidos en este tipo de trabajos para que sus estudiantes sean más conscientes de sus aciertos y sus fallos a través de la coevaluación. Además, con los cambios que trae consigo la LOMLOE respecto a la evaluación y que se recogen en este artículo, para Laia Lluch Molins, docente de la Universidad de Barcelona, “este es un instrumento idóneo especialmente para evaluar competencias, puesto que permite diseccionar las tareas complejas que conforman una competencia en tareas más simples distribuidas de forma gradual y operativa”.
Aparte de las rúbricas, existen otras actividades de coevaluación que pueden aplicarse en el aula. Morales y Fernández proponen algunas de ellas en su libro, por ejemplo, la llamada ‘dos estrellas y un deseo’. Esta es una tarea sencilla para comenzar y hace hincapié en un ‘feedback’ con el que los estudiantes indiquen cosas buenas y a mejorar. “Con esta técnica tienen que indicar primero dos cosas que les hayan gustado del trabajo del compañero (dos estrellas) y luego una cosa a mejorar (un deseo)”, explican.
Otro ejemplo que se puede extraer de este manual es la técnica ‘Yo-tu-nosotros’, con la cual al final de cada actividad grupal, cada alumno tiene que escribir algo concreto sobre su contribución a dicha actividad, sobre la de otro compañero, y una evaluación de todo el grupo. “De esta forma se enfatizan los niveles de aprendizaje: cómo lo he hecho yo, cómo lo has hecho tú y cómo lo ha hecho el grupo”, destacan.
Tras leer el artículo, muy interesante y esclarecedor, me surge una pregunta que quizá más docentes puedan tener también.
¿Cómo se califica la coevaluación? La respuesta es probablemente a través de rúbricas que definan el nivel de desempeño en la realización de la tarea propuesta.
En el Area de Lengua Extranjera, el criterio 5.1 dice lo siguiente: Identificar y registrar, siguiendo modelos, los progresos y dificultades de aprendizaje más destacados de la lengua extranjera con apoyo de otros participantes y de soportes analógicos y digitales, seleccionando de forma guiada las estrategias más eficaces en las actividades de autoevaluación y coevaluación (...)
Entiendo que el alumnado identificará y registrará siguiendo modelos (rúbricas que puede aportarle el profesor o realizar ellos mismos), los progresos y dificultades de aprendizaje en una tarea concreta como puede ser un producto final que ha implicado a un grupo de trabajo. Ese registro que hace el grupo de trabajo, ¿qué final tiene?. ¿Es para que el alumnado visualice y reflexione sobre lo que ha supuesto la realización de ese trabajo y el nivel de desempeño de cada uno? ¿O es un documento que puede servir para que el profesor "califique" el nivel de desempeño de cada miembro del grupo de trabajo?
Es decir, ¿puede el profesor-a calificar el nivel de desempeño de cada alumno-a en una tarea concreta utilizando el resultado de la rúbrica que se ha empleado en la coevaluación y por tanto tener una "nota" para el criterio 5.1?
Espero haberme explicado y me encantaría recibir una aclaración al respecto.
Saludos
Hola,
Como recomendación, los items "siempre", "a veces", "se le dificulta hacerlo". Son muy ambiguos y dan, realmente, poca información. Primero: "se le dificulta hacerlo" puede llevar a la confusión, pues no queda claro si los demás son los que se lo dificultan o es la persona la que tiene dificultades. Por otro lado, "siempre" y "a veces", como respuestas, deja una gran cantidad de matices en el aire. Es casi como una posible respuesta dicotómica, donde ni siquiera se da la posibilidad de nunca. Sería más correcto algo así como "siempre", "casi siempre", "a veces", "casi nunca", "nunca", por ejemplo. O una escala numérica, ya que el alumnado está acostumbrado a este tipo de evaluaciones.
En los procesos de evaluación siempre es recomendable evitar posibles respuestas dicotómicas en las que existen muchas posibilidades sentidas por las personas que van a responder que no pueden reflejar en el cuestionario.
Un saludo.