¿Cómo afectan los biorritmos a los adolescentes en su rendimiento académico?

Durante la adolescencia, los cambios hormonales provocan que se duerma menos de lo necesario. Y eso repercute directamente en los resultados académicos e, incluso, en la salud.

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Biorritmos

Entre las 8 y las 8:30 de la mañana la mayoría de estudiantes de Secundaria y Bachillerato llegan a los centros para comenzar sus clases. La primera hora es, para la gran mayoría, la más complicada. Bostezos continuos, dificultad para mantener la atención, somnolencia… Muchos siguen todavía ‘dormidos’ y son incapaces de atender la explicación del docente; lo que puede acabar perjudicando su rendimiento académico. Junto a la mala planificación de los horarios, la mayoría de expertos en salud del sueño afirman que los cambios hormonales son los principales responsables de esa dificultad para ‘estar despiertos’ durante las primeras horas del día. 

La clave: los biorritmos 

Y es que cuando llega la adolescencia, los menores no solo experimentan importantes cambios en su cuerpo, sino que también los sienten en sus hormonas. Uno de ellos afecta a los biorritmos: retrasan su reloj biológico, provocando lo que se denomina ‘síndrome del retraso del sueño’. “Aunque hay un componente genético, en general se puede decir que los adolescentes tienen un cronotipo vespertino (búhos), es decir, se activan por la tarde-noche y les cuesta activarse por la mañana. Su reloj interno está retrasado”, explica la Dra. Elena Urrestarazu, especialista en Neurología y Neurofisiología Clínica y experto Europeo en Sueño de la Clínica Universidad de Navarra.

¿Hay algún otro elemento que influya negativamente en el descanso de los adolescentes? El uso abusivo de los dispositivos electrónicos es un factor que está estrechamente relacionado pero, según los expertos consultados, no puede señalarse como la causa principal de su falta de sueño. De hecho, para la doctora se trata de una combinación de factores. “Por naturaleza, los adolescentes se van a encontrar activos por la noche, pero si se entretienen con actividades que retrasan aún más su reloj, se está empeorando el problema. Los móviles y otros dispositivos electrónicos exponen a luz azul que es la que bloquea la secreción de melatonina, la hormona que regula el reloj interno del sueño. Además, la activación mental también va a dificultar la conciliación del sueño y puede favorecer la presencia de despertares nocturnos”, explica. 

Pero no solo utilizar este tipo de dispositivos antes de acostarse perjudica la higiene del sueño, sino que hacer un uso abusivo a lo largo de todo el día también puede influir. “Pasar alrededor de cinco horas al día frente a un dispositivo electrónico, en la escuela y en el tiempo lúdico por ejemplo, aumenta en casi dos puntos la probabilidad de déficit de sueño, de ingesta de bebidas azucaradas y de tener menor actividad física diaria. Además, la mera presencia de tecnología en el dormitorio (aunque sea sin usarla) incrementa en 1,4 puntos la probabilidad de una mala calidad de sueño”, comparte Gonzalo Pin Alboradas, pediatra y Jefe de equipo de la Unidad del sueño y coordinador del servicio de Pediatría del Hospital Quirónsalud (Valencia). 

Mayores riesgos de obesidad, depresión y fracaso escolar 

A estas edades lo recomendable sería dormir entre 8 y 9 horas diarias. Sin embargo, los estudios dicen que muchos adolescentes no llegan a dormir más de 6. Intentan ‘recuperar’ los fines de semana, pero este hábito no es para nada efectivo. “La ‘deuda de sueño’ no puede recuperarse levantándose a las 3 de la tarde el sábado o domingo; además, esta acción lo único que conseguirá es retrasar más la hora de acostarse de esa noche y, por tanto, se dormirán menos horas al día siguiente”, explica el Dr. Alejandro Guillén Riquelme, de la Cátedra de Investigación del Sueño de la Universidad de Granada. Para él, al igual que para muchos otros expertos, la clave es mantener unos horarios regulares a la hora de levantarse y acostarse, incluso los fines de semana.

Biorritmos

Y es que no tener horarios de sueño fijos que permitan dormir suficientes horas tiene consecuencias negativas para la salud física, mental y académica de los adolescentes. “El riesgo de desarrollar una Diabetes tipo 2 por déficit crónico de sueño es semejante al riesgo que conllevan los factores tradicionales como el exceso de peso, la vida sedentaria o la historia familiar; situación que hace que el sueño deba ser componente importante de las guías clínica de esta alteración metabólica”, detalla Pin Arboledas. Junto a la diabetes, la obesidad es otro de los problemas de salud que se derivan de la falta de sueño. De hecho, un estudio presentado por la asociación Norteamericana para el Estudio de la Obesidad (NAASO) concluyó que el riesgo de sufrir obesidad aumenta un 73% si se duerme menos de cuatro horas por noche; un 50% si se duermen cinco horas de media, y aumenta un 23% si se duermen seis horas en comparación con las personas que duermen de siete a nueve horas.

Tener más posibilidades de sufrir depresión es otra de las consecuencias que pueden derivar de contar con unos malos hábitos de sueño. “Se ha evidenciado una relación entre el incremento de la sintomatología depresiva con una disminución de la actividad física y mayores problemas con el sueño”, explica Pin Alboredas. Además, este experto insiste en que el sueño insuficiente en la adolescencia se ha relacionado también con mayor tendencia a las ideaciones suicidas; pero advierte de que los trastornos del sueño en los adolescentes predicen el riesgo de ideación suicida pero no los intentos de suicidio. 

Y la falta de sueño y los malos hábitos tienen también consecuencias directas en el desarrollo académico del alumnado. Esto se debe a que, al no haber descansado lo suficiente, los menores no están preparados para prestar atención: están somnolientos y el rendimiento académico es, por tanto, mucho menor. “Este problema tiene potencial para ocasionar también alteraciones de la conducta, ya que pueden estar más irascibles y comportarse de manera improcedente tanto con el profesorado como con el resto de compañeros”, destaca Pin Arboledas. 

Adaptar los horarios escolares al sueño de los adolescentes: ¿sí o no?

Y precisamente, en los últimos años ha surgido un debate en torno a la relación entre los biorritmos adolescentes (y su correspondiente falta de sueño) y los horarios escolares. Algunos expertos consideran que los horarios actuales en España no ayudan a los menores en este tema sino que, por el contrario, favorecen que el problema se acreciente. 

“Los horarios escolares tienen una gran influencia en el sueño del adolescente, ya que además son un condicionante enorme en su día a día. En los países y regiones que han tenido en cuenta esto y han retrasado el inicio de las clases en la edad adolescente han visto que, como media, cada 10 minutos de retraso en el horario de inicio del horario escolar se corresponde a un incremento de la probabilidad de obtener más minutos de sueño y una menor sensación de cansancio durante el horario escolar”, detalla el doctor Pin Arboledas.

Un ejemplo de ello es un experimento realizado en Estados Unidos, en la ciudad de Seattle: acordaron que durante el curso 2016-2017 los estudiantes de 11 a 17 años entraran a clase una hora más tarde de lo habitual. Tras varios meses llevando esta práctica a cabo, los alumnos consiguieron dormir de media 34 minutos más, lo que tuvo un efecto directo sobre sus calificaciones académicas, que mejoraron en un 4,5% de media; y se consiguieron reducir las faltas de puntualidad y absentismo, según se recogió en la revista científica Science

Además, esta opinión no solo la comparten expertos médicos, sino que algunos docentes creen que es totalmente necesario tomar medidas en este sentido. “¿La jornada escolar está organizada pensando en el rendimiento de alumnado y profesorado? ¿Cuándo se descansa? ¿Qué se puede comer/beber? ¿En qué espacios pasan las horas? ¿Quién y cuándo decidió lo que marca el horario escolar? ¿Desde cuándo esta organización es deficiente? Muchas preguntas, nadie responde y mientras tanto profes y estudiantes siguen en la rueda”, concluye Teresa Cenea Miguel, docente de Inglés para Secundaria en el Centro Riojano de Innovación Educativa (CRIE). 

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