¿Qué pasa cuando un menor enferma y tiene que permanecer una larga temporada ingresado en un hospital? ¿Pierde el curso académico? ¿Su rendimiento escolar se ve comprometido? Gracias a la existencia de las aulas hospitalarias, estos menores pueden continuar con su rutina académica a pesar de su difícil situación personal. En España, prácticamente todos los hospitales que cuentan con área pediátrica disponen de, al menos, una de ellas. Por ejemplo, en el Hospital del Niño Jesús de Madrid existen 17 aulas hospitalarias para cada especialidad médica: atenciones de corta estancia pediátricas, de larga estancia como oncología, psiquiatría, daño cerebral adquirido, traumatología, cirugía… Todas ellas están pensadas tanto para estudiantes de Secundaria y Primaria, como de Infantil. Miguel Pérez, director del CPEE de este hospital y especialista en Pedagogía Terapéutica, nos explica que trabajan con unos 1.400 menores al año, aproximadamente.
Su educación recae en las manos de distintos docentes que se coordinan con el personal médico del hospital para conseguir adaptar lo mejor posible las rutinas escolares de cada estudiante. “Nos informan de las repercusiones que su estado de salud puede suponer a nivel educativo, y les transmitimos nuestras observaciones cuando esta información puede resultar relevante a nivel clínico”, señala Enrique Sánchez, maestro en el aula hospitalaria del Hospital Universitario Severo Ochoa de Leganés (Madrid). Además, estos profesores deben tener una comunicación constante con el centro de estudios de su alumnado para enviar informes, saber qué temario hay que dar, qué actividades realizar… De hecho, como si estuvieran en su centro escolar, el alumnado trabaja con sus libros de texto y estudia para los exámenes; los mismos que los de sus compañeros que van a clase.
Matemáticas, Lengua… e ¡innovación educativa!
Pero, ¿cómo es realmente el día a día de los menores en estas aulas? Además de trabajar con los libros de texto, también tienen espacio para otros materiales que permiten hacer las clases más dinámicas: experiencias de robótica, programación e impresión 3D… “Nuestras especiales circunstancias nos invitan a explorar el uso de metodologías innovadoras y activas: entornos personales de aprendizaje, la clase invertida, el pensamiento visual, la gamificación... Todas han ido dejando su poso en nuestro proceso de enseñanza-aprendizaje”, afirma el docente Enrique Sánchez, que trabaja en una de las aulas hospitalarias del Hospital Universitario Severo Ochoa de Leganés (Madrid).
Algunos ejemplos de proyectos que han llevado a cabo en las aulas de este hospital del sur de Madrid son ‘Hello 2.0’, centrado en el aprendizaje del Inglés; ‘MagneMathICTs’, para trabajar las Matemáticas manipulativas y digitales, o ‘Reciclar en pijama’, con el que abordaron la energía y las máquinas, la ecología y el medioambiente.
Además, en estos centros hospitalarios realizan actividades extra-académicas como la visualización de obras de teatro o materiales procedentes de museos, pero con la diferencia de que son éstos los que se trasladan al propio hospital. Otros ejemplos de estas actividades podrían ser los talleres de radio del Hospital 12 de Octubre de Madrid; o talleres con la Policía Nacional sobre Educación Vial o seguridad en Internet, conciertos de música o actividades pedagógicas como en el CPEE Hospital Niño Jesús.
Una profesión vocacional
Los docentes trabajan día a día para que la educación de los menores no se resienta a pesar de su situación personal, además de servirles como apoyo y motivarles a seguir aprendiendo día a día. Pero no todos los docentes ‘valen’ para trabajar en un aula hospitalaria; pues hay una serie de habilidades sociales y personales claves para hacer frente a este trabajo. “Es totalmente vocacional. Tienes que tener ciertas cualidades: empatía, madurez y estabilidad emocional para poder enfrentarte a las situaciones. Ser una persona abierta al aprendizaje”, opina el director del CPEE del Niño Jesús.
Además, según recoge la National Association for the Welfare of Children in Hospital (Asociación Nacional para el Bienestar de los Niños en Hospitales), es importante que el rol que desempeña el profesorado en las aulas hospitalarias se sustente en los siguientes puntos: proporcionar a los estudiantes una estimulación y unos lazos reconocibles con su vida normal; ayudarles a disminuir el estrés hospitalario; explicarles cuáles son las normas y actividades del hospital, y ayudarles a que logren ciertas competencias manteniendo su avance académico.
Y esta labor docente repercute de manera positiva en la salud mental del alumnado, pues el trabajo en el aula les ayuda a evadirse de la situación que les toca vivir. “Valoro mi paso por el hospital desde una perspectiva muy buena y me ha encantado asistir a las clases. Me ha ayudado a recuperar la esperanza y las ganas que había perdido en los estudios, y me encantaría haber pasado más tiempo”, escribió Edith, una joven de 16 años que estuvo ingresada en el Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid) en una carta de despedida.
Tanto docentes como familiares coinciden en la importancia de que los menores asistan al aula para seguir con sus estudios y conseguir un punto de ‘normalidad’ en su día a día. “Tras el shock inicial, es una tranquilidad para los padres y madres de estos niños enfermos saber que existen alternativas y recursos que ayudan a esta normalidad y a esta continuidad académica siempre que las circunstancias lo permitan. Les ayuda incluso a conservar esa parte social que desaparece como consecuencia de la hospitalización”, apunta Antonia Martínez, responsable del Departamento Psicoeducativo de la Asociación Infantil Oncológica de Madrid (ASION).