Según el estudio ‘Panorama de la educación en España tras la pandemia del Covid19’ [1], la opinión de la comunidad educativa (equipos directivos, docentes y familias) es que una de las principales acciones contra la desigualdad es dar prioridad al acceso a recursos digitales en línea. Pero, ¿de qué tipo de recurso se trata? ¿Cualquier recurso mientras sea en línea?
Los participantes en el estudio señalaron que lo más relevante para el aprendizaje era la “motivación del alumnado”, así como la “autogestión del proceso de aprendizaje“, el “uso de las TIC”, habilidades sociales del alumnado, promover el pensamiento crítico, o la adquisición de contenidos propios del nivel. Al mismo tiempo, los docentes primaron, entre otras, la realización de una evaluación adecuada y el fomento de la autonomía del alumnado… Es decir, consideraron esencial adaptar el proceso de aprendizaje a las características personales de cada alumno.
¿Todos los recursos digitales ayudan a ello?
Normalmente usamos el término ‘recurso de aprendizaje digital’ para referirnos a los materiales que apoyan o fomentan la adquisición de objetivos de aprendizaje por parte del alumnado y que pueden presentar una gran diversidad de formatos y lenguajes. Otro término que se ha usado tradicionalmente es el de ‘objetos de aprendizaje’ (learning objects). Al fin y al cabo, se requiere que los recursos digitales sean autónomos, reutilizables y que puedan ser integrados en distintas formas y secuencias de aprendizaje adaptadas a las necesidades e intereses de los alumnos.
Analizando lo dicho, queda claro que no todos los materiales educativos, por el simple hecho de presentarse en formato digital, responden a las necesidades de la educación para el mundo digital y a las necesidades individuales del alumnado.
El INTEF, a la hora de evaluar los recursos digitales, considera que el recurso de calidad “define perfectamente los objetivos didácticos, los receptores a los que va dirigido, las competencias que desarrolla e incluye indicaciones para su uso. Esta descripción del recurso aporta valor y coherencia didáctica al mismo”. Además, entre otros, la calidad de los contenidos tiene que ver con el nivel adecuado, y además debe promover el “aprendizaje significativo, fomentar la creatividad e innovación, y estimular el espíritu crítico y la reflexión”. Para que sea significativo, resalta que debe adaptarse a los distintos niveles y perfiles de aprendizaje de los alumnos, debe permitir realizar distintos tipos de aproximación metodológica para conseguir los objetivos didácticos, y promover en todo momento la autonomía del alumnado y adaptarse a su ritmo.
Si tenemos en cuenta estas características, está claro que un pdf o un ‘texto’ digital que recoge los contenidos o explica los conceptos, ‘cerrado’, en el que se ofrece una explicación y aproximación única, como verdadera e indiscutible, acotada, no responde a lo que es un recurso de calidad según define el INTEF. Este tipo de recursos no fomentan el espíritu crítico o la reflexión, ni el contraste de ideas o permite distintas aproximaciones para personalizar el aprendizaje a las necesidades del alumnado. No ayudan al alumnado a construir su propio aprendizaje teniendo en cuenta sus intereses, qué le motiva, y no se adapta a su propio ritmo en tanto que no forma parte de un sistema modularizado de recursos flexible que se pueda adaptar a las características de cada alumno por parte del profesorado que le conoce.
Aprendizaje flexible, motivador, creativo y conectado
Como señala Aretio [2], la educación para el mundo digital requiere de recursos distintos: deben promover un aprendizaje abierto, activo, autónomo, interactivo y “en comunidad”, que fomenten el contraste de ideas para un pensamiento crítico y capaz de resolver problemas. Lo que la pandemia ha puesto de manifiesto es que, para estar preparado para un mundo digital, la enseñanza debe ser flexible, motivadora, creativa y conectada, que sea personalizada para responder a las necesidades e intereses individuales.
En consecuencia, solo los recursos que planteen retos, hagan que los alumnos se cuestionen, busquen y contrasten para que aprendan a generar su propio conocimiento, que sean abiertos, que promuevan el trabajo colaborativo y productivo, y que usen distintas estrategias para que el profesorado sea quien los utilice teniendo en cuenta las características de sus estudiantes,… serán los que verdaderamente les ayudarán para una educación digital como la que se requiere actualmente.
Muchos centros ya han abordado el reto de integrar recursos digitales distintos y existen experiencias de éxito en toda España. Por ejemplo, el colegio Ágora Internacional School de San Cugat, del grupo Globeducate, considerado uno de los mejores centros de España, que introdujo los recursos de aulaPlaneta como currículo digital con todos los recursos para generar las unidades de indagación a partir de los intereses de los alumnos.
O el colegio Carmelitas de Orihuela, que después de una priorización curricular adaptada al contexto y al perfil de alumno que su PEC tiene definido, ha desarrollado una programación de aula basada en el aprendizaje activo y las inteligencias múltiples y utiliza las propuestas de aulaPlaneta para responder a los distintos objetivos y necesidades de aprendizaje. O el Colegio Inmaculada Jesuitas de Alicante, que ha integrado los recursos de aulaPlaneta en la aplicación del ABP (Aprendizaje Basado en Proyectos) en el proyecto Vein21uno. Y como estos, podrían mencionarse muchos otros en toda España: los centros Luther King de las Islas Canarias, Santa María del Naranco de Oviedo en Matemáticas, o el Colegio Mirasur en Madrid, etc.
Lo importante es, como centro, no equivocarse y tener en cuenta que disponer de materiales digitalizados no es lo mismo que disponer de recursos para la educación digital y la personalización del aprendizaje. No todo vale.
[1] Trujillo-Sáez, F.; Fernández-Navas, M.; Montes-Rodríguez, M.; Segura-Robles, A.; Alaminos-Romero, F.J. y Postigo-Fuentes, A.Y. (2020). Panorama de la educación en España tras la pandemia de COVID-19: la opinión de la comunidad educativa. Madrid: Fad
[2] Garcia Aretio, L. (2019): Necesidades de educación digital en un mundo digital. RIED. Revista Iberoamericana de Educación a Distancia.