En el aprendizaje personalizado el protagonista es el alumnado. Se trata de adaptar el proceso educativo a sus necesidades, habilidades e intereses de manera individual. Los objetivos, contenido, ritmo y método de instrucción pueden variar de un alumno a otro, poniendo el foco en ayudarles a tener éxito en sus resultados académicos, nos ayuda a concretar Javier Tourón.
El vicerrector de Innovación y Desarrollo Educativo en la Universidad Internacional de La Rioja-UNIR y catedrático de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación, reconoce que no existe una definición única del aprendizaje personalizado, pero en lo que todos los expertos coinciden es en cuáles son sus propósitos. “Se trata de buscar sistemas y enfoques que aceleren y profundicen en el aprendizaje de los estudiantes al adaptar la instrucción a las necesidades, habilidades e intereses de cada uno”. Y también, de proponer “una variedad de experiencias de aprendizaje ricas, que preparen colectivamente a los estudiantes para el éxito en la universidad”. Y todo ello sin pasar por alto el papel de los docentes en este proceso, que son los encargados de “diseñar y administrar el entorno de aprendizaje, […] brindando a los estudiantes orientación y apoyo para que sean ellos mismos los que tomen el control de su aprendizaje”.
Cambio de roles
Tanto el profesorado como el alumnado han de modificar sus roles para alcanzar los propósitos de un aprendizaje personalizado. Tourón advierte de que “es necesario moverse a un modelo centrado en la persona que aprende”. De ahí que se deseche la enseñanza-aprendizaje que ponía al profesor en el centro, ya que de este modo no es posible atender las necesidades de cada alumno.
El docente ahora ha de centrarse en empoderar a los estudiantes como aprendices, contextualizar el conocimiento, conectar el aprendizaje con usos en el mundo real, extender el aprendizaje más allá de la escuela e inspirar a los estudiantes personalizando sus experiencias. “Todo ello incorporando la tecnología para enriquecer, más que automatizar el aprendizaje”, añade.
El alumno también ha de cambiar su actitud. Su rol ya no es el de sujeto pasivo sino que participa de manera activa en su aprendizaje: “Debe tomar las riendas de su propio desarrollo personal, aceptando que solo se puede aprender si se quiere”, explica el vicerrector de Innovación y Desarrollo Educativo de la UNIR. Con este enfoque, el alumno tiene por delante varios retos: dominar las materias básicas del currículo, pensar críticamente y resolver problemas complejos, trabajar colaborativamente, comunicar efectivamente, aprender a aprender y desarrollar una mentalidad académica incremental, según enumera Tourón.
La tecnología como apoyo
En esta cambio de metodología y de roles, la tecnología se convierte en una gran alidada como apoyo a las actividades de los estudiantes, conocer en qué momento se encuentra cada uno y ofrecer una enseñanza más atractiva. “Es una herramienta poderosa para el aprendizaje experiencial e interdisciplinario, evaluaciones formativas y revisión datos del alumno”, sostiene Tourón.
El catedrático tiene claro que la tecnología puede ayudar a profundizar en la experiencia educativa, tanto para alumnos como para profesores, en un contexto personalizado, pero solo cuando se utiliza de forma pensada e intencional, “no reemplaza la enseñanza”.
Tiene claro que en los próximos años veremos grandes desarrollos donde muchas de las tareas rutinarias, que ahora están en manos de personas, pasarán a ser desempeñadas por máquinas apoyadas en la inteligencia artificial. “Así, los profesores tendrán más tiempo para la relación personal con sus estudiantes, porque no olvidemos que la educación se basa en la relación entre personas. No entre personas y máquinas”, concluye.
Muy interesante!!! ¿Podrías compartir algunas actividades que hayan sido exitosas en tu rol como docente aplicando el aprendizaje personalizado?
Que interesante el artículo!!
Para poder ser aplicado algo así, ¿Cuál sería el número de estudiantes para que el método sea exitoso?