En la última década, el alumnado con trastorno del espectro del autismo (TEA) se ha incrementado en más de un 200% en las aulas: en total, son más de 60.000 estudiantes; el 80% de todos ellos cursa sus estudios en la educación ordinaria, según el informe ‘Situación del alumnado con trastorno del espectro del autismo en España’, elaborado por la Confederación Autismo España.
El estudio apunta que su integración es vista de forma desigual por los estudiantes, sus familias y los docentes. Así, más de la mitad del alumnado TEA afirma sentirse feliz yendo a la escuela; el 89% piensa que ir al colegio o al instituto les sirve para relacionarse con personas de su edad y el 74% para aprender sobre lo que les gusta. A pesar de ello, el 12% de los menores con TEA también ha vivido, al menos, una situación de acoso escolar, pero muchos no saben identificar este tipo de abuso. Las familias, por su parte, echan en falta una educación del personal más continuada y la aplicación de estrategias basadas en evidencias.
El profesorado también asegura en este informe que el tiempo del que disponen para apoyar al alumnado con TEA es insuficiente, las ratios profesor-alumno son altas y tres cuartas partes de la formación específica sobre autismo se la han tenido que autofinanciar. Además, el 47% cree que el sistema “no está demasiado preparado” para atenderles debido a la escasez de centros que proporcionen diferentes modalidades educativas, a una normativa “poco operativa” que se suma a la falta de coordinación entre consejerías y delegaciones provinciales de educación, y a la falta de adaptación de los espacios dentro y fuera del aula.
El papel de los centros
En este sentido, por ejemplo, los ruidos en los pasillos y el comedor o los numerosos cambios de planes en el colegio afectan al rendimiento de estos estudiantes. “Algunos niños con autismo pueden tener hipersensibilidad a estímulos visuales (una iluminación muy potente), auditivos (el zumbido de algún aparato eléctrico), olfativos (olores de comida, de la calle…) o táctiles (texturas)”, comentan sobre este tema José Ramón Alonso e Irene Alonso, coautores del libro ‘El Autismo: reflexiones y pautas para comprenderlo y abordarlo’. Además, siguen existiendo barreras en la accesibilidad de los espacios, los contenidos académicos o los métodos de enseñanza y de evaluación, los cuales provocan desigualdades con respecto al resto de compañeros.
Debido a todas estas circunstancias, el estudio indica que el alumnado autista es uno de los colectivos más vulnerables frente al fracaso y el abandono escolar temprano, Así, datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional sobre la distribución del alumnado en educación ordinaria durante el curso 2020-2021, señalan que poco más del 3% estudió Bachillerato (frente al 8% del alumnado general), y algo más del 4%, Formación Profesional (frente al 12% del resto del alumnado). “Esto puede deberse a que las transiciones entre etapas educativas son difíciles pues, a menudo, implican cambios de centro y de metodologías educativas que son especialmente complejas para este tipo de estudiantes”, explican Ruth Vidriales, directora técnica de la Confederación Autismo España, y Cristina Gutiérrez, técnica del área de Investigación y Transferencia de Conocimiento.
Mejorar la inclusión
A pesar de que entre el 67 y el 79% - según datos del informe de la Confederación - de estudiantes se sienten valorados en el aula (notan que sus compañeros les ayudan en clase, que tienen amigos y que éstos disfrutan con su compañía), un 43% señala que pasa los recreos en soledad y solo el 14% afirma que queda con sus compañero fuera de la escuela. ¿Qué se puede hacer para mejorar su inclusión? Para Gemma Pérez Gisbert, terapeuta ocupacional en Red Cenit Valencia, es necesario potenciar los vínculos afectivos y la integración: “La ausencia de apoyo de un círculo fuerte de amistades genera una situación de vulnerabilidad que tiene como consecuencia que las agresiones verbales directas o indirectas y la exclusión social, es decir, ser deliberadamente ignorados o insultados, sean los ataques más comunes”.
De hecho, el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) apunta al acoso escolar como otro de los factores que puede influir en las altas tasas de abandono escolar de los estudiantes con TEA. Tener una discapacidad multiplica hasta cuatro veces el riesgo de ser objeto de bullying. Sin embargo, a los niños y, sobre todo, a las niñas con autismo, les cuesta identificarlo: un 26% de las alumnas no sabe si el resto del alumnado se mofa de sus pechos o genitales (aspecto físico) y un 22% de ellas no sabe (o contesta que no sabe) identificar si les obligan a hacer cosas que no quieren, como indican los datos del estudio de la Confederación de Autismo de España.
Pautas para evitarlo
Con el objetivo de eliminar esta situación, el 74% de los centros educativos tiene protocolos de actuación frente al acoso escolar, pero solo el 40% de las familias valora como útiles estas medidas. Por eso, subraya el informe de la Confederación: “Es importante que se impulsen buenas prácticas, programas de prevención y convivencia en los centros que contemplen tener estudiantes con TEA y se adapten herramientas de autodetección del acoso escolar a las necesidades específicas del alumnado con autismo”.
Precisamente, para incluir con éxito a los niños con TEA en las aulas ordinarias, Beatrice Lucas, asesora de los trastornos del espectro autista en escuelas aporta las siguientes recomendaciones extraídas de su guía ‘Tengo un alumno con TEA en mi clase’:
- Desarrollar un enfoque individualizado que trabaje de manera detallada las características de cada estudiante.
- Proporcionar ayudas de aprendizaje específicas de autismo, incluyendo planes de estudio y ajustes adecuados del entorno.
- El uso de un enfoque de apoyo conductual positivo en los trastornos de conducta.
- Que todo este trabajo se realice en equipo, incluyendo a la familia y a los profesionales.
Acá en Argentina la enorme mayoría no es feliz en la escuela común. Motivos: falta de propuestas docente (ausencia de voluntad en encontrarlas), falta de paciencia y empatia, falta de ganas de modificar la estructura arcaicas del formato escolar de hace décadas. Para la docente es más fácil encontrar excusas, como ser: "no puedo", "a mi no me enseñaron a trabajar con estos tipos de alumnos", etc, que involucrarse realmente en la verdadera inclusión escolar, fallas desde la gestión, cuerpo directivo y docentes.
Y qué pasa cuando son los niños con TEA los que agreden, gritan , rompen material , hacen ruidos, gritan etc al resto de los compañeros en un centro que no es de educacion especial ? hasta qué punto deben de aguantar estas situaciones y no sentirse seguros en su propia aula los demás niños?