¿Sabías que más de la mitad de los refugiados y desplazados que hay actualmente en el mundo son niños? Debido a la guerra o la huida a otros países, muchos de ellos tienen dificultades para continuar con su educación. De hecho, sólo un 61% de los menores de Primaria asiste a la escuela; una cifra que se reduce hasta el 23% en el caso de los de Secundaria y un 1% de la Enseñanza Superior, según datos del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Apuesta por la educación
¿Cómo se puede garantizar su acceso a la educación? ACNUR está trabajando para facilitar la integración de los estudiantes refugiados en las escuelas locales aunque, en las ocasiones en las que no es posible, también apuesta por llevar la enseñanza a los campos de refugiados, construyendo aulas, formando profesores y proporcionando ayudas económicas a las familias que les permiten hacer frente a los gastos de matrícula o el coste de los materiales escolares necesarios.
Los beneficios de estas prácticas son múltiples. Por ejemplo, se fomenta la relación con la comunidad local y se ayuda a los niños a continuar formándose para labrarse un futuro. Pero, además, las escuelas se convierten en espacios seguros en los que los menores pueden volver a ser niños y comportarse como tal, enfrentarse a sus miedos y superar sus traumas. “La educación es una herramienta que podemos usar para eliminar el trauma. Mediante la interacción con otros niños que también han pasado por situaciones terribles, encuentran una manera de olvidar por lo que han pasado”, afirma Julien Ateme, trabajadora de ACNUR en Uganda.
Paso a paso
Iniciativas como esta hacen que, poco a poco, aumente la cifra de menores refugiados escolarizados: 357.000 en las aulas de Primaria en 2017, según ACNUR. Y es algo de vital importancia, dado el aumento del 26% de los niños migrantes y refugiados desde el año 2000 (unos 18 millones), como recoge la Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en su Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2019 (GEM) que este año lleva como título 'Migración, desplazamiento y educación’.
De acuerdo con este informe, se está avanzando de forma positiva en ocho de los diez principales países de acogida de refugiados, entre los que se encuentran algunos de bajos ingresos como Chad, Etiopía y Uganda, y otros como Canadá e Irlanda, considerados como líderes mundiales en la implantación de políticas de educación inclusiva.
Además, y con el objetivo de que el proceso de escolarización sea lo más exitoso posible, propone una serie de recomendaciones a los gobiernos. Por ejemplo, que se prohíba en la legislación nacional el establecimiento de barreras discriminatorias como la exigencia de certificados de nacimiento o de documentos que avalen su situación de residencia y, a su vez, informen a las familias acerca de sus derechos y los trámites necesarios para inscribir a los menores en las escuelas. También que se prepare al profesorado para que puedan abordar la diversidad y la adversidad en las aulas; que se revisen los contenidos para adaptar los planes de estudio y los libros de texto de manera que reflejen la diversidad actual; o que se apoyen las necesidades educativas de estos colectivos con ayuda humanitaria, entre otros.