La digitalización y el desarrollo de tecnologías como la inteligencia artificial están transformando el mundo laboral y generando profesiones y necesidades de talento que hasta hace unos años no existían. Esta situación repercute directamente en la demanda de habilidades nuevas, y muchas empresas tienen dificultades para encontrar personal cualificado para cubrirlas. En este escenario han surgido los conceptos de reskilling y upskilling, dos modalidades formativas que permiten a los profesionales actualizar sus competencias y adaptarse al nuevo escenario laboral desde la propia empresa. Te explicamos en qué consisten y cuáles son sus diferencias.
¿Qué es el Reskilling?
La finalidad del reskilling es formar a un empleado para que adquiera nuevas competencias que le permitan desempeñar un rol distinto al que tenía anteriormente en la empresa. Resulta especialmente útil cuando el puesto de trabajo de una persona ha quedado obsoleto o puede verse afectado ante la automatización de sus tareas, pero el trabajador tiene potencial para cubrir otras posiciones dentro de la compañía. Esta modalidad se centra en crear trabajadores más versátiles y sus objetivos son:
- Retener el talento: en lugar de despedir a empleados cuya posición ya no es necesaria, las empresas pueden entrenarlos para cubrir otros roles.
- Reducir los costes de contratación: formar a un trabajador que forma parte de la organización suele ser más eficiente y menos costoso que reclutar talento externo.
- Adaptarse a nuevas necesidades: es útil para preparar a los empleados para tareas emergentes como la administración de sistemas automatizados o el análisis de grandes volúmenes de datos.
¿Qué es el Upskilling?
El upskilling, por su parte, se enfoca a actualizar y mejorar las habilidades que los empleados ya tienen para que sean más efectivos en su rol actual o avancen en su área de especialización. Generalmente, responde a la necesidad de mejorar las competencias digitales o técnicas ante la evolución de los puestos de trabajo actuales. Sus objetivos son:
- Incrementar la productividad: al adquirir nuevas competencias, pueden realizar sus funciones de forma más eficiente.
- Facilitar el crecimiento profesional: continuar formándose permite que los empleados se desarrollen en su campo de trabajo.
- Fomentar la innovación: equipos de trabajo bien capacitados suelen tener más habilidades para innovar y aportar ideas.
- Su importancia en el mundo laboral actual
Los expertos coinciden en que ambas modalidades ofrecen beneficios tanto a las empresas como a sus trabajadores. Por un lado, formar y actualizar al personal permite a las organizaciones adaptarse con agilidad a los cambios, pero también mejora la moral del equipo, reduce la rotación y atrae a nuevos talentos interesados en trabajar en aquellas compañías que valoran la formación continua.
Al mismo tiempo, los profesionales se benefician al actualizarse y diversificar sus habilidades, lo que les proporciona mayor estabilidad laboral y la posibilidad de acceder a roles mejor remunerados y con mayor proyección en el futuro. A esto se suma la oportunidad de que mantengan y mejoren sus competencias a lo largo de toda su vida activa.