Además de ser una fuente de luz, sonido y movimiento, los dispositivos electrónicos están programados para generar una auto-recompensa en el cerebro del usuario: se trata de una inyección de adrenalina que provoca ‘adicción’. Por ello, es muy importante enseñar a los menores a prestar atención al mundo real, la naturaleza de lo inmóvil y aprender a limitar su tiempo frente a las pantallas para que puedan concentrarse.
Por ejemplo, para poder leer un libro la visión tiene que desarrollar una serie de habilidades visuales: entre ellas el enfoque, la convergencia y los movimientos oculares. Pero si no somos capaces de prestar atención a lo inmóvil, ¿cómo vamos a poder atender?
Riesgos para la salud visual
El mantenimiento excesivo del enfoque en visión cercana, el que habitualmente se emplea frente a un dispositivo electrónico, puede derivar con el tiempo en miopía. Además, el brillo de las pantallas produce mayor sequedad ocular debido a que el parpadeo disminuye.
Por otro lado, la luz que emiten los dispositivos cambia los ritmos circadianos: hay estudios que verifican que la exposición a la luz de los dispositivos electrónicos provoca interrupciones en los ciclos del sueño, debido a que evita que la glándula pineal produzca melatonina, una sustancia responsable del correcto descanso y que se fabrica en ausencia de luz.
Por lo tanto, cuando los menores están hasta tarde delante de un dispositivo electrónico, están más activos fisiológicamente hablando, ya que el cerebro asocia esa luz azul que desprenden a un periodo de agitación. Para evitar esto, lo recomendable es que dejen de utilizarlos al menos dos horas antes de irse a la cama. De hecho, la Organización Mundial de la Salud recomienda cero pantallas para las edades entre 0 y 2 años y una hora al día como máximo (con supervisión) para los niños de entre 3 y 5 años.
La importancia del ejemplo
Una de las pautas principales y más efectivas para lograrlo es que los adultos que conviven con los niños les den ejemplo de buen uso de las nuevas tecnologías. Algunos consejos podrían ser no llevarse el smartphone a la cama o no usarlo durante las comidas familiares, porque el menor imitará su comportamiento.
En el caso de los adolescentes, es importante que la familia introduzca unas rutinas de sueño saludables y, en ellas, se incluye evitar que se inicien en el sueño más tarde por culpa del uso de las redes sociales.
En definitiva, es importante encontrar un equilibrio entre el uso de los dispositivos electrónicos y combinarlo con actividades al aire libre, deporte, tiempo en familia, etc…
Berta Entrambasaguas, Diplomada en Óptica y Optometría por la Universidad de Granada y Máster en COI, es la directora del Centro de Terapia Visual Entrambasaguas de Málaga.