El ojo vago o ambliopía se produce cuando, sin existir ninguna alteración en las estructuras del ojo, se manifiesta una disminución de la agudeza visual. Y si no se trata a tiempo, puede derivar en problemas mayores durante la edad adulta. De hecho, es el motivo más frecuente de pérdida de visión entre los niños y jóvenes en los países desarrollados y afecta, aproximadamente, al 3% de la población, según datos de la Fundación Alain Afflelou.
Sus síntomas no son del todo fáciles de detectar y por ello es recomendable realizar revisiones oftalmológicas, sobre todo si las familias o docentes han notado algún comportamiento extraño. Dolor de cabeza, cerrar o entornar los ojos, especialmente cuando intenta enfocar una imagen a media o larga distancia para evitar la visión borrosa o inclinar la cabeza cuando realiza tareas que requieren esfuerzo visual son algunos de los signos de alarma. Una vez diagnosticado este problema, los menores pueden realizar una serie de actividades de terapia visual que ayudan en la rehabilitación del ojo vago trabajando procesos como el cambio de enfoque entre distancias o los movimientos oculares, entre otros. Hemos recopilado algunas propuestas lúdicas que ayudan a mejorarlo.
Marcar letras
El objetivo de esta actividad es que el menor rodee con un color llamativo todas las letras ‘O’ que encuentre. Para ello, hay que escribir previamente un texto con fuente de tamaño medio-grande y, una vez listo, animar al menor a encontrar todas las letras correspondientes. Con el paso del tiempo, se pueden ir escogiendo otras letras a rodear para variar un poco el juego y subir el nivel de dificultad, como las letras G o D, que tienen un trazo parecido.
Arroz en pajita
Para llevar a cabo este ejercicio sólo se necesita tapar el ojo ‘bueno’ con un parche, y utilizar una pajita y arroz: se coloca encima de una mesa un puñado de granos de arroz y el estudiante deberá meter dentro de la pajita los granos, trabajando de esta manera la fijación y la localización del ojo vago en un punto concreto.
Manualidades de precisión
Las manualidades son actividades ideales para trabajar la psicomotricidad fina de los menores, así como su coordinación ojo-mano. Además, si se trata de manualidades de precisión, que exigen más concentración, atención visual y coordinación, ayudan notablemente a trabajar el ojo vago. Algunos ejemplos pueden ser hacer pulseras o collares con bolitas y cuencas de colores o un collar de macarrones.
Sopa de letras
Además de mejorar la atención, aumentar la fluidez lingüística o enseñar a deletrear correctamente, las sopas de letras son un pasatiempo ideal para mejorar el ojo vago. Para practicar este ejercicio sólo es necesario imprimir una sopa de letras y recortar en folios diferentes la sopa de las palabras a buscar. Luego, se colocan ambos papeles sobre una pared que esté a un metro de distancia del menor (si no presenta problemas de miopía) para que vaya buscando en la sopa las palabras correspondientes con el ojo bueno tapado.
¡Coge la canica!
Para realizar esta dinámica hacen falta 10 o 12 canicas y un vaso de plástico. El menor se tiene que colocar al final de una mesa con el ojo ‘bueno’ tapado e intentar coger con el vaso las canicas que otra persona le vaya tirando. Así, mejorará la fijación del ojo, los movimientos oculares y la coordinación ojo-mano.
Laberintos
Al igual que las sopas de letras, los laberintos son pasatiempos que ayudan a mejorar esta patología gracias a que trabajan la agudeza visual, la fijación y la coordinación ojo-mano. Pueden descargarse de Internet, imprimirlos y que el menor los realice con el ojo ‘bueno’ tapado. Es muy importante que no se salga de las líneas y que no se acerque demasiado a la hoja para completarlo.