Docentes universitarios publican una guía para ayudar a los jóvenes ante el duelo y la pérdida

Tras la catástrofe de la DANA, un grupo de profesores de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) ha elaborado un documento con las pautas esenciales para que todo su entorno pueda ayudar a los estudiantes afectados por alguna tragedia.

Guía Duelo Y Pérdida

Ansiedad, depresión, autolesiones… A raíz de la pandemia, fueron muchos los adolescentes que comenzaron a sufrir trastornos de salud mental y, tras el paso de la DANA por Valencia, los expertos han alertado: con cualquier tragedia es necesario vigilar a los menores, ya que estos problemas son reacciones habituales. “Ante estas circunstancias es normal que nos sintamos abrumados/as por una mezcla de sentimientos intensos y totalmente adaptativos como el miedo, la tristeza, la incredulidad, la frustración o la ira. Estas emociones son una respuesta natural tras haber vivido una experiencia tan inesperada y desafiante”, explican desde el Grupo de Investigación ‘Psicología y Calidad de Vida’ de ‘VIU. Y, además, pueden provocar cambios en el cuerpo como tensión o cansancio e, incluso, en la manera de pensar, sintiendo embotamiento, dificultad para concentrarnos, pensamientos repetitivos sobre lo ocurrido, preocupación, etc.

La pregunta es, ¿cómo detectarlas y afrontarlas? No es sencillo, ya que cada persona lo afronta y expresa sus emociones de forma diferente: exteriorizando agresividad, rabia extrema o, por el contrario, guardando el dolor sin expresarlo. Con el objetivo de que familiares, docentes y cualquier persona de su entorno pueda ayudar a los jóvenes que sufren un proceso de duelo o de pérdida, un grupo de docentes de la universidad VIU ha elaborado una guía con recomendaciones y pautas a seguir que explica las cuatro fases que se atraviesan en estos casos y cómo enfrentarse a ellas. 

Guía Duelo Y Pérdida

Claves para el autocuidado

Así, en un primer momento surgen la incredulidad y el miedo, por lo que es necesario saber exactamente lo que ha ocurrido y conseguir así estabilizar las emociones. A medida que se toma conciencia de la magnitud de lo ocurrido, surgen sentimientos como la tristeza, la culpa o la frustración, que vienen acompañados de dificultades para dormir o enfrentarse a la realidad. En esta segunda fase es fundamental el apoyo de la familia y la comunidad, pero también el acceso a noticias fiables porque la desinformación puede agravar la angustia.

En la tercera etapa, la de recuperación, comienza la búsqueda activa de soluciones. Y aunque persistan la frustración y la sensación de estancamiento, la vuelta a la rutina resulta clave para avanzar. Finalmente, la adaptación permite transformar el dolor en fortaleza a través de la búsqueda de nuevos propósitos y prioridades. 

La guía también aporta una serie de indicaciones generales que conviene tener en cuenta durante todo el proceso: identificar las emociones, prestar atención al autocuidado, y mantener rutinas y hábitos saludables, así como evitar la sobreinformación. Se sugiere asimismo no tomar decisiones importantes de un modo precipitado, evitar el aislamiento, el consumo de alcohol u otras drogas, y contar con ayuda profesional y el apoyo de la familia y los amigos.

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